…pues que lo pasamos de lujo, ¿qué otra cosa podía suceder?

Por Ana Holmes (Kinki Stinky)

En mi larga y ridícula lista de empleos, entre los que se encuentran operaria de fábrica, camarera, guía turística, azafata de una prestigiosa marca de whisky, vendimiadora… (bueno, podría seguir enumerando, pero vamos a centrarnos), sin duda éste ha sido el mejor de todos los curros, si puede llamársele así.

He sido pipa de Melenas. El Real Diccionario de Wikipedia lo define así: ‘’Los roadies, pipas o plomos son los técnicos y personal de apoyo que viajan con un grupo musical durante sus giras, y que se encargan de todos los aspectos de sus conciertos’’.

Bueno, mis funciones exactamente no eran ni tantas ni tan complejas, básicamente vendía el merch y ayudaba a cargar y descargar la furgo. También les saqué fotos y filmé.

melenas banda 1

En el pasillo del hotel de Lille, sorteando quien compartía habitación

Tampoco curré tanto, enganché justo en la tercera y última semana de su gira europea. Me recibieron en París en un garito llamado ‘’L’International’’ pero ellas llevaban quince días a sus espaldas recorriendo Inglaterra, Escocia y Luxemburgo.

Era la primera vez que salía de nuestro genial país desde la pandemia, y lo noté bastante. Estaba más desorientada que un peregrino cruzando nuestras montañas en invierno, más que los pamplonicas con el nuevo sistema de reciclaje, más que… bueno ya lo pilláis.

calle

Salía agua a borbotones de las alcantarillas de París
 

Pese a hablar un poco de francés, tardé unas dos horas en llegar al hotel y la sala, según Google Maps esto lo hubiera hecho en media hora, pero no tenía conexión y no sabía configurar el móvil. Así que, a la vieja usanza, sin ningún tipo de acceso a internet conseguí aguantar más de una hora de cola para coger un taxi y que me diera un rodeo de la ostia por París como buena guiri. No me importó mucho, adoro París y sabía que no iba a tener mucho tiempo para disfrutarlo.

kinki stinky

Yo jugando al pinball en el bar de la mujer de Antoine en París (no recuerdo su nombre)

Era mi primera jornada de trabajo y flipé, París adoraba a estas muchachas, vendí mogollón de camis y discos, la gente les pedía autógrafos y todo.

Al día siguiente marchábamos a un festival en Bruselas, y la escena se repetía. Llenaron una sala gigante, no paré de vender. Empecé a entender la dinámica, pensaba todo el rato: “puta Pamplona, si estas tías son la ostia’’. Y así todos los días en cada concierto.

Cargar maletas, descargar cacharros, montar, descansar en el backstage y comer frutos secos, intentar trabajar un poco con el ordenador, ver que no, fumar otro asqueroso CBD, cenar, las chicas tocan, yo vendo, recoger y cargar de nuevo, ir a dormir. Otra jornada finalizada con éxito.

melenas banda 4

Oihana montando

Mis seis días con ellas se resumen en eso.

Me doy cuenta a medida que pasan los días de varias cosas; la primera, Alex (tour manager y técnico de sonido, batería de Kokoshca, socio fundador de la sala Dabadaba en Donosti) es el cabecilla de la operación. Él es el director de orquesta. Es quien parte la pana, un fiera que invita a cañas.

La segunda, cuando haces un viaje largo con varias personas, las mentes van uniéndose y formando una sola. Así que, si alguien reía pues reíamos todas, si alguien estaba triste lo estábamos todas, y así con todas las emociones y estados, desde el hambre hasta el sueño.

La tercera y no menos importante es que España paga y trata de pena a sus artistas. Ya seas mocatriz o un pintamonas, el Estado no te ampara, al Estado se la sudas. ¿Quizá porque el Ministerio que gestiona la cultura sigue compartiendo presupuestos y carpetas con el deporte? No lo sé y tampoco me voy a meter en ese barrizal ahora mismo. No me quiero poner demasiado política, pero es evidente que aquí nos lo montamos de pena. Todas hemos podido apreciar cómo funciona en Francia, francamente bien. Todavía nos queda mucho por aprender de nuestros hermanos galos.

melenas banda 2

En París, con Simón (amigo de Melenas) y esa fan vallisoletana majísima que se vino desde Badalona a celebrar su cumpleaños

Yo creo que se podrían hacer las cosas mejor, sin embargo, tenemos una de las culturas más ricas y con mayor número de talentos emergentes, y como dice mi amá, la esperanza es lo último que se pierde.

Para despedirme, me gustaría añadir una última reflexión.

Me siento afortunada de no dedicarme a la música y no andar de gira de aquí pallá, subiéndome a escenarios todo el santo día y hablando con bien de peña. Es agotador. Lo mío es refugiarme en una cueva a pintar, pero estaré eternamente agradecida de que me llevaran de gira con ellas y con Alex. Me lo he pasado pipa haciendo de pipa.