La Sala El Sol. Ese lugar del centro de Madrid que ha albergado alguno de los mejores conciertos de la capital de los últimos años, incluidos muchos organizados por SON Estrella Galicia como el de esta crónica; fue donde el pasado jueves Eagulls dieron rienda suelta a su crudo post-punk. Noche veraniega, noche de camiseta y noche para sudar. Antes del concierto, a la salida de la sala, nos preguntábamos como alguien podía desaprovechar esa gran oportunidad de descargar adrenalina. Ningún plan superaba a aquel en la capital. Pero, incomprensiblemente, la sala no llegó a llenarse. Algo que no empañó en absoluto la actuación de los de Leeds, enérgicos y vibrantes.
Eagulls pueden mostrarse en el escenario como 5 chicos cabreados con el mundo pero en la calle son todo lo contrario. Están viviendo un sueño gracias a su frenética escalada durante este último año. Así nos lo contaba su bajista Tom Kelly, al calor de una cerveza, en la previa de la noche: «Hace unos meses mi abuela se preguntaba por qué no dejábamos de tocar y nos dedicábamos a otra cosa. Ahora, tras habernos ido de gira por Estados Unidos y tocado en el SXSW o en Letterman, no se lo puede creer. Está increíblemente orgullosa«. Eso es otro de los toques mágicos que solo suceden en la calle Jardines 3, zona en la que la imaginaria barrera grupo/público se desvanece nada más salir por la puerta, logrando conversaciones y momentos irrepetibles.
Los cañonazos de realidad enfundadas en temas como «Soulless Youth» (Juventud Sin Alma) han hecho de Eagulls una banda a seguir, copando listas y piropos en todo el mundo. Su concierto en la Sala El Sol fue breve y directo, como cualquier canción punk que merezca la pena. Corto, muy corto. Menos de una hora. No importó. Siempre es preferible una actuación corta y explosiva que una castaña infumable de dos horas.
La espera terminó sobre las 23:30 y no había tiempo para presentaciones. Los temas comenzaron a reventar los amplificadores nada más salir al escenario. George Mitchell, pálido, fibroso y expresivo vocalista, tomó el control de la actuación con sus movimientos a lo Ian Curtis. En esta ocasión dejó de lado su ya mítico abrigo militar para enfundarse en una camiseta más acorde con el ambiente.
Parado enfrente del escenario es cuando te das cuenta de la poca uniformidad de los británicos. Ellos no siguen estereotipos, no son un producto y no quieren serlo. Solo quieren disfrutar tocando como un grupo de amigos y hacer música que llegue a los oídos, que te haga reflexionar sobre las cosas cotidianas de la vida y que consiga hacerte pensar. «No music, no sex, no immediate out just for my health«.
Los temas de su homónimo álbum debut desfilaron rabiosos. Su single principal «Nerve Endings» y «Possessed» eran los más esperados. El momento en el que sonaron provocaron una liberación en el público, formando los primeros pogos y saltos que ya no abandonarían las primeras filas hasta el final del concierto. Ayudaba el potente sonido de la sala. Los decibelios estaban al nivel adecuado.
El setlist llegaba a su fin sin un momento de respiro. Jaleados por el público y llevados en volandas, no tuvieron más remedio que hacer un bis con un tema incluido en el EP anterior a su álbum. Un final que terminó por desahogar a más de uno.
Trabajo bien hecho, manta y carretera. Y una impresión: Si Eagulls mantienen en su segundo álbum el nivel de su debut no habrá quien les pare.
Crónica by @RayVegas. Fotos by Fernando de Torres Valentí.