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Jueves, 8 de Septiembre, Teatro Barceló. Lleno absoluto y sold out colgado en la puerta, mientras en el interior, expectación y expectativas se acumulan en conversaciones cruzadas, que rompen en un aplauso generalizado, en cuanto Anton Newcombe se sube por vez primera, a un escenario madrileño, terminando así con el injusto ostracismo que sufría la capital al quedar relegada en todas sus giras, hasta donde nos alcanza memoria, durante sus casi veinte años de carrera.

El alma y mente de The Brian Jonestown Massacre tomó la banda rápidamente, ajeno a protagonismos, dejando el frente al clásico del grupo Joel Gion, quien estuvo entre abstracto y entretenido con sus panderetas, durante todo el concierto. Les acompañaba, entre otros habituales de la formación actual, Ryan Van Kriedt, quien quizás os suene de anteriores directos con The Asteroid #4 o los más conocidos Dead Skeletons, en cualquier caso, dos bandas muy recomendables del género psicodélico.

Con mucho repertorio que encajar, el recital empezó con “Geezers”, para ir desengranando “hits” repartidos entre sus discos, como “Who”, “Nevertheless”, “Servo”, y “The Devil May Care (Mom and Dad Don’t)”, tan emotiva y colosal, que superó en nuestra memoria a “Anenome”, que también sonó prístina y sublime.

Un repertorio bien racionado, que tiró más de las cuerdas y de su faceta clásica, que de la experimental, intercalando también bastantes temas de su anticipado ‘Third World Pyramid’, el que será el último álbum en sumarse a su extenso repertorio, el próximo 28 de octubre.

El concierto se nos fue, quizás algo prematuramente, sin apenas darnos cuenta. Por motivos de organización o lo que fuera, en cualquier caso, cuestiones ajenas a nuestro entendimiento, Anton no llegó a los más de treinta temas que sí que tocó en Barcelona. De todas formas, ya nos habíamos quitado una espinita que no imaginábamos poder quitarnos en Madrid.

Crónica y fotos by Fernando de Torres Valentí