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Desiertos, lugares aparentemente yermos de vida pero llenos de un vacío inspirador. Una antítesis que ha ejercido de musa numerosas veces en la música, dese el Stoner Rock hasta los desvaríos sublimes de Jim Morrison, pero que tiene su reflejo más tradicional en lo que Ali Farka Touré popularizó por primera vez mas allá de las arenas del Sahara, y hoy en día pasean Bombino y Tinariwen por escenarios de todo el mundo.

Tinariwen, “espacios vacíos”, ya lo dicen ellos mismos, llegaron a Madrid el pasado jueves con sus paisajes a cuestas, en una concepción entre la cercanía a las raíces de Ali Farka Touré y la huella eléctrica de Bombino.

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Pero la magia que empezaron a construir paulatinamente en su directo es aún más fiel al alma tuareg. Traía en un eco primigenio, vientos de un pasado nómada que ellos tienen cercano pero que, grabado en la historia del hombre, nosotros podemos entender. Todo a base de composiciones de larga duración, tejiendo un trance elemental, hipnótico y cíclico como el crepitar del fuego en torno al cual se empezaron a entonar.

Desde que el grupo tomó el escenario, con sus chilabas tradicionales y los rostros tapados por el “tagelmust” ya había una masa encendida en las primeras filas, que gritaba por un Azawad libre, y ondeaba la bandera del estado que desde la última rebelión tuareg lucha por su autodeterminación.

Un cálido abrazo al que respondieron soltándose cada vez más, en una progresión que nos iba atrapando en sus ritmos y que subía de intensidad a cada tema. Al final todo estalló en una celebración, con zaghareet incluidos (los famosos lalalalala que gritan las mujeres por esos lares) y una invasión al escenario que incrementó las palmas que habían sido protagonistas desde el principio y acabó recreando una escena mucho más propia de algún campamento que las que normalmente alberga la madrileña sala BUT.

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Es parte de la magia de la música, capaz de llevarnos a otros lugares y a experimentar una existencia ajena, en este caso aún más extraña a nuestra comprensión del mundo. Una visión posible por segunda vez gracias al compromiso de Estrella Galicia y a ciclos de conciertos como el 981Heritage SON Estrella Galicia.

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Crónica y fotos by deTorresValentí.