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Eran buenos tiempos. Estaban en la cresta de la ola. Pero Pete Doherty y Carl Barat, líderes de The Libertines, querían un cambio en sus vidas.

Les conocí en 2004 en la gala de entrega de los NME Awards. Habían ganado el Premio a Mejor Banda del Año y parecían exultantes. Nada más lejos de la realidad. Su relación comenzaba a deteriorarse y buscaban nuevas sensaciones. En aquel tiempo yo trabajaba en una productora de Los Angeles que estaba planeando estrenar una comedia de situación. Se titularía The Big Bang Theory y narraría la vida de unos científicos y su convivencia con una vecina muy fuera de su alcance. «Menuda basura, eso no triunfará jamás«, pensaba yo. Pero me equivocaba.

Aún así, la productora me mandó a Londres para cubrir la gala y comenzar con el casting de la serie. «¿Para qué coño me mandarán a una gala llena de músicos si lo que queremos son actores?«, me preguntaba una y otra vez en el avión. Me volvía a equivocar. Fue ver a Pete y Carl sobre el escenario y saber que los había encontrado. El maldito público británico les adoraba y conocía esas miradas, las había visto antes. Miradas que parecen seguras de sí mismas pero que esconden una vida que no llena, que buscan desesperadamente cumplir un sueño incompleto. No había duda. Al terminar la gala me fui directo al backstage a hablar con ellos.

Fue fácil dar con los dos. Una marabunta de groupies enfermas les rodeaba. Su música me la sudaba por completo y no sabía nada de ellos, salvo que Pete era un drogadicto, así que tenía que comenzar la conversación con un pelotazo que llamara su atención.

– Hola, Pete, encantado. Soy ******. Toma, fuma de esto, es de buena calidad.

– Tío, yo no me drogo. Todo forma parte del espectáculo. Detesto las drogas.

La cosa se ponía interesante. Yo no quería contratar a un par de yonkis para la serie y esto les hacía sumar puntos. Pronto, las groupies fueron desapareciendo y la conversación tomó una nueva dimensión. Nos metimos los tres en una sala y, entre té y té (todo muy sano), hablamos de La Teoría de la Relatividad, del origen del universo y de la obra de Stephen Hawking. Carl me confesó que había estudiado Física Cuántica en Cambridge, pero que no quería hacerlo público. Por su parte, Pete era un gran amante de la cosmología pero había tenido que dejar sus estudios de Astrofísica para dedicarle tiempo a la banda.

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Cuando la conversación estaba al rojo vivo les solté el bombazo. Estaba buscando dos actores para la serie que queríamos estrenar en un par de años y ellos encajaban a la perfección. Sabían de ciencia, tenían tablas y querían comenzar una nueva vida al margen de todo. Ya me imaginaba su respuesta, su mirada volvía a delatarles. Un sí rotundo y al unísono salió de sus labios.

Me tomé su respuesta al pie de la letra y comencé a tramar un plan para que todo saliera a la perfección. Teníamos un par de años para hacerlo, había tiempo. Primero, tenían que disolver la banda. Segundo, buscar unos dobles para que no se notara su ausencia en Inglaterra y para que pudieran montar proyectos paralelos (Dirty Pretty Things, Babyshambles…) e incluso futuras reuniones de The Libertines. Pete y Carl tenían que dedicarse por completo a la serie, por lo que no volverían a tocar música nunca.

Fue fácil encontrar un tipo igualito que Pete, poseedor de un físico inglés que abundaba en las islas. Un tal James fue el elegido. En el caso de Carl la cosa fue más complicada. Tuvimos que viajar hasta España para hacernos con su doble, un hombre llamado Juan Carlos que regentaba un bar en la Costa del Sol. Era clavado y su inglés no era del todo malo. «Tú solo apréndete las letras de las canciones«, le decía yo. «No te preocupes por las entrevistas, todas serán por escrito«.

Por su parte, Pete y Carl estaban emocionados con su nueva aventura. Se trasladaron a Los Angeles en 2005 y comenzaron a tomar clases de interpretación. El estreno de la serie estaba previsto para finales de 2007 y todo iba sobre ruedas.

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Estaba jodidamente nervioso el día del estreno. Pete había cambiado su físico completamente para meterse en el papel. Pasaba de todo y ahora podía mostrar su verdadera personalidad, no se escondía bajo una piel de estrella del rock drogadicta. El cambio de Carl se redujo a cambiarse de peinado estilo «lengüetazo de vaca», pero qué bien quedaba en pantalla. Coño, los dos quedaban bien en pantalla. Eran como la extraña pareja de la década de los 2000.

La serie fue un completo éxito desde el inicio, no podía creérmelo, y ellos lo habían conseguido: habían cumplido su sueño. Su vida de excesos quedaba atrás y ahora eran dos actores de éxito que vivían rodeados de libros y convenciones de física.

Mientras tanto, Juan Carlos y James anunciaron hace unos meses el reencuentro de The Libertines y tocarán en el Low Festval este verano.

Buena suerte a los cuatro. Sobre todo a Pete y Carl.

By (nombre que no puede salir a la luz)