Por Dimas P.L.

El rock es un deporte de riesgo. De los más peligrosos además. Quizá a su altura solo lleguen disciplinas como el pulso de orejas o el Kapu Kuialua. Por eso sus practicantes suelen salir, de vez en cuando, muy mal parados.

Hoy en Wake And Listen contabilizamos bajas. Los heridos de guerra del rock and roll.

 

Artistas que por una cagada dañaron su cuerpo en los escenarios para toda la vida.

 

Michael Jackson y la gomina ignífuga

¿Michael Jackson cambió su tono de piel, del negro zaino al blanco ceniza, a causa de hacer combustión y arder en llamas en un auditorio de Los Ángeles en 1984?

Lo dejo ahí, conspiracionistas.

En realidad en dicha ocasión, ya sabéis, auditorio de Los Ángeles, 1984, El Rey del pop (y las narices operadas) estaba bailando, a su plin, «Billie Jean» cuando se acercó demasiado a un espectáculo pirotécnico.

Esto hizo que se le incendiara su chaqueta glam y su mata de pelo lacio cubierto de gomina inflamable.

La risa fue cuando el Rey del pop (y el propofol) siguió bailando sin percatarse de la mecha de su pelo ardiendo. Claro, hasta que alguien del staff de Pepsi, porque aquella actuación estaba relacionada con la promoción de Pepsi, se lanzó sobre él para apagarlo.

El incidente le marcó la cara y el cuero cabelludo, quemaduras de segundo y tercer grado, además de una serie de dolorosas migrañas.

Dicen por ahí que el altercado alimentó esa obsesión insana de Michael por la cirugía plástica que lo llevó a parecer un maniquí del Bershka.

El Rey no demandó a Pepsi, pero pidió, a cambio, que financiara un centro de quemados en el Centro Médico Brotman. Que puedo decir… le honra.

 

Iggy Pop y el tacatá

¿Cuántos años tiene ya Iggy Pop? ¿Mil?

Después de un millón de actuaciones drogoalocadas, drogoenérgicas y drogodestructivas, con, yo que sé, peleas a navaja con pitbulls moteros y lluvias de focos rotos, es increíble que aún pueda pisar un escenario…

De hecho, su médico de familia ya no lo deja salir de casa y nos ha pasado un informe con su lista actual de lesiones:

  • Cadera: OFF. Está maltrecha y desconchada.
  • Columna vertebral: OFF. Está retorcida de tanto zarandeo.
  • Pie izquierdo: OFF. Tiene dos huesos rotos desde una actuación en Rumanía con The Stooges en 2011.

 

Adele y el caramelito para la carraspera

Conseguir el récord de 123 conciertos en una gira mundial trae sus cosicas malas.

Fue en una de las actuaciones que iba a servir de despedida a aquella formidable gira de 2017, ante un público de casi 100.000 espectadores, cuando Adela* se dio cuenta que algo no funcionaba como debía.

Cuchicheos entre bambalinas y un extraño rumor entre el público, el estadio de Wembley suspiraba afectado, Adela no paraba de aclararse la garganta.

No es que alguien hubiera olvidado arrancar el corazón a los ajos y le repitiera el gazpacho de aquella tarde, no, la había jodido con sus cuerdas vocales, las había dañado.

Su médico le advirtió que debía cancelar los dos últimos conciertos en Wembley.

Ya le había pasado algo similar en 2011. Sufrió una hemorragia tras cantar en directo en un programa de radio francés. Tuvo que someterse de urgencia una intervención muy arriesgada de microcirugía.

No es raro que la muchacha esté pensando en retirarse.

*¿Por qué suena tan glamuroso “Adele” y tan poco “Adela”?

 

Marilyn Manson y las rodilleras

Años 90, un ventilador se desprendió del techo en mitad de una actuación y le amputó, de un volantazo, sus costillas flotantes, sobrevivió y ahora se la puede chupar el solito…

¡Nope! ¡Qué va! ¿Te imaginas?

En realidad este hijo de la noche y las lentillas de gato nacido en Canton, Ojete, digo Ohio, EEUU, se vio involucrado en otro accidente, uno menos útil para la reparadora vida onanista.

Septiembre de 2017. Durante un espectáculo en vivo en la ciudad de Nueva York, M.M. se lió con el aparataje de su show mientras interpretaba su archiconocida versión de «Sweet Dreams». Fue entonces cuando un puntal con el que estaba maquinando se le cayó encima y le aplastó la pierna derecha.

Su equipo/séquito oscuro, porque así me los imagino, con las uñas pintadas de negro y alas de murciélago, se precipitó al escenario para tomarla con el atrezzo y salvarle, pero no había forma.

Le taparon con una sábana negra, no era posible otro color, el dorado de las mantas isotérmicas no iba con su lápiz de labios, hasta que pudo llegar un equipo de emergencias.

Toda la peña dark del concierto pensó que estaba muerto y esperaban, con sus cráneos vacíos traídos de casa, para llenarlos con la sangre de su dios, cual tupper. Pero no, pese a la pinta de zombi que tenga M.M. sigue vivo. Aunque se le ha visto actuar con una silla de ruedas, dicen que maligna, después del pifostio.

Joder, con el poco glamour que dan las botas médicas.

 

Frank Zappa y el repelente para fans

Rainbow Theater de Londres, diciembre de 1971, Zappa y su banda empiezan a versionar de coña «I Want To Hold Your Hand» de los Beatles.

Parece que esto a Trevor Charles Howell, un palurdo del público, no le sienta bien.

El trabajador de la construcción salta al escenario muy airado y la toma con Zappa que cae de inmediato al foso. Howell intentó huir pero fue detenido por el resto de fans.

El muy gilipollas no es que se hubiera enfadado porque alguien se burlara en directo de los tan queridos Beatles, sino porque su novia había admitido momentos antes de su explosiva actuación… que estaba enamorada de Zappa.

El cafre dejó a Zappa en silla de ruedas durante casi un año y provocó el último de una serie de problemas que hicieron de la gira de ese año un auténtico martirio, tanto para Z como para su banda.

Ya sabéis, en otro de los conciertos de la gira, un fan disparó una pistola de bengalas durante la actuación e hizo explotar el sistema de calefacción. Provocó un incendio que destruyó el equipo de la banda, hirió a varias personas y quemó el recinto…

Eso sí, inspiró el legendario «Smoke on the Water» de Deep Purple.

 

Patti Smith y la red de seguridad anticaídas

Dave Grohl, James Hetfield, el capullo que canta en Maná… Todos han corroborado con su sangre la temible ley:

“Si te subes a un escenario es muy probable que te caigas”

Otra que lo sabe muy bien es Patti Smith, que, en un espectáculo en Tampa en 1977, decidió dar rienda suelta a su salvaje actuación, piruetas incluidas, sin ser muy consciente del tamaño del escenario ni tomar muy en cuenta la poca iluminación…

Su pie acabó golpeando un monitor, perdió el equilibrio y salió volando por la borda.

Cuatro metros de caída pueden no parecen muchos, pero son los suficientes para romper una vértebra del cuello y fracturar una columna vertebral.

Todavía sufre dolor en el cuello pero como asegura esta chica de acero, «no es nada con lo que no pueda vivir».

 

Si te has quedado con ganas de más, aquí te dejamos con los artistas cuyo modelo de conducta no fue el más ejemplar o el significado oculto detrás de algunas portadas de discos.