Por Dimas P.L.

Aquí en Wake And Listen tuvimos la suerte de que los amigos de la cadena de cines mk2, la productora ADJ Proyectos Audiovisuales y la editorial Astiberri, nos invitaran al increíble, al ciclópeo, al inconmensurable «The F**king Nicolas Cage Experience«.

Una maratón de películas eminentes del tito Nicolas Cage que pasaron el pasado 18 de junio en el Centro Comercial Palacio de Hielo de Madrid.

Como personalmente me cae muy bien este señor, hasta tal punto de tener un cojín estampado con su cara, me pareció muy mal no aparecer por allí para dedicarle, aunque sola fuera, unas cuantas palabritas de amor a su última película “El insoportable peso de un talento descomunal”.

Sí, de todo el maratón solo fuimos a la última.

Aunque Con Air sea la niña de mis ojos y Cara A Cara todo un portento del WTF? creemos que demasiado Nicolas Cage en un día puede ser perjudicial para el nervio óptico y el sentido de la realidad.

Para hacer esto más fácil diremos que del 1 al 10 en la escala S.N.C (“Soportabilidad de Nicolas Cage”) donde 0 es “Nadie que no sea fan de Nicolas puede soportar la película” y 10 “Apta para todos los públicos” esta peli obtiene un 7,5.

O sea, la puede ver mucha gente y les gustará pese a que Nicolas Cage aparezca reiteradamente como el protagonista.

Hemos de decir también que había dos tipos de sujetos en el cine:

 

1) Los que esperaban que fuera un desastre infumable y llorar a la salida desconsoladamente por la pérdida de tiempo invertido.

2) Los que esperaban que fuera un desastre infumable porque disfrutan de que las pelis de Cage sean un desastre infumable.

 

He de decir que ambos perdieron porque la peli, sino buena según los “Mimimimi” cánones de Cahiers du cinéma, resultaba entretenida. Quizá mucho más poderosa en su parte inicial que en el desenlace, pero casi siempre divertida.

Y mira que a veces, debido a lo rocambolesca que resulta la trama, se tambaleaba.

Es muy difícil mantener estable, de pe a pa, una urdimbre así.

Sin embargo, ahí estaban, resaltando, cosas ajenas a dicha trama. Como la química más que palpable entre Pedro Pascal (Juego de Tronos, El Mandaloriano) y Cage. Y el despliegue del ya “no tan tonto” Paco León en su papel como villano.

Orgullo es lo que siento al ver desenvolverse tan bien a este actor en una película de producción norteamericana.

La sala reía. Y es que una de las cosas que no te va a pasar en una plataforma como Netflix, HBO, etc… es ver apoyada tu carcajada por la de otros desconocidos. Las fuerzas se suman y en poco tiempo tienes a más de una veintena de sombras en la oscuridad partiéndose el culo al unísono y alegrándote la noche.

En la película Nicolas Cage rara vez sale del plano. Todo gira en torno a él y aunque esto podría empachar a cualquiera, a sus fans incondicionales los lleva al más puro éxtasis. Un nirvana elevado en el que alguien, al fin, les responde al oído a las ínsitas preguntas “¿Nicolas Cage se está quedando calvo de una forma estática? ¿qué demonios le pasa a su flequillo, de dónde parte? ¿avanzan sus entradas?”

Incluso pasan por alto que lo que se les prometió como una comedia de acción es intrínsecamente una comedia, ya que su parte más enérgica y explosiva solo llega en el último trecho como un coletazo.

Y es que si algo destaca de El insoportable peso de un talento descomunal es que los espectadores se quedaron con ganas de más. Más locura, más ambiente, más explosiones, más The Nicolas Cage’s hard party. ¡Con rayas sobre lomos de dinosaurio y crema bronceadora gratis para todos!

Así que no creo que tarde en llegar la secuela:

¡Nicolas Kim Coppola VS Nicolas Cage!

Ahora…, no queda otra, es personal