Por El Indigente.

El título original de la película es el de «Tirailleurs», término que utilizó el Ejército Francés para designar a la infantería reclutada en los diferentes territorios coloniales franceses durante los siglos XIX y XX. Y así comienza Padre y Soldado (en quizá su mejor parte), cuando en 1917 en una pequeña aldea de una de las colonias francesas de Senegal, cazan a lazo a los hombres más jóvenes para, a la fuerza y en contra de su voluntad, llevárselos a Francia para luchar y defender a “la madre patria” en territorio francés. Uno de esos nativos, es Thierno, de 17 años. Su padre, Bakary, se alista de forma voluntaria con el fin de ayudarle a salir del ejército. Y aquí empieza la trama de la película.

Por un lado en la insistencia obsesiva del padre por escapar con su hijo, primero todavía en el Senegal, después ya desde Francia, por otro en la inocente resistencia del hijo de quedarse para luchar en el frente contra la invasión alemana durante la primera guerra mundial. Porque, en efecto, a Thierno una vez en el campamento y en la primera línea de combate, desde el primer momento, un teniente francés comienza a adularle y engatusarle para que se sienta un francés más, en condiciones de igualdad y sin discriminación por su raza, y que su misión es la de defender la patria, invitándole a sentarse como uno más y sin jerarquías en la mesa para comer, elevándole a rango de cabo y luego  de sargento y vitoreándole su valentía, sobre todo después de un asalto fallido desde la primera línea del frente para conquistar uno de los objetivos militares. Pero por otro lado está la postura de Bakary, el padre, que va a utilizar todos los medios a su alcance para que su hijo no luche en primera línea del frente y para desertar junto a el del ejército, con la angustia y el miedo de ser descubiertos y ejecutados por ello.

 

La película no trata solo de la guerra y más concretamente de la forma de guerrear durante la primera guerra mundial a través de los nativos de las colonias francesas y la interacción con sus distintos idiomas, cada uno con su diferente lengua y creencias, donde hay un marcado sentimiento religioso, sino  también trata de las relaciones y sentimientos paterno filiales entre Bakary y su hijo Thierno, el padre para proteger hasta con su vida si fuere necesario a su hijo, este para lograr su alejamiento e independencia de esa excesiva protección. No entiende el hijo que lo que trata el padre es de salvarle de una muerte segura en el frente, no entiende el padre ese orgullo del hijo de que sus sentimientos ahora son otros, obcecado y engañados por ese concepto erróneo de la libertad cuando al mismo lo define  el símbolo “patria”. La patria del hijo está en su pueblo de Senegal, la de los soldados desconocidos de las colonias, muertos durante la primera guerra mundial en el monumento (llama ardiendo), en el Arco del Triunfo de Paris.

La película empieza con presagio en fundido en negro y la voz en off del padre, “el orgullo guio mi camino”, no diré como acaba. Mención aparte merece destacar la banda sonora original del compositor francés Alexandre Desplat (increíble la compuesta para esa primera secuencia), ganador de varios premios internacionales, entre ellos los dos Oscars por las películas El gran hotel Budapest y La forma del agua.

                                                                                                       El Indigente.