By Dimas Pardo
Qué ocurre realmente con nuestras bandas entre bastidores cuando se encienden las luces y se ha marchado hasta el último mono borracho del recinto? ¿Llega un camión con majorettes sin bragas que descarga sobre una superficie extensa y acolchada dentro de los camerinos? ¿Se llama a Telecoca y se piden los pollos más rollizos de la drogogranja? ¿Alguien improvisa un tema personal y todos los compañeros se unen en una jam, emocional e íntima, que solo los asistentes, el bedel, el camello fiel y 256 majorettes sin bragas pueden escuchar? ¿O quizá los músicos optan por un poleo menta suave y una rutina básica de autocuidado para mantener la salud y la cordura durante la gira?
Vamos a verlo.
Ir al meódromo con urgencia
¿Acaso no lo sospechabas? Después de un concierto de dos horas, los artistas suelen tener necesidades básicas que atender. No quieren que su vejiga explote cual condón usado colmado de urea.
*Yo tenía un amigo que rellenaba el condón con su propia orina tras eyacular para comprobar que no estaba pinchado. Era como una lámpara de lava de seguridad sexual.
Piénsalo, la mayoría de los cabezas de cartel suelen tocar entre una y dos horas en sus conciertos, lo que implica que al finalizar la actuación, la necesidad de visitar el baño es lo más común del mundo. Así que, en los bises, en lo último que están pensando es en la ilusión que te hará que toquen “Como Camarón” o “Fiesta Pagana.”
Sin embargo, no todos los héroes logran llegar al baño a tiempo:
Fergie, ¿la recuerdas?, la de Black Eyed Peas, se meó en sus glamurosos pantalones durante un concierto en San Diego en 2005 debido a la combinación de retrasos y la presión de subir al escenario de inmediato. Desde entonces su autoestima no ha sido la misma.
Otros músicos famosos han admitido que orinan en tristes cubos o papeleras durante sus actuaciones son: Katy Perry, Lady Gaga, y, por supuesto, Patti LaBelle, una legendaria cantante de soul, que incluso orinó en una jofaina durante una actuación, manteniendo su actuación sin interrupciones.
*No desprecies a tus artistas preferidos por mearse encima durante sus recitales. Lo hacen por el amor que te tienen y porque todavía no han inventado el pañal con lentejuelas.
Recoger el maldito equipo
No sé en qué mundo aletargado por las drogas y la irresponsabilidad vives, pero la mayoría de bandas una vez finalizado el concierto, debe enfrentar la ingrata tarea de desmontar y cargar su propio equipo para que el local pueda cerrar y ellos seguir con la marcha de su infructuosa gira rural.
El artista que también hace de pipa es de lo más común, y quizá recoger tu material sea el paso más importante para llegar a ser una estrella, digo yo, porque casi todos han empezado así.
Como dice Charlie Caruso, director de gira del grupo indie Can’t Swim:
“El grupo y su equipo deben abandonar el local una hora después de que termine el concierto. Esto significa que el escenario debe estar desmontado, toda la mercancía guardada y todos los pagos liquidados en ese tiempo, lo que, la verdad, deja pocas oportunidades para la diversión y el descontrol. Poco salir de fiesta y poco perder el tiempo.”
El guitarrista John «Quitty» Quittner también tiene algo que decir sobre el asunto:
“La carga de recoger debe realizarse sin importar lo cansados o borrachos que estén todos. Además, todo debe meterse en la furgoneta o el remolque de forma que pueda descargarse fácilmente en la siguiente parada de la gira, lo que significa que hay que tener cuidado y prestar atención”
*Hasta ahora solo hemos topado con gente con incontinencia y personas responsables con su equipo. Qué decepción. Nada de camellos ni majorettes sin bragas.
Ocuparse de sus propios asuntos
Pero sigamos con cosas poco glamurosas, por qué no. A menudo, después de un concierto se da el único momento que tiene un ajetreado artista para ponerse al día con su familia* o amiguetes, lamerle el ojal a la prensa u ocuparse de otros proyectos y asuntos personales.
* Y no hay nada menos glamuroso que la familia. A menos que seas la puta Kim Kardashian. Que ha vendido su alma a cambio de que su culo y el de su clan trascienda.
En una entrevista con Andrew Kamen, el vocalista de Tyler Povanda, este se lamentaba:
«Joder, no hay puto tiempo para hacerlo puto todo».
Muchos artistas de hecho solo se dedican a disfrutar de unos momentos de intimidad y relajo tras el duro trabajo**, emocional y físico, que supone actuar. Yo, personalmente, me los imagino oliendo rosas con medio cuerpo sumergido en una bañera de agua caliente.
*Las rosas se las trae su ayudante, previo al bolo, y él elige las mejores y mas odoríferas.
**Y sin haberlo deseado, me ha salido un pareado.
Hacer migas con los fans
Cuando me refiero a “hacer migas con los fans” no quiero decir que se pongan con el plato extremeño, “Yo pongo los ajos” “¡Pues yo preparo el sofrito!”, no. Algunos fans se quedan después de los conciertos con la esperanza de conocer a sus artistas favoritos. Lo sabes porque probablemente hayas estado ahí. Esperando a que saliera tu Mojino Escocido favorito.
Bien, pues dependiendo del humor del que esté el cantante, y sus horarios, este suele dedicar algo de tiempo sano a firmar autógrafos, charlar, hacerse fotos, con suerte ligar, con todavía más suerte, follar esa noche…
En el caso de los grupos de bajo perfil, estos encuentros suelen tener lugar en el puesto de camisetas o en la barra de la verbena, con el Tío Paco esperando a que alguien pida. Algunos artistas también se toman su tiempo para reunirse con los fans fuera del recinto, a menudo cerca de sus autobuses o furgonetas de gira. Y, ahí, con muuucha más suerte, tras ligar y follar, algún super fan se sube los pantalones, da un golpe con el puño sobre la mesa de camping, y se postula para pagar él mismo la gasolina que necesita la banda para llegar hasta el siguiente pueblo.
Los artistas pro, los que están a otro nivel, esos que no pueden chocar esos cinco con todos y cada uno de sus fans porque no habría un recinto equipado para aguantar tanta baba, suelen ofrecer paquetes de encuentros y saludos para agilizar el proceso antes o después de los conciertos. Suele ser caro para el fan y de muy hijo de puta por parte del artista. Según PAPER Magazine, con 2.500 dólares se podía tener un breve encuentro y una foto con la flipada de Britney Spears, y, por 500, una foto rápida y unos segundos con el flipado de Niall Horan, de One Direction,
Otros artistas, como Harry Styles, Taylor Swift o Rosendo se niegan a cobrar por los encuentros.
Relajarse de una vez con alguno de sus pasatiempos friquis
Una actuación en directo, como el Red Bull mezclado con metanfetamina, te revienta por dentro, pero a su vez, te mantiene con una alta dosis de adrenalina durante varias horas.
Por eso, muchos artistas de gira idean formas creativas de relajarse después del concierto.
Algunos grupos, como Kongos, disfrutan de los videojuegos, con tres PlayStations en su autobús. Su cantante se ha pasado al menos tres veces el MediEvil y alguna vez ha llegado tarde a la prueba de sonido, imbuido por la magia del balón en el FIFA Street. En las estaciones cálidas, se involucran en actividades al aire libre, como pasear en bicicleta o hacer largas sesiones coregasm.
El vocalista de Def Leppard, Joe Elliott, tiene una notable (y noble) colección de libros y ve televisión durante horas tras bajarse del escenario.
Rod Stewart, en vez de drogarse o robar coches, lleva a cabo su afición excepcional: construir una maqueta completa de una ciudad de trenes.
Sí, está documentado, Stewart ha llegado a alquilar habitaciones adicionales en los hoteles para asegurarse de tener suficiente espacio para sus creaciones.
*Este proyecto, propio de trainspotters jubilados, duró 23 años.
Darse una vuelta por la escena local
Las estrellas del escenario, sin importar su fama, comparten un secreto*: su amor por la noche y su vibrante conexión con la música. Cuando las luces de su concierto se atenúan, comienza la aventura nocturna. Los artistas, como exploradores urbanos, se precipitan hacia el mundo subterráneo, descubren nuevos sonidos y exploran horizontes desconocidos.
*Aparte del ego desmesurado.
Tyler Povanda, vocalista de Save Face, es uno de esos noctifagos melómanos.
En su reciente encuentro con Andrew Kamen, compartió su pasión por la música y reveló su costumbre de dedicar unos minutos mágicos, después de cada concierto, a zambullirse en la actuación de otros talentosos grupos del cartel.
*“No son tan buenos, pero peor se está ordenando pantalones elásticos en el camerino”, imagino que piensa.
Pero el recorrido nocturno de los músicos no se limita a los conciertos. En el documental «A Life in the Day» de John Mayer, esta leyenda de la guitarra nos guió a través de su mundo posconcierto. Allí, le vimos salir del escenario, sumergirse en un cóctel en un elegante bar y, finalmente, retirarse a su lujosa habitación de hotel.
Algunos artistas, como el fenómeno del pop y el hip-hop Post Malone, no solo buscan la magia de la noche, sino que la crean.
En su Twelve Carat Tour en 2022, Malone celebró una serie de extravagantes fiestas oficiales después de cada actuación. Las fiestas fueron organizadas por el incansable Dre London, su manager, y tuvieron, claro, su misteriosa lista de invitados sorpresa.
Pasar un ratico con los suyos
A menudo, los artistas pasan meses fuera de casa y sólo pueden conectar con su familia y colegas a través de un misero meet de Google, como si esto fuera la puta pandemia.
Por razones como esta Jewel se ha llegado a llevar a su hijo de 11 años con ella en su gira de verano. Daba igual las que aprobara el chaval: castigado escuchando el folk pop de mami todo agosto mientras sirve minis sin hielo con José Luis, el de mantenimiento, que lo mira raro.
Pero, tranquilo, el niño no está solo. Jewel también se llevó a sus amigos más cercanos en avión para que no se perdieran nada de su vida.
«Sólo quiero que sea un ambiente comunitario más divertido y festivo en lugar de simplemente salir de gira durante dos años y no ver a mi familia y amigos durante dos años.», afirma Jewel.
*Ya, joder, Jewel, pero la gente tiene su vida.
**Di NO a ser secuestrado por Jewel.
***Jewel es prima segunda de la actriz Q’Orianka Kilcher. ¡Toma dato inútil de Wikipedia!
Pero Jewel no es la única que lleva su propio séquito maniatado de gira.
Cada vez son más los artistas que combaten la soledad y las largas ausencias familiares llevándose la casa con ellos.
El cantautor y padre soltero Ed Hamell, de Hamell on Trial, lleva años pervirtiendo a su hijo Detroit, de concierto en concierto y Kori Gardner y Jason Hammel, del dúo pop Mates of State, y sus hijos se han convertido en una familia roquera, que sale de gira en verano para adaptarse a los horarios escolares de sus hijas.
*¡Qué alguien pare esto!
Como señala de forma caprichosa Mike West, de la banda folk-punk Truckstop Honeymoon:
«Un local de rock es un entorno mucho más seguro y sano que un centro de enseñanza media o secundaria».
*Cierto, Mike, en ocasiones hay menos armas.
Participar sin pantalones en la movida que se cueza
Tranquilos, el Sexo, drogas, rock n’ roll way of life no ha desaparecido. Quizá solo se ha moderado.
Cada día damos gracias a Ozzy Osborne porque muchos grupos siguen practicando el libertinaje durante sus giras. Ya sea esnifando alcohol a través de un embudo, desmandando su promiscuidad sexual o consumiendo droga mientras afinan la guitarra.
Oix… Lo malo ahora es Internet. Ya sabéis, ese invento del maligno saca a la luz todos los aspectos de la vida de un artista. Ya no es tan fácil colocarse y quemar una iglesia como antes. Los medios lo exageran todo y a la mayoría de los artistas les resulta demasiado agotador encajar sus perversiones y juergas en su horario laboral.
Dicho esto, cuando se da, se da y los músicos encuentran la manera de desahogarse. Haim admite haber bebido mucho tequila en alguna noche esporádica después de un concierto; el cantante de country Morgan Wade reblandece el rigor de la vida solitaria en la carretera con comportamientos imprudentes. «Sales y te abres a toda esa gente. Es ruidoso y divertido, luego vuelves a tu autobús, estás excitado y solo».
*Es el momento de tocarte mientras tragas champán, Morgan.
Aunque el abuso de sustancias y las fiestas duras son menos comunes en las bandas más jóvenes de hoy en día, siempre quedará el fin de gira para ponerte ciego de todo y tratar de no morir en el intento.
*Sí, esto es apología de las drogas (y del sexo, y del r´n´r).