Pateaba cada baldosa levantada y devolvía cada balón que se había escapado del campo con una melodía triste en la cabeza, mientras esquivaba abusones y profesores de refuerzo de matemáticas. Sí, “Corazón de mimbre” de Marea, “Con nombre de guerra” de Héroes y, por supuesto, “The Humpy Dumpty Love Song” de Travis.
“¿Por qué, Dios mío, ahora que los voy a poder ver, me traes a su frontman en plena crisis de la tercera edad, con el pelo tintado de fosforito y rapeando en el último disco?”
Malditos Travis, el vagón de cola del Britpop, la espuela del Britpop… el ocaso del Britpop. Mucho más talentosos y auténticos que los moñas bioluminiscentes de Coldplay… Travis nunca ha conseguido un éxito tal que las amigas pijas de mi novia vayan a verlo a Portugal porque su directo resulta de lo más instagrameable.
Sí, es cierto que en esta última gira, o lo que sea esto que los lleva por todo el mundo, han hecho sold out en España, en Madrid y Barcelona. Pero, bueno, en salas de unas dos mil o tres mil personas. Yo quiero más para ellos. Ser cabeza en el Mad Cool, un estadio hasta arriba, un nuevo flequillo para el cantante, ¡una vuelta a los escenarios tan desorbitada como la que van a tener los hermanos Gallagher!
*Los hermanos Gallagher, Oasis, la antítesis de los hermanos Muñoz, Estopa. Por cierto, tengo entradas para Wembley. Sí, para Oasis. No sintáis envidia; fue muy difícil conseguirlas. Hola, Laura. Hablamos para reventa por encima de los mil euros en la caja de comentarios.
Pero vayamos al grano: El concierto de Travis fue el pasado jueves 29 en La Riviera, Madrid. Ahí, para rematar un buen agosto. La verdad, el local estaba hasta los topes. Lleno de gente adulta, intentando ver por encima de esas dos palmeras que tiene la sala, y sujetando, captores, a sus hijos de la mano. Pobres criaturas a las que habían obligado a venir, cuando podrían estar repasando YouTube o descubriendo el s**o por casualidad en un streaming de TikTok. Aunque, mira, vi a uno con un cartel hecho a mano. Lo levantaba por encima de su cabeza intentando que alguien de la banda lo viera. “Mira, como si esto fuera un concierto de Taylor Swift. Qué mono”.
La cosa empezó y el público estaba totalmente entregado. Como aceptando el hecho de que Travis son buenos, pero nadie los quiere salvo ellos. Yo estaba en éxtasis. Hubo muchas canciones recientes, pero, joder, sonaban tan bien, cómo canta, las sensaciones… “Sin duda, esto sí es vivir un concierto. Sí, y la vida es eso, una banda experimentada que debería estar llenando el Santiago Bernabeu, pero está aquí, a las orillas del Manzanares, abrazando las sobras”.
El cantante lucía radiante y animado. Sin duda con esa fascinación en la cara de llenar una sala. *Perdón por la aliteración. No voy a corregirla. Vengo del rap.
Enseguida reconocí los temas del último álbum, porque, aunque ya no los pongan en la radio, yo persigo al Britpop, o lo que sea que haga Travis. “Bus”, “Alive”, “The River”, “Gaslight”, “Raze the bar”, “Naked in New York City”, y no sé si se me escapa alguna… Diría que no. Emoji de pensar.
Pero, ¿qué? ¿Estáis flipando, no? Os preguntaréis: “¿cómo cojones han tocado tantos temas del último disco? ¿Quién hace eso? O el concierto fue una mierda o el último disco es el mejor que ha sacado la banda”. Pues ni una cosa ni otra, señores. Cuando tienes una banda de tan alto nivel, toquen lo que toquen, suena de p**a madre. Y estos temas, que he de reconocer que no son los mejores de la banda, fueron convertidos en auténticas joyas la noche del jueves. En especial “Gaslight”, que verdaderamente podría ser un hit de sus mejores discos. Te impele el ritmo en el cuerpo y sientes la necesidad de besar al pianista, que, por lo que dijo Fran Healy, estaba de estreno.
¿Y bien? ¿El resto de las canciones? ¿Los éxitos de siempre? ¿Los que molan porque son de discos pasados y no del último? Pues sí, allí estuvieron, genial, maravillosamente, joder. Es verdad que alguien se pudo sentir ofendido porque “Flowers in the Window” la tocaran en modo acústico, pero el enfado le duraría poco; sonó como Dios. Todo sonó como Dios. Nadie sabe por qué Fran sigue cantando tan bien después de tantos años.
Eso nos lleva al tema bandera de Travis: ¿“Love Will Come Through”? ¿“Closer”? ¿“Side”? No. Esas también las tocaron, de maravilla, pero no es su canción emblema. Me refiero evidentemente a “Sing”. Todos nos hemos dejado la voz intentando llegar a los más altos recovecos del estribillo de «Sing«. Es así. Un tema que en The Invisible Band, su disco, suena a la perfección. Suena tan perfecto y completo, tan bien arreglado y editado para ocupar su puesto en el número uno del álbum, que es imposible no pensar que en directo no puede sonar igual de bien. “Algo debe de fallar, los instrumentos no pueden estar en tal armonía y la voz, esa voz, no puede brillar tanto y tanto tiempo, no al menos después de tantos años”… Sin embargo, fue una experiencia increíble equivocarme. Quizá fuera por el amor que le tengo a la banda, por la pasión del momento inolvidable, o, por qué no, por los dos minis de cerveza que llevaba encima, pero “Sing” sonó tan “Sing” como siempre suena “Sing” (Sing, sing, sing…).
Después de los bises, incluyendo cover de Britney Spears, me fui a la calle. Eso es, a charlar con los vejestorios sobre lo buenos que son Travis y la falta de bandas tan humildes pero tan buenas en la actualidad. Cerveza tras cerveza, hasta que no sé cómo acabé en un garito pinchando temas de Oasis, vacilando de haber conseguido entradas para su concierto, el puto amo hasta el punto de que tuve la oportunidad de rechazar proposiciones indecentes. Liam estaría orgulloso. ¿Travis? Son los mejores, quién se acuerda de ellos.