Se podría decir que la noche del sábado fue de desenfreno. De un no parar. De bailar y sudar hasta que el físico no diera más de sí. Fue una noche de parejas y de dúos. De Blood Red Shoes y de Slaves, el sorpresón. Los primeros, con una trayectoria más larga y exitosa. Los segundos, más sinvergüenzas y con ganas de comerse el mundo.
Y con ellos comenzó la locura en la sala Copérnico de Madrid. Carismáticos, incendiarios. Slaves fueron la revelación de la noche. Temas cortos, himnos de 2 minutos. Uno de apenas 16 segundos, «Girlfriend». La mayoría del público no tenía ni la menor idea del sonido al que se enfrentarían cuando la pareja, guitarra y batería, saltó al escenario pero a los 3 temas del inicio, los pogos al son del sonido punk y sucio garage fueron la tónica habitual en las primeras filas.
El traje del vocalista y batería se iba desintegrando hasta que se quedó con el pecho al descubierto. A partir de ese momento el ambiente ya estaba más que caldeado y el líder se atrevió, incluso, a marcarse un stage diving.
Y si nos referimos a su sonido, esta banda tiene un gran futuro por delante. En su currículum ya tienen tachado festivales tan importantes como el Reading Festival o el reciente SXSW. Y es que su material, capitaneado por su hit «Where’s Your Car Debbie», es un auténtico pepinazo. «Suicide», «Nervous Energy», «Cease fire», «Beauty Quest»… Todos y cada uno de ellos pildorazos demenciales. No suelo poner links en las crónicas pero este grupo (y vosotros) merece que se escuche su discazo.
Era la primera vez que los de Kent pisaban Madrid y dieron mucho espectáculo. Demostraron que el punk británico está muy vivo.
Tras ellos llegaron los que todo el mundo, en principio, había ido a ver y escuchar: Blood Red Shoes. Los de Brighton entraron con el ambiente bastante calentito, cosa que les vino genial a sus dos primeros temas, «Welcome Home» y «I Wish I Was Someone Better». La diferencia entre ambas bandas, a simple vista, eran evidentes. Tanto en el físico como en la puesta en escena. Comenzando por la apariencia angelical e inocente de Laura-Mary Carter, amor platónico de más de uno de los asistentes. La antítesis de su sonido. No se mueve mucho pero las notas que fluyen de su guitarra son un diamante en bruto.
Y hablando de guitarras, el desfile que la vocalista y guitarrista de Blood Red Shoes hizo del instrumento fue infinito. En cada tema había una Jaguar, Telecaster o Fender diferente. Un alarde memorable.
Mientras, el espectáculo continuaba tanto en el escenario como en el público. Los temas continuaban en forma de clásicos de sus primeros álbumes como en cortes extraídos de su último trabajo homónimo, publicado hace unas semanas. «Light It Up», «Don’ Ask», «Cold», «The Perfect Mess», «Colours Fade» o «Je Me Perds», con el que dieron por concluida la actuación pre bis.
Su actuación, según sus propias palabras, fue la más multitudinaria que la banda ha dado en nuestro país y es que su paso por el DCODE hace 3 años conquistó a más de uno y aumentó su legión de fans. Fans que disfrutaron del potente sonido de Carter y Ansell, al que pusieron punto final con «Cigarettes In The Dark», «This Is Not For You» y «Red River».
Una noche en la que el rock, el garage y el punk cobraron vida propia. El cansancio post concierto fue, en este caso, bienvenido.
Crónica by @RayVegas. Fotos by J.C.