Por Dimas P.L.

Se podría haber llamado “Río Babel 2022” o “Cómo Dimas P.L. (Yo) intentó ligar con Kira Miró, que estaba entre el público, en un momento reguetonero de efusividad brindado por Residente”.

*Spoiler: No se vio interesada. Simpática y cortés, sin embargo, como toda mujer que con elegancia profesional y curtida da calabazas.

Pero no nos salgamos de madre: HEMOS VUELTO A RIO BABEL.

Joder, y es que hemos estado en todas sus ediciones, incluso en la del año pasado, que no fue un festi en sí* más bien fue un ciclo de conciertos. *Por aquello del coronavirus.

Necesitábamos más y vaya si lo hemos tenido. Nos ha encantado ver como Río ha crecido, tanto en espíritu como en infraestructura, mudándose de su emplazamiento mítico, IFEMA, a los campos vastos de La Caja Mágica. Más público, más nivel en el cartel*, más espacio y más espacioS**…

*Más nivel si cabe, porque un año fue Bunbury y Bunbury es lo mejor que le ha pasado a la música en castellano desde que Cervantes se arrancó a cantar una tarde por soleares.

**A la zona VIP y el merendero se le han sumado Babel Comedy, Artbabel, emplazamientos donde disfrutar de monologuistas y artistas que lo petan en el panorama.

Pero dejemos de chuparle el culo a esta gente tan encantadora, ahora vienen los míticos premios que da Wake And Listen a los músicos en los festivales. Ya sabéis, lo hemos hecho antes.

¿Estarás tú entre los galardonados?

No lo sé.

¿Eres C.Tangana?

 

Crónica: Río Babel 2022 – Premios del festival

 

C.Tangana: Premio al “Tipo que no soporto pero tengo que reconocer que tiene la mejor puesta en escena que haya visto en directo”

No hace mucho me tuve que poner El Madrileño. El famoso disco. Quería quejarme con propiedad de C.Tangana cuando los vendidos de mis amigos lo pusieran en el coche.

Y cumplí mi propósito: escucharlo y renegar de él con cierto glosario y bagaje.

Pensaba hacer lo mismo durante el festival: Chafarles la esperada actuación de C a mis compadres solo por dar rienda suelta a esa pulsión insana que tiene el roquero old school de chinchar a todo aquel que no escuche y santifique lo mismo que él.

Sin embargo, para mi sorpresa, me encontré con probablemente la mejor puesta en escena sobre un escenario que haya visto jamás en un directo.

Espectacularidad, mimo, detallismo y una narración teatral propia de un disco conceptual o el mejor de los videoclips.

El tipo no sabrá cantar y sus letras serán lo más parecido a un piropo de un albañil baboso, pero tiene la fórmula para emocionar y para encandilar a sus oyentes.

Da igual que canción tocara, “Comerte entera”, “Demasiadas mujeres”, “ Ingobernable”… todo sonaba a gran hit porque los 27500 asistentes lo cantaban como si lo fuera. Desde treintañeras hiperactivas que parecieran acudir a su primer festival, hasta yo, que tuve que rendirme y finalmente pasarlo bien.

 

Molotov: Premio a “Los tipos que llevo siguiendo desde niño y no me puedo creer que los haya visto ya, por fin, en directo”

Lo que hicieron los amos de la sátira guasona y la pendejada fue muy difícil: hacer bailar con rock pesado y casi anacrónico a un festival al que va otro tipo de oyente, de chile, mole y pozole.

Ellos aguantaron la vara y sacaron todos sus grandes cócteles provenientes de uno de los mejores discos debut de la historia del rock ¿Dónde jugarán las niñas? y, yo, claro, mi flagrante estilo lumpen punk para danzar.

Es verdad que había calvas entre el público, que raleaba el foro sobre todo al llegar a sus confines, pero… ¿qué le vamos a hacer? Me vale un reverendo cacahuate. Así teníamos más espacio para bailar los que nos quedamos.

Era como volver a las mañanas de los noventa impulsado en una liana de bordones eléctricos. La sombra de la gente en el pavimento tenía dibujada una sonrisa en la cara y aunque hubieran temas menos conocidos, como “Lagunas Metales”, daba igual, se meadreaba con codazos al vecino y se saltaba.

Personalmente nunca olvidaré como, para cerrar la actuación, la banda quiso dar una explicación preambural y moral acerca de “Puto”.

Y algo se le entendió a Tito Fuentes sobre que ésta no trataba sobre la homofobia. Pero, sinceramente, al público le daba igual, solo quería brincar. Así que impidió toda captatio benevolentiae, innecesaria para los que tenemos dos dedos de frente, con un sonado y reiterado: “¡Puto!¡Puto!¡Puto!”

 

Residente: Premio al “Tipo que hace reguetón con cabeza y letra y con el que te puedes dejar llevar sin miedo a que sus canciones digan alguna subnormalidad característica del género”

Siempre había desconfiado de René, Calle 13 sonó demasiado en mi odiosa adolescencia vinculada al tuning y reguetón. Sin embargo, he de decir que de todos los artistas que abochornaban la radio fórmula en aquel momento, él es el único que me ha hecho bailar.

Y probablemente, después de este concierto, sea el único rapado en tirantes al que respeto. Junto a Vin Diesel, claro está.

El mensaje de cordialidad y armonía entre naciones, el político y el burlón, el vitalista y redentor… Todo parece casar a la perfección en un setlist que hizo tanto perrear a la peña por la paz mundial, como llorar por las desavenencias sociales.

Me puse hyper con “Atrévete-te-te” y me sentí callejera con “Cumbia de los aburridos”, protesté contra USA con “This is not America”, me sorprendí con lo bien que se movían las novias de mis amigos con “Fiesta de locos”, intenté ligar con Kira Miró en “Latinoamérica” y fui a por cerveza casi soltando una lágrima con mi “No rotundo” y antiguos recuerdos con “Muerte en Hawaii”.

 

Zahara: Premio a la “Tipa que se ha sabido reinventar y te da la fiesta ravera que no sabíamos que podían dar los cantautores”

Uno siempre tiene ciertos prejuicios contra los cantautores. Yo, sin ir más lejos, llegué a Zahara en su día con cierta incomodidad. La confundía, entre tantos nombres nuevos, con gente como Rozálen o Marwán, que, claro, detesto.

Aun así, a lo largo de su carrera, me fue cautivando con su entretenida voz y sus carismáticas letras.* Luego, en la cámara sellada de mi habitación, asistí a su polémico disco Puta. Algo tan punk y letroso, tan sesudo y rabioso, que era digno de alabanza por muy cantautora moderna que fuera.

Y el siguiente paso hacia mi sello oficial de validez llegó en este Río Babel. Justo a mitad de un directo donde el rojo de las luces primaba y la fuerza de los sintetizadores lo devoraba todo. Creo que incluso llevaba medias cool de rejilla, la pava.

Dio un despliegue ravero tan garrafal que hasta sus temas más sensibles fueron absorbidos y versionados para ser arrojados inmediatamente, con vertiginosa fuerza, a la testuz del público.

Yo no paraba de mirar hacia atrás “Seguro que hay alguien por aquí decepcionado rumiando un ‘Esta no es la Zahara que me gustaba a mí. Ya no es lo que era. Ha cambiado’”.

Por favor, escúchame gritar en tu cabeza si estás leyendo esto y resultas ser aquella persona: “¡Qué te den!”.

*A mi parecer no va tan de poeta como el resto, lo que le honra.

 

Zoo: Premio a los “Tipos que uno podría esperar en el Viña Rock pero que se lo montan que te cagas en otro tipos de ambiente. Como este”

Son de mi zona, son de mi rollo e incluso comparto dejes del idioma y algún que otro amigo con los integrantes, ¿qué decir entonces de ellos?

Que han unificado, con encanto y buen rollo, a un público tanto roquero como pachanguero por el bien común de la existencia festivalera.

Parece que acabaran de llegar al mercado con su puesto de bragas de rebajas y lo hayan revolucionado todo con su último disco Llepolies*, pero Zoo es una banda que se ha ido fraguando la confianza de la bulla desde hace mucho tiempo. Empezando por la Terreta y acabando aquí en la pista más céntrica y alejada del litoral.

*Disco del que tocaron casi todo en Río Babel.

El principio del fín comenzó con “Avant” y hermanó a todos los que quedábamos todavía en pie para acabar el festival saltando y lanzando vasos de plástico al aire.

Nevaba cerveza como si hubiera explotado un silo de Águila en Navidades.

Uber, Bolt y Cabify hacían rugir sus motores esperando nuestra salida.

Nos quedaba cuerda para rato.

 

Accésits honoríficos:

Carolina Durante: Accésit por haber creado la necesidad de escucharlos ya en cualquier festival.

Siempre hay mono de ellos y de las convulsiones vocales del cantante.

Ciudad Jara: Accésit porque tienen ese rollito ecléctico que hizo famoso a Río Babel.

Apunte final del autor:

Sé que Dani Martín era el cabeza de cartel de la jornada del festival, pero, mientras esté en mi mano, jamás le daré un premio a Dani Martín. Quizá el de “La mejor forma de retirarse de la música y dejar de molestar” si llega el momento.