Lo reconozco, fumo porros a diario, me fumo uno y es como poner la radio el día 23 de Febrero (23F) del presente año a eso de las 21.47 de la noche, completaba la compra de un par de abonos para el Low Festival cuando el cartel aún estaba a medio confirmar.

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¡¡¡Benidooooooorm!!!

La peregrina razón que me obligaba a perderme los reportajes de turno en plan “Quieto todo el mundo”, “De farreti con el elefante blanco”, “Al suelo que viene Tejero” y tal, tenía nombre de banda californiana, THE GROWLERS (Los Growlers). Y el resto daba todo igual. Que en el devenir de los meses se confirmaran míticos de la talla de The Libertines, Kasabian, Foals, The Raveonettes… fue fruto de la más absoluta casualidad.

Así que fui montando toda la parafernalia del que va sobrado a un festival, grupo de colegas selecto, apartamento deluxe en la zona menos casper de Benidorm, y maletero cargado de bebida; “la gente usa distintos vicios para evitar tomar buenas decisiones. El mío es el alcohol” frase cortesía de Brooks Nielsen (vocalista de The Growlers/Los Growlers) y acostumbraos porque al final de este post descubriréis que The Growlers/Los Growlers son escuela de vida.

Os pongo un poco en contexto para que os hagáis una idea de porqué un solo grupo bien merece la pena un festival entero y es que de ellos se ha dicho:

En sus conciertos una amalgama de freaks e inadaptados se contornean a ritmo de un surf a ratos lánguido y oscuro en unas bacanales de música, drogas y alcohol que tienen su propio sello de identidad.

Consiguen un sonido muy propio denominado ‘Beach Goth’, que contiene una mezcla de surf rock californiano, psicodelia y mucha nostalgia. Mezclan, punk, country, garage, lo-fi y pop.

Sus canciones son armónicamente simples, melódicamente bellísimas y líricamente sorprendentemente serias.

El caso es que ya estábamos dentro y lo primero que tocaba era localizar el escenario Matusalén aunque faltase más de hora y media para que diese comienzo EL CONCIERTO. Todo lo que pasó antes de las 22.30 o así no lo recuerdo, cero, en absoluto, amnesia total a excepción de un camioncito de vinos. Y después, todo era césped y flipar con estar viendo a escasos metros, que eran los propios The Growlers/Los Growlers quienes se hacían la correspondiente prueba de sonido.

growlers-low-2015Y ya con el gusanillo metido en el cuerpo y una sonrisa bobalicona  y escéptica en la cara de servidora, empezamos a sacudirnos suave y espasmódicamente porque amigos, I’m a dealer with an infinite tab y todas esas cosas que cuentan en «Big Toe«.

¡¡¡YEEEEAHHH,YEEAAAHH, SIII, SIII!!! De izquierda a derecha Matt Taylor (guitarra), Anthony Braun Perry (bajo), Brooks Nielsen (voz), Scott Montoya (batería, ex bajo) y Kyle Straka (teclados, guitarra) con calma y cabeza fría pero corazón caliente, mucho, al más puro estilo “Benidorm y su calor, te atrapa” se fueron haciendo con los mandos de la nave y ante algo así nadie podía resistirse pero aun era pronto para empezar a aullar a la luna así que no me quedó otra que aguantar el tipo y agarrarme al brazo de mi colega Batman.

Haciendo un esfuerzo sobrenatural consigo centrarme durante un segundo, tiempo más que suficiente para dejar de pensar que soy Johnny Depp en “Miedo y asco en Las Vegas”, creo que están sonando bien, la voz de Brooks va tomando más color con cada canción aunque también agradecería un pelín más de volumen en la banda.

Estamos sudando como cerdos y no somos los únicos, la ropa nos sobra y me entran ganas de arrancarle a bocaos a Brooks el gorrito de lana con el que ha salido a tocar, pero después tendría que hacer lo mismo con Kyle y ya metida en faena lo propio con el tío de Amaral y me entra la pereza del mundo y lo empiezo a ver como algo rutinario y “Monotonía” de fondo hace que toda esta locura de lana merina que se me ha metido dentro empaste para siempre. Dos temas más y prometo que aúllo a la luna. En realidad si te quedas mirando fijamente a The Growlers/Los Growlers una espiral multicolor de psicodelia surgida de la nada te transportará de viaje por las viejas glorias de La Costa Oeste y en esas estaba mi compadre El Negro, totalmente absorto pensando que podía verse reflejado en las gafas de Anthony cuando de pronto el volumen lo peta en «Love Test» y ahora sí, se escucha todo bien y la gente buena siempre goza nunca hay pena y yo solo pienso en ofrecerle mis pechorelitos a la madre tierra y en ponerle flores en la barba al primero que se me cruce.

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Lo dije, lo hago, es el momento, aullamos, bailamos rozando la epilepsia, The Growlers/Los Growlers hacen lo propio circulan sin planes y sin ayuda y saben que así funciona. Sonido ‘Beach Goth’ en estado puro, o lo que es lo mismo, melodías paridas en noches de playa, bourbon, surf, hogueras y letras oscuras acerca de la muerte y otros temas, ¡¡Qué no acabe nunca joder!!. Están haciendo un señor repaso a toda su discografía manteniendo en todo momento una muy buena coherencia entre canción y canción, si tuviera que elegir los tres temas que mejor han sonado lo tendría difícil. «Good Advice«, «Chinese Fountain» y «Gay Thoughts»  se me pasan en un suspiro, ¡¡¡¡vamos chavales, el calor es un estado mental en Benidorm y la deshidratación no existe!!! The Growlers se sienten como en casa, nos regalan palabras en español-mejicano y nos meten directos en el fin de fiesta con «Someday» y «Going Gets Tough«, aquí mis primos se han marcado veinte temarrasos para quitarse el sombrero en poco más de una hora.

Los surferos de alma gótica, los chicos raros de Dana Point, el eslabón perdido del verano del amor … ¡¡¡LOS GROWLERS!!!! amigos, si no los ves una vez en tu vida, nada tendrá sentido.

 

By Laura Carrasco

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