Por May Fraser
La banda de rock Greta Van Fleet publicó el pasado 21 de julio su tercer álbum de larga duración, titulado Starcatcher, con el que ya han vuelto a aparecer en los primeros puestos de las listas de éxitos del género, llegando al número 1 en la lista de Top Rock Albums de Billboard y al número 8 en la lista Billboard 200.
La formación, compuesta por los hermanos Josh, Jake y Sam Kiszka y Daniel Wagner se reunieron junto al productor Dave Cobb en los legendarios RCA Studios de Nashville para componer un nuevo disco conceptual con el que siguen la línea de diferentes estilos de rock con la que se han caracterizado a lo largo de su trayectoria musical y profesional.
Este tercer álbum de larga duración y cuarto trabajo discográfico ha sido compuesto en su totalidad por los miembros de la banda, que ya lograron el mayor premio de la música, el Grammy a Mejor Álbum de Rock por su primer trabajo discográfico, el E.P. From The Fires en 2019.
Además, el grupo está girando por todo el mundo dentro de su Starcatcher Tour, por el que pasará por España a finales de este año 2023, el 3 de diciembre en Barcelona y el 4 de diciembre en Madrid. No es la primera vez que Greta Van Fleet visita nuestro país, pues ya actuó en ambas ciudades en el año 2019, dentro del cartel del Festival Mad Cool y en el Palau Sant Jordi.
Al igual que sus álbumes anteriores, Starcatcher es un disco conceptual, una epopeya musical cuya temática es muy similar al de sus otros trabajos, en el que el viaje, la comunidad, el descubrimiento, la naturaleza y una deidad ancestral son temas tratados a lo largo del disco a través de sus letras, con unas melodías y unas voces que demuestran el talento que tienen todos los componentes de la banda.
Starcatcher comienza con Fate of the Faithfull, tema en donde el teclado es el protagonista absoluto de la canción, así como los ad libs del cantante Josh durante el estribillo. Es una canción muy en la línea del grupo, con los riffs de guitarra de Jake y esa letra muy típica de su narrativa y universo.
Le sigue Waited All Your Life, con un inicio a la guitarra acústica que recuerdan a temas previos como The New Day o You’re The One de su primer disco, Anthem of the Peaceful Army. En este caso, es el viaje el hilo conductor de este tema en particular, volviendo a demostrar esa mitología propia creada por ellos.
The Falling Sky es una canción con un estilo rock muy característico gracias a los acordes de la guitarra y la voz de Josh. Este es uno de esos temas de la banda que no deja lugar a dudas de cuáles son las influencias de sus componentes, en especial de Josh, cuya estrofa “I don’t wanna lose this time” bebe directamente del estilo bluesero de Robert Plant, devolviendo al oyente esa concepción de copia de Led Zeppelin que han intentado desmentir por todos los medios. Afortunadamente, Josh Kiszka tiene el talento suficiente para considerarse un excelente cantante sin rememorar, de forma directa o indirecta, al legendario vocalista británico.
El tema Sacred The Thread sigue la estela de sus otras canciones, pero con un Josh menos agresivo, con una voz más suave y evocadora que hace rebajar el mensaje de la canción dando una sensación menos enérgica y más ensoñadora, incluso con los instrumentos potentes como la guitarra o la batería. Los ad libs típicos del grupo son también más relajados, alejados de los típicamente agresivos que se encuentran por toda su discografía.
La nota de frescura del disco viene de la mano de Runway Blues. Con una letra mínima, sencilla y plagada de ad libs, destaca el solo de guitarra en una canción potente, sin ningún tipo de floritura y muy cruda. Alejada de la complejidad del resto de sus canciones, es un tema hard rock setentero, muy simple y directo, que recuerda a los primeros The White Stripes o a los típicos temas de diferentes grupos de la época metidos en el disco sin sentido para rellenar. Lo malo de la canción es que es demasiado corta, lo que hace que parezca más un ejercicio que una canción bien hecha.
A diferencia del tema anterior, The Indigo Streak se nota mucho más elaborada, más estudiada y con muchos más elementos, como los coros que marcan algunas palabras de la letra para darles más notoriedad. A lo largo de la canción mencionan un jardín (garden) que podría hacer referencia al disco anterior, The Battle at Garden’s Gate.
Frozen Light tiene reminiscencias de canciones de su primer trabajo, Anthem of the Peaceful Army, tanto musical como líricamente gracias a su temática de búsqueda, de estar en un camino. Destaca la instrumental del final del tema, en la que los instrumentistas demuestran todo su talento en un solo previo a la última estrofa de la canción.
A continuación, suena The Archer, con toques de folk en la melodía gracias a la guitarra melódica en electroacústico y la temática de la letra. La guitarra eléctrica junto con esa electroacústica y la voz de Josh completan un tema con tonos épicos tanto melódica como líricamente, en una canción que destaca por su novedad dentro de la discografía de la banda, siendo un estilo poco o nada usado previamente. Meeting The Master es otra canción con tonos folk más en onda con el estilo suyo, pero también suena a Led Zeppelin por todos los costados, sobre todo recuerda a temas de Houses of the Holy como Over The Hills And Far Away y The Rain Song, gracias, de nuevo, a la guitarra electroacústica.
El disco finaliza con Farewell For Now, cuya letra es una conclusión de todo lo acontecido a lo largo del disco que, si bien no ha sido una historia con una estructura narrativa clásica que le convirtiera en una opera rock, sí que se podría considerar un disco conceptual. Siguiendo con un estilo folk con toques blueseros y, por supuesto, rockeros con la guitarra electroacústica de nuevo predominante hasta el solo, las modulaciones de la voz de Josh le hacen capaz de entonar versos más potentes o más dulces según el momento de la canción.
Starcatcher es un disco musicalmente estable, con un estilo muy homogéneo y típico de la banda con el que ya sorprendieron con sus trabajos anteriores, pero con el que no quieren arriesgar en este. Se esperaba más del tercer disco de una banda que puso en debate a crítica y público sobre si eran o no el nuevo estandarte del rock de la actualidad y, aunque es un disco más que decente, no se han aventurado a explorar nuevos estilos y melodías.
Además, con este disco Greta Van Fleet sigue sin poder quitarse el sambenito de ser considerados copia de Led Zeppelin y, a pesar de que daba la sensación de estar cada vez más alejados del estilo del grupo legendario con su segundo álbum, gracias a otro tipo de experimentaciones musicales, con este tercer disco no han sido capaces de que el público deje de considerarles un intento fallido de la banda británica. Si bien se escuchan también toques de Pink Floyd y Rush, el uso de los instrumentos, el tono vocal e, incluso, la estética no les ayuda a alejarse de esa idea.
Aun así, sí que han demostrado que son capaces de alejarse de ese sonido tan característico suyo con un par de temas del disco, como Runway Blues y The Archer, dejando entrever el rumbo al que podrían dirigirse en un futuro próximo. Por supuesto que tienen mucho que contar y que crear a través de ese universo que han creado y, por lo pronto, será posible disfrutar de sus epopeyas rockeras con un potente, épico e impecable directo en Barcelona y Madrid el 3 y 4 de diciembre respectivamente.