Por Jaime Machés

15 años cumplía ya el primer álbum del grupo The Kooks llamado Inside In/Inside Out y para soplar las velas de uno de los discos más destacados del indie británico, que llegó a vender más de 2 millones de copias por el mundo entero, la banda vino a Madrid para tocarlo de forma íntegra además de repasar algunos de los hits más importantes de su carrera.

Un concierto en el que el sentimiento final fue un tanto agridulce, ya que la banda tocó los grandes clásicos que les hicieron saltar a la fama, pero cuya duración del espectáculo dejó a más de uno con cara de incrédulo.

Y es que, sinceramente no había visto en mucho tiempo mayor revuelo por un concierto, con un sold out inmediato, la reventa de entradas en Ticketswap parecía la guerra de Vietnam. La gente estaba muy expectante y entregada a bailar los famosos temas del grupo británico, al son de Luke Pritchard. No defraudaron, pero fue más descafeinado de lo que pensaba.

Un inicio con Seaside abrió lo que sería un concierto intenso pero corto. Más tarde, le siguieron canciones como Ooh la y She Moves In Her Own Way en donde el vocalista interactuó con el público, haciéndole cantar la letra de la canción.

 

Bad Habit, un discurso de Luke, seguido de una ronda de Jaggerbombs a cuenta de un fan que el guitarrista Hugh Harris le agradeció bajando del escenario fue marcando el nudo de la noche. Más adelante, el grupo tocó Do You Wanna de su álbum Konk, con un solo de guitarra por parte de Luke Pritchard sublime que se unió a las palmas de toda La Riviera.

 

Junk Of The Heart (Happy) fue la canción final con la que el grupo decidió marcar el final del concierto….antes del bis. La verdad que ese:

I wanna make you happy

I wanna make you feel live at night

Pone de buen rollo a cualquiera.

The Kooks abandonó el escenario, con el runrún de la gente sabiendo que harían un bis. Pero se hicieron los interesantes, llegando a dejar 5 minutos entre el final y la vuelta al escenario, demasiado para mi gusto.

Pero la espera mereció la pena, ya que tocaron dos de las canciones favoritas de un servidor: No Pressure y Naive. La primera fue un traslado a un atardecer en el verano, y la segunda la banda sonora del Aftermovie de tu mejor verano. Que temón es Naive y qué bien la tocan.

Y tras menos de 1 hora y media de concierto, The Kooks abandonó el escenario. Entre aplausos, pero con la sensación de haber sido una nostalgia fugaz.