El cantautor británico Jake Bugg publicó el pasado 4 de octubre su nuevo disco de estudio, titulado A Modern Day Distraction, con el que regresa a la escena musical después de 3 años de pausa. Este álbum supone el sexto de su carrera, incluyendo 12 nuevos temas a su extensa carrera musical.

A Modern Day Distraction es un trabajo que hace regresar sonoramente a sus inicios gracias a su variedad de estilos que van desde el rock y el indie hasta el folk y el pop sesentero, géneros que le llevaron a lo más alto en 2012 con su disco de debut y por el que fue nominado a los Mercury Prize ese mismo año.

Con una promoción muy limitada, enfocada prácticamente a las redes sociales del artista, se ha pasado por alto en medios especializados este disco que, después de su escucha, sorprende por su desatención y desapercibimiento, teniendo en cuenta de que es el nuevo trabajo de una de las promesas de la música británica, a la altura en su época de artistas como Miles Kane, los ya disueltos The Strypes o, incluso, The Vaccines.

Este álbum rememora el estilo musical y el género que llevó a lo más alto a Bugg, estando a la altura de ese disco debut que se mencionaba, pero también su segundo disco, Shangri-La con el que se estableció como uno de los mejores cantautores folk rock de su generación. Con una promoción ínfima enfocada a la publicación de singles, el pasado mes de junio se pudo escuchar su primer adelanto, la canción con la que da comienzo el disco, Zombieland y con la que mostró un anticipo del sonido del disco.

 

Sonido guitarrero, estilos potentes y melodías melancólicas marca de la casa Jake Bugg.

El disco comienza con la potente Zombieland, en la que la guitarra eléctrica domina toda la canción, con un estilo más indie rock directo y crudo y unas letras cuya temática anticipa la del resto del disco, la clase trabajadora y la monotonía del día a día. Este single fue el primer adelanto del álbum, publicándose, junto con su vídeo en blanco y negro y con imágenes que recuerdan al Don’t Forget Who You Are de Miles Kane, el pasado mes de julio.

Su segunda canción, All Kinds of People, retoma ese sonido guitarrero, pero con una sensación mucho más vibrante y optimista gracias al riff del instrumento y a la batería, que recuerdan a sonidos sesenteros británicos, pero también a un primer sonido rock de Bugg y otros coetáneos británicos del 2012. El vídeo, al igual que el de la canción anterior, muestra con ausencia de color a vecinos y demás personas de lo que parece ser su ciudad, muy al estilo del Miles Kane de su segundo álbum. Con unas estrofas muy terrenales, pero también esperanzadoras, hablando de diferentes conocidos y su día a día, desconociendo si son reales o no.

Con Breakout deja de lado la guitarra eléctrica y se cuelga la acústica para devolvernos a ese sonido del artista con elementos más pop y folk, pero con ese toque rockero característico. De nuevo, sus amigos, los sucesos de su comunidad y las personas que la conforman son el motor lírico de la canción, en la que destaca ese instrumento en acústico con el que se atreve a hacer un pequeño solo al que le sigue unos acordes de guitarra eléctrica. Para el vídeo, sigue el estilo cinematográfico de los anteriores, pero con el karaoke como elemento principal, mostrando las letras de la canción en la pantalla y dando a entender que es la canción elegida para interpretar.

Para el siguiente tema, Never Said Goodbye, rebaja el tono del disco con una especie de balada eléctrica, con una música en la que mezcla una melodía principal dirigida por la guitarra eléctrica y el uso de una guitarra acústica que hace la armonía, pero que destaca por encima al llegar al puente. Su letra, esta vez, es mucho más emotiva, centrada en la pérdida de dos personas cercanas a él y mostrando sentimiento de duelo y de pesar.

El Jake Bugg más tradicional regresa con I Wrote The Book, un tema de estilo más folk que evoca a temas como Trouble Town, pero con un toque más maduro y con elementos más de indie, como los de su segundo álbum, Shangri-La. Para el vídeo, cambia radicalmente el estilo del resto, mostrándose con su banda en un pub irlandés de Ballyvaughan e interpretando la canción, esta vez a color, rodeado de público, y con unas letras que apartan de nuevo historias de su alrededor para centrarse en sus propias vivencias, con una figura de una persona más sabia y adulta aconsejándole.

De nuevo, ese Jake Bugg de Shangri-La regresa con Waiting For The World, pero con un toque más rockero, similar a su tema Slumville Sunrise, en el que demuestra la potencia de su voz única en una canción en la que, como se lleva escuchando, destaca la guitarra eléctrica con una banda muy simple de bajo, batería y percusión adicional con la que componen una canción muy “stoniana”.

A esta última canción se les suma Instant Satisfaction con un estilo marca Jake Bugg pero, en este caso, tiene motivos y elementos muy de los años 60 con la guitarra acústica y el bajo, devolviendo a este treintañero a sus inicios, pero con la madurez de un artista ya establecido. A continuación, Got To Let You Go cambia de tercio para sorprender con un estilo todavía no escuchado, que sorprende al empezar con un ambiente más melancólico, pero termina dando paso a un estribillo completamente britpop muy de los hermanos Gallagher, que bien podría escucharse en su próxima reunión de Oasis, pero con ese toque de Jake Bugg que le aleja de las imitaciones y copias de la mítica banda de los 90. Ese riff final es como volver a 1995.

Llegando al último tramo del álbum, regresa a un estilo completamente folk en el que el instrumento que domina es su guitarra acústica con All That I Needed Was You, pero que, a medida que va sonando la canción, va añadiendo más instrumentos. Vuelve la melancolía y el romance en esta canción, en la que su voz baja de intensidad cantada, pero no de emotiva. Y vuelve a subir de tono, esta vez con Keep On Moving, con la que regresa a los años 60 con esos riffs de guitarra eléctrica y los coros del estribillo. A diferencia de las canciones anteriores, esta se acerca más a un estilo pop con elementos rock que al indie rock o al folk, sorprendiendo una vez más por la clara mezcla de géneros, pero manteniéndose en una misma línea con la que evita riesgos. Recuerda mucho al estilo de The Lemon Twigs, pero en todo momento con la firma y las características más de Jake Bugg.

El final del disco está anticipado por la emotiva Beyond The Horizon con la que vuelve a colgarse la acústica para demostrar, una vez más, su lado más sensible y recuerda canciones más emotivas de su primer disco, dando el punto y final al disco con la potente Still Got Time que, al contrario que la anterior, suena mucho más a su segundo disco al recordar canciones como All Your Reasons o Simple Pleasures.

 

Regresa retomando estilos pasados en su mejor disco de los últimos años.

Jake Bugg ha regresado a sus orígenes con A Modern Day Distraction, pero añadiendo esa madurez musical de mas de 10 años de trayectoria. Aunque sus últimos trabajos se alejaban mucho de ese estilo inicial, ha sorprendido al retomar esas melodías llenas de folk, indie, rock y pop sesentero que llamaron la atención con ese disco debut en 2012.

Una experiencia muy agradable que pone de nuevo en el foco al cantautor británico y que le devuelve a la casilla de salida, esta vez de forma más que positiva. Sorprende que se le haya dado muy poca atención a este disco, con una muy baja promoción que ha rebajado el interés de uno de los mejores discos de la carrera de Bugg y con el que puede volver a la palestra musical como están haciendo otras bandas como Oasis, Franz Ferdinand o Kasabian.

El elemento principal del disco es, indiscutiblemente, su comunidad y la clase trabajadora, mencionando en sus letras la monotonía del trabajo del día a día, la dificultad de escapar de una vida sin descanso y de la experiencia vital, común y vecinal, con un estilo más o menos serio o animado según el enfoque que le de a la canción, de la trivialidad y el conformismo o de la esperanza y la ilusión.

Además, también ha sorprendido la cinematografía y estilo de sus videoclips, obviando su presencia y figura y eliminando todo el color, recordando, tanto en estilo estético y musical al, como mencionábamos anteriormente, vídeo de Miles Kane de su segundo disco, Don’t Forget Who You Are, pero sin aparecer en ningún momento él y su banda.

Todos los sonidos buenos que se recuerdan de Jake Bugg suenan en este disco que no tiene pérdida, que sabe perfectamente como configurar el orden de las canciones para motivar cuando tiene que motivar, emocionar cuando tiene que emocionar y activar cuando tiene que activar. Es un alivio escuchar de nuevo al mejor Jake Bugg como cuando empezó, regresando para quedarse o para, quién sabe, recordar a sus fans que nunca se fue.

Aunque ya se está empezando a escuchar el álbum en directo y a confirmar fechas de festivales para 2025, todavía no se ha informado sobre una gira europea o mundial de presentación del disco, por lo que, de momento, se desconoce si se escucharan a corto plazo estos nuevos temas en nuestro país. Con su participación en futuros festivales británicos, parece claro que le veremos el verano que viene en algunos eventos multitudinarios de nuestro país. Estaremos atentos.