Los termómetros rozaban los 40ºC, el sol fulminaba las pocas ideas lúcidas que aguantaban aquella ola de calor. Era un jueves, 23 de julio, cuando comenzaría todo. Benidorm estaba expectante por albergar una nueva edición del Low Festival y el goteo de turistas y lowers no pararía durante los siguientes días.
Lucy no las tenía todas consigo. Era una primeriza en eso de los festivales y las dudas le acechaban horas antes de emprender el viaje, pero estaba bien acompañada. Eleanor sería su maestra de ceremonias, la amiga que le enseñaría cómo sobrevivir a ese esperado fin de semana. Ella era una devoradora de conciertos, una chica de cabello rubio, culta y siempre preparada para vivir la siguiente aventura.
Llegar a Benidorm es sencillo, lo complicado es olvidarlo. Esos rascacielos a pie de playa, esa humedad que se te mete por cualquier pliegue de tu camiseta. Lucy parecía agotada antes de que nada hubiera empezado, pero Elenaor siempre estaba ahí para que no se viniera abajo.
Descripción gráfica de Eleonor y Lucy
«Vamos, que hoy tocan Perro y hay que ver antes a Zahara, The Growlers y Kasabian«.
Eleanor no tenía ni idea de quien era ninguno de esos nombres, aunque se fiaba del criterio musical de su amiga. Se arreglaron en el baño de su hotel de estrella y media y salieron hacia el recinto. Todo parecía preparado para la fiesta que se venía encima, la gente ya comenzaba a beber a las puertas y el ambiente era inmejorable.
Recogieron la pulsera y se dirigieron al escenario Ron Matusalem, donde tocaba Zahara. Qué ritmo, qué carisma. Acabaron saltando y celebrándolo como si fuera el último concierto del festival. Y solo era el principio.
The Growlers vendrían después. Muy de California, de ritmos cercanos y penetrantes. Lo que estaban fumando ayudaba a que todo sonara mucho mejor. Se estaban metiendo de lleno en el concierto, en las melodías. Tremendos.
Kasabian eran los siguientes en su lista. Las razones eran obvias y Eleanor se encargaba de recordárselas a su amiga. «Sí, tía, acuérdate cuando jugábamos al PRO. El 5 o el 6 abría con una canción suya. Club Foot. ¿No te acuerdas?«. Lucy comenzaba a recordar esos partidos épicos al salir de clase. «Ahhh, temazo ese«. (cara de incomprensión). Lo que vivieron en ese concierto ya es un recuerdo que nunca podrán olvidar.
Y todavía tenían ganas de más. Tocaban Perro y el escenario Wiko estaba a reventar para recibirles. Los murcianos se lo comieron entero y evidenciaron que merecían un escenario bastante más grande. Sí, lo hicieron, el suyo fue uno de los mejores directos del festival. Los pogos no tardaron en formarse y la exaltación general fue la tónica de toda la actuación. Acabar con «Marlotina» fue la guinda del pastel. Se dice que aún resuenan los gritos de Valery Karpin en Alicante.
Y con un poco de Delorean y The Go! Team acababa su primer día. Ya habían caído en la trampa del Low, estaban completamente enganchadas.
Al día siguiente el cansancio y los litros de sudor perdidos la noche anterior comenzaban a notarse. No habían sudado tanto en su vida, pero la segunda jornada de festival les tenía preparadas un buen menú de degustación. Comenzarían bailando con Él Mató A Un Policía Motorizado y Peace y luego llegaría el plato principal de la noche: The Libertines.
Eran las 23:25 y Eleanor no podía contener los nervios, estaba a punto de ver en directo a una de las bandas que más le había influido en toda su vida. Pete Doherty y Carl Barat volvían a estar juntos y ella no se lo podía perder. Cuando salieron al escenario sus sensores se encendieron y liberaron las endorfinas de la locura. «Horror Show» era el primero de los clasicazos que aparecía en el setlist y el que abría el concierto. A Pete y Carl se les veía más cercanos y felices que nunca. Su aspecto provocó que la actitud general fuera aún más salvaje. Las primeras filas no pararon de moverse en ningún momento y había gente que se dejaba la voz e incluso el alma en cada canción.
Qué momento. Único. «Time For Heroes» y «Don’t Look Back into The Sun» fueron dos de sus temas más coreados y Lucy terminó por rendirse a la evidencia y abrirse de una vez. «Gracias, Eleanor, te debo una de las experiencias más increíbles de mi vida«. Eleanor sonrío y las dos se fundieron en un abrazo eterno.
Quedaba noche, muchos bailes, cervezas y anécdotas por delante. Lo de pagar en las barras con la pulsera inteligente, sin dinero metálico, había convencido a las chicas y llevaban el crédito hasta arriba. «Hay que ir preparadas«, decía Eleanor. La música de The Saurs, Elyella Djs y ,sobre todo, Yelle fue la fórmula secreta que les hizo aguantar hasta el amanecer.
Era la hora de dormir y de disfrutar del desayuno del hotel. Acostarse cuando el sol ya está alto tiene sus ventajas. Tras esquivar a unos cuantos pretendientes (hazaña que vivían al menos cada 10 minutos) llegaron a la puerta de su hotel. Tenían alguna hora de sueño por delante.
El domingo era el último día de un intenso fin de semana. 72 horas que se quedarán grabadas a fuego en su piel. O al menos eso dice Lucy: «Nos tatuaremos una gota de sudor en el brazo, Eleanor. Así nunca se nos olvidará«.
Eleanor y Lucy camino del Low
El domingo era un día de mero trámite pero con unos conciertos de talla mundial. Foals dieron una lección con un directo ausente de fallos donde presentaron sus espectaculares nuevos temas, Nacho Vegas contó historias como solo él es capaz de hacer, The Raveonettes y Reptile Youth pusieron el toque movido de la noche y Mourn demostraron por qué su música no para de traspasar fronteras. Buffetlibre cerraban 3 días y 3 noches que dejaron huella en todas y cada una de las personas que estuvieron allí. Eleanor y Lucy estaban entre ellas y lo terminaron con una sonrisa (y con algo más).
Y eso es lo bonito de un festival.
By Ray Vegas (@RayVegas)
Fotos by Javier Rosa (Las del Low, las otras no)