El nombre de Extremoduro ha ido siempre ligado a la poesía, bueno, a la poesía y a la droga, pero ya nos meteremos otro día en analizar eso. Mientras encontramos camellos de fiar mejor nos damos a los versos, y para ello, qué mayor honor que contar con los estudiantes de letras, es más, los estudiantes de literatura, esos que lo saben todo sobre la «visión» de Borges, la barba de Valle-Inclán y la verdadera identidad de Homero. Un puñado de ellos nos contarán, con una autoridad sustentada en su criterio y en sus estudios, cuáles son para ellos los versos y frases más importantes, profundos y dignos de Extremoduro, y lo harán con todo el amor que profesa también un seguidor de la banda.

Conciertos de Extremoduro en España en 2020

Con todos ustedes los estudiantes de literatura que no han querido recibir nada por este trabajo, pero nos obligarán seguramente a pagarles en cañas y entradas de conciertos de Rosalía.

 

Las mejores frases de Extremoduro analizadas por estudiantes de literatura

 

«Se pasó una vida entera y yo sólo guardo el recuerdo de unas pocas horas»

 

Por Javier Domingo, maestría en literatura, doctorado in progress. Amigo de las armónicas y de los antros de blues.

El Robe que más me gusta es el Robe que recuerda y que reflexiona sobre su propia (in)capacidad de recordar. No es otro el tema de su «Tango suicida», perteneciente al penúltimo disco de la banda: Material defectuoso (2011). En la canción se retrata al hombre de la herida negra que intenta rescatar del incendio unos pocos fragmentos deshilvanados. Estos son descritos en un delicado estilo impresionista justo a continuación de la frase citada: «Era primavera, el sol salió ese día por ponerse a tu vera. Y el olor de un día de enero, estribadito en tu agujero, sigue en mi cabeza. Y un verano juntos de la mano y de pasar la noche fuera». La canción se remata con el autorretrato del letrista, destacado precisamente como una suerte de Funes borgiano a la inversa: «Sin nada mejor que hacer (…) Hurgando en el recuerdo y no lo entiendo mejor que ayer»; problemática sobre la que ya había reflexionado en una canción mucho anterior, «Quemando tus recuerdos»: «Me acuerdo de sus caricias y la memoria me engaña».

 

«Qué más da ser poeta o ser basura»

 

Por Jesús Jiménez, maestría en literatura. Amigo de la barba descuidada y el pantalón de chándal.

En esta canción Extremoduro plantea una de las cuestiones capitales de su música y la actualidad: ¿Sirve de algo vivir hoy o mejor sería ser basura de equinos muertos? El grupo de música llega a esta idea desde esa hembra del caballo que el cantante (o narrador de la canción) tanto quería, desde esa perra (o hembra del macho) que le acariciaba y le dejó solo una foto. Si Nietzsche acabó con Dios y se preguntó qué haríamos nosotros con su sangre, Extremoduro se plantea qué hace aquí él, ya sin Ella, sin esa mujer que le pega palos y se ha ido del Cielo. La respuesta está clara: ir de puta (o puta guapa) en puta (o puta bonita) por la ciudad hasta arriba de caballo (o el macho de la yegua) y relinchando.

 

«¿Cómo quieres que escriba una canción si a tu lado no hay reivindicación?»

 

Por El Brito, maestría en literatura. Confidente de Princesas.

Escribir es una putada. Lo que mola es leer y pasear o leer y hablar. Sin embargo, llega el momento en que las ficciones ajenas se agotan. Es el momento en que escribir se vuelve un problema que se resuelve en frustración o conflicto. Y se necesita ambición para seguir adelante. Mucha ambición. ¿Se necesitan conflictos para escribir? Esta es la canción «donde nunca pasa nada». Yo, la verdad, no tengo ni idea porque no escribo y mi vida va viento en popa.

 

«No me levanto ni me acuesto día

Que malvado cien veces no haya sido.

No me entretengo, estoy en lucha entodavía.

Hoy voy ganando, ayer perdí»

 

Por Ovejo Cangrejo, licenciado en filosofía. Maestría en literatura. Trap’s analyst.

La sangre y el vino se reconocen como hermanos entre ecos titilantes con la misma fuerza dada que tuvieron aquellos abrazos entre Neruda y Hernández. No es casualidad que el llanto final de Prometeo sea el comienzo de Sucede, el primero del oriolano y el otro del parralino. Esa herida que sigue el baile de las amapolas rezuma el caldo del eterno retorno, del hastío y mejunje de rutinas al verse encadenado, culpable de un delito de amor rapaz que ahora solo le vale para regar jardines. Extremoduro esboza a cuchillo en camisa planchada el dolor hueco de saberse comida y ser comido.

 

«Necesito drogas y amor»

 

Por Dimas P.L., graduado en periodismo, maestría en literatura. Amigo del porno de autor y los caracoles con Tabasco.

Quizá en esta frase podamos encontrar ese punto de unión preciso con el que definir a esta banda. Esa banda que desde un principio se nos presenta como algo agresivo y marginal que hace apología de lo feo, pero que, sin embargo, deja ver un candor de fragilidad y belleza cuando puede. Este empeño se puede ver más acentuado según avanza su discografía.

Sí, son ellos, el mismo grupo «condenado a vivir entre maleza sembrando flores de algodón», los que juntan en una sola frase y en una sola carrera musical estos dos mundos: el poético y vital con el patético y urbano. Y lo hace con una petición de lo más sincera y llana a lo que puede llegar a coronar estos dos mundos: la droga y el amor. Además, parece, haciendo profundo hincapié en cuanto comparten estos dos conceptos: éxtasis, dolor, adicción, paranoia, bienestar, movimientos intravenosos, dopamina, dilatación pupilar, llanto, enfermedad, celestinas y camellos

Quizá si has pisado alguno de estos dos mundos o si lo has hecho a la vez has sentido tan alta necesidad y has gritado por ella a través de una ventana que esperas de a algún cielo, porque no hay peor síndrome de abstinencia, no hay mejor colocón.

 

«¿Que en qué coño ocupo el tiempo?

En salir, beber, el rollo de siempre.

Meterme mil rayas, hablar con la gente»

 

Por Saruca Lupa, filóloga, maestría en literatura. Amante de los animales «menos de las mantis que me dan miedo».

En estos versos podemos encontrar el nihilismo de toda una generación y la decadencia y desidia de la repetición. El fin de lo divertido y «lo máximo» a partir de la reiteración. Porque eso es lo que pasa cuando cada día es un día de fiesta que es indistinguible de los días de mierda. Quién sabe, quizá, abotargados por el hedonismo y el mísero Carpe Diem, vivamos sumidos en un mismo día eternizado, sin cabos, ni principio, ni precipicio. Ahí la referencia del tiempo y la idea de que este sea imposible de aprovechar una vez que creemos estar haciéndolo con una serie de manías como es la de vivir.

 

Y hasta aquí nuestro top de versos y versados. Si acaso quieres escribirles una carta de amor o de odio, no te cortes, nos vemos en redes. Aquí te dejo la mía, por ejemplo: Dim Buller.