By Dimas Pardo

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Yo también era un tierno poeta adolescente la primera vez que vi a los Marea. Los quería como a una primera novia. Recuerdo que tuve que escaparme de casa sigilosamente para el concierto porque estaba castigado. Mi primo mayor se encargó de ello. Por aquel entonces tocaron en un pueblo perdido de la Vega Baja del Segura, y solo me cobraron 12 pavos por la entrada. Sí, Marea, Fito y los Fitipaldis, y cuatro bandas más por 12 euros. Creo que esto no se volverá a repetir.

Ha pasado mucho tiempo y quiero pensar que ambos hemos ido a mejor. Ellos llenan la Caja Mágica de Madrid y yo cobro ingentes cantidades de dinero por ir a escucharlos y escribir este artículo. Es verdad que ya no me los pongo tanto como antes, ni escribo sus letras en cada libreta, mesa o árbol que se me cruce, pero la sensación de gustico por la quijada todavía me sube cuando se oyen de fondo en alguna parte.

A mi ver hubo dos problemas en este concierto. 1) La falta de fluidez del directo 2) Un público que no respondía a estímulos.

La primera se debía a los continuos cortes entre temas para el discurso de su líder, Kutxi Romero, de profesión cosas que acaben en “ero”. Pero a mí estas glosas, pese al receso que suponían, me gustaron. Kutxi, si se lo propusiera, podría liderar un late night para poetas. A todos nos hizo ilusión cuando, imitando a Freddie Mercury, comenzó a entonar un laraleo para que el público le respondiera. Absolutamente todos lo hicimos: “Eeeeero, direeero, cirueeeeeelo, ¡¡¡tócame el ciruelo!!!”. Tras despollarse, recomendó al técnico que se lo dijera a Bunbury, que, como también curran juntos, entiende que él lo apreciaría y también le gustaría repetirlo.

El segundo problema, el del público, era indefendible, 25.000 fanes congregados en el recinto al aire libre de La Caja Mágica, todos con sus camisetas de la banda y con la nostalgia de no haber visto a esta gente en más de 8 años y ¿¿¿había que pedir que aplaudieran porque se les iba la cabeza y no lo recordaban???

Que os peten, seguidores de Marea que solo vais a sus conciertos a vivir con mirada estática sus letras, ¡hay que dar botes como un loco en los conciertos! Esto no es un recital en el Aleatorio o una presentación del último poemario de la última poeta cursi de moda en la ciudad, ¡¡¡esto es hard rock cerril y encabronado!!! Una faca como la que cruza el logo de la banda os merecéis para dar el primer brinco.

La pregunta ahora es ¿hubo muchos temas del último disco en el set list? ¿es esto es lícito? ¿carga demasiado? La respuesta es sí, hubo bastante del último disco, lícito porque la banda puede hacer lo que de la gana, pero también creo que fue una de las causas que deceleró al público e hizo áspera esa lubricación rítmica que se sentía cuando enganchaban viejos temas.

 

 

Digo esto porque comenzaron con tres canciones del Azogue: En las encías, El temblor, La noche de Viernes Santo. Tres estupendísimos temas de un disco bastante bueno, sobre todo si lo comparamos con el anterior, En mi hambre mando yo. Funcionaron, sí, pero el despegue del público no llego hasta el primer tema reconocido, Mierda y cuchara. Ahí todos comenzamos a gozar como cendolillas en celo testando su primer asiento de bici acabado en punta.

Manuela canta saetas, Corazón de mimbre, Mil quilates, y Que se joda el viento se sucedieron hasta causarme el problema de garganta que llevo arrastrando desde el sábado. No sé como el ¿berriozano? genio del Kutxi lo aguanta con tantos luckies gorroneados a su equipo. Sin embargo, su bramido, definitorio y cigarrero, parece el mismo que en los discos, parece el mismo que el de siempre. Perdón por la epizeuxis, pero cuando uno escribe de Marea se pone tonto y literario escribiendo.

 

 

La puesta en escena fue genial. Digna de una explanada de la Caja Mágica. Los planos en los monitores ciclópeos parecían sacados de un videoclip. Sin embargo, todos nos preguntábamos por qué no enfocaban nunca al César en ellos. “Un guitarra flipante, un cabecilla más en la banda, pero es demasiado feo el cabrón como para salir en grande”, oí decir entre el público. “Qué se corte las greñas ya, esa raya en medio no se sostiene sin flequillo”.

Un hierro sin domar y Jindama. Esta vez sí disfrutamos verdaderamente de las canciones del nuevo disco. No sólo por su calidad, también porque creo que estaban, ahora sí, colocadas en un momento en el que el público supo apreciarlas. El Piñas, lo más parecido a un remero pirata, sustituyó en su combo habitual de Despellejo + Trasegando, Despellejo por un Pecadores que también sonó redondo y canalla. Y luego vino la que se hizo más lenta de todas, así debía ser, era el sentido tributo al padre de Kolibrí, guitarra de la banda, que pudo lucirse con Pájaros viejos.

 

 

A esta altura del concierto, mirando fijamente al sombrero de ala estrecha de Kutxi, y recordando que había entrado con un añejo cayado a escena, pensé ¿de dónde viene esta actitud y vestuario de patriarca gitano que lleva desde hace unos cuantos discos? ¿se inventó un personaje para justificar ese sombrero que seguramente tape unas canas o un extenso cartón? ¿olerá a coñac, tabaco y sudor su espesa barba de Camborio?

Con En tu agujero, el público empezó a dudar realmente de la capacidad de la banda para reunir a artistas invitados que cantaran con ellos. Qué menos que estando en la capital y tratándose de Marea, la banda subiera piezas indispensables del panorama nacional… pero no, subió al cantante de la banda que llevaban de teloneros… Yo creo que, de todos, la peña solo conocía a Rulo y dieron gracias de que este fuera el compinche de Kutxi en uno de los temas preferidos por todos La luna me sabe a poco.

 

 

La Rueca y Romance de José Etxailarena, con estos dos temas sí se tambaleó la cercana Cruz de los fachas” y la gente dejó estar en paz a sus móviles. Dos actos de fe que pretendía llevarse cumplidos el cantante por como lo arengaba en sus discursos. Discursos a esta hora ya con la camisa abierta hasta el ombligo. ¡Qué pezones! ¡qué vello abdominal!

La recta final para estos galgos fue con Preparados para el rock and roll, tema de Los Suaves, banda que está muy en comunión con Marea, y para los bises Bienvenido al secadero, la única del “disco malo”, El perro verde y Marea, tema con el que deberían acabar todos sus conciertos y todos los conciertos de otras bandas, porque es flipante y porque también quiero ver a Lady Gaga, Bejo o U2 gritando: ¡¡¡Mareaaaaaaa!!!

PD: A lo largo de estas semanas, emocionado por el concierto y por ver de nuevo a estos chicos, fui empapándome otra vez de su música, de sus letras, de su historia como banda, y llegando a información tan descatalogada como que el Kutxi tiene mujer e hijos, y que bajo ese sombrero, reina ya el pelo cano cuando lo deja su calvicie incipiente, también que los familiares, amores y amigos de la banda también morían, y que unos cuantos de la formación, lamentablemente, habían tenido problemas serios de salud en esta larga horquilla sin verlos. Toda esta información me fue llegando sin querer, pero calando a conciencia, tanto que me hizo comprender que mis héroes roqueros de la adolescencia, también son humanos, lo que me pareció muy triste, ya que quiero que, como un buen verso de Marea, duren para siempre.