By Dimas Pardo

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Volver a Río Babel es siempre volver a esa fiesta selecta y ecléctica en Ifema. Este año no teníamos zona VIP y nos preguntábamos qué era o qué tenía de “gold” la zona Gold, por qué sigue haciéndose tan lejos y tan temprano y por qué insiste en competir contra el Orgullo. Sin embargo, lo pasamos muy bien dado que su punto fuerte sigue ahí: montar uno de los pocos festivales nacionales con gran cartel pero sin aglomeraciones ni agobios. Por eso nos conmueve y por eso nos tendrá allí, ¡siempre!, haciendo cola donde los chupitos de ginebra gratis. Además, quiero verlo crecer y hacerse grandote y fuerte, llegar a los límites de la vanguardia y la fusión, que para eso estamos allí desde la primera edición.

¡Ay, mi Río Babel, cómo se caracteriza él por no sujetarse a paradigmas ni axiomas determinados, y metiendo de todo en su parrilla de conciertos! ¡Es el Panecio de Rodas de los festivales!

 

PREMIOS Y CRÓNICA – RIO BABEL 2019

 

Jueves, 4 de julio

 

-Bad Bunny: Premio “El que no soporto pero tengo que reconocer que se lo montó bien”.

No resulta fácil ver un músico si no te pagan lo bastante por soportarlo. Por eso quiero rendir un sentido homenaje desde aquí a todos los cronistas y al staff de seguridad de los conciertos, pipas y camareros. Chicos, vosotros sois los que hacéis que el mundo marche.

Mientras un público sincero y del rollo de Bunny guardaba sitio con tiempo, yo me fui yendo para atrás para ver a Conejo Malvado con cínica y tenaz perspectiva. Pero Conejo Malvado tiene personalidad, al menos la necesaria para impresionar a su público. Eso y una buena recamara de éxitos sonados le valió la gloria aquel jueves en Río Babel.

“Está cantando de verdad”, pude oír entre el público. Es cierto que los traperos han malacostumbrado a esta gente que ya no recuerda que ser cantante también consiste en cantar en directo. Sin embargo, había algo más elegante y pop en Conejo Malvado que en otros arrastrados traperos. Benito, un nombre mucho menos exótico que “Bad Bunny”, se marcó temas a capela dando su bendición a Oasis, su nuevo álbum apenas relacionado con la banda brit de los noventa. Lo sé, me he informado.

La magia del dj y la combustión puertorriqueña de Don Benito hicieron que aquel concierto despegara propulsado por la gran cantidad de ojetes incendiados de fans que seguían sus ritmos inagotables.

Como la lista de canciones de Benito Bunny era interminable tuvo a bien reducirlas, dejando solo la parte más funcional y explosiva. Cosa inteligente y de aplaudir. Exprimió al máximo su potencial. Divirtió a los comensales y yo me lo pasé bien con la pirotecnia, la barra y las bailarinas.

 

Viernes, 5 de julio

 

-Dorian: Premio “Mayor número de cañonazos climáticos de confeti”.

Solo hablan de drogas y amor” pude oír esta vez entre el público. «Seguramente de lo único que merezca la pena hablar», pensé.

La banda no paraba de traerme extrañas reminiscencias hispanizadas de The Killers y a otros grupos igual de hidrometeóricos y enganchados al sintetizador. Todo bajo los continuos cañonazos de una nieve de papel que me hacían sonreír y abrazar a mi fotógrafa porque resultaba de lo más épicofreérico con sus estribillos de fondo.

Algunos amigos”, “La tormenta de arena”, “Cualquier otra parte”… Todo un repaso a su discografía aprovechando una puesta en escena de lo más visual y unas camisas abrochadas hasta el último botón, que aceleraban los instrumentos según impedían el paso de oxígeno a los cerebros.

 

-Jorge Drexler: Premio “Lo consideraba aburrido, pero lo es aún más en concierto”.

El largo e inmedible atardecer del viernes fue para Jorge. Pospuso la noche, ralentizó la caída del sol. Unos creen que debido a su espléndido y letroso cancionero, otros porque cuando te aburres pasa el tiempo muuuuy lento.

Es verdad que sus discos bajan la tensión a cualquiera, hecho que otros cantautores aprovecharían para demostrar que en directo se pueden hacer las cosas de otra forma y meter un rollo rock lindy hope acelerado que entretenga a sus seguidores y los perpetúe a ellos como músicos. No es el caso de Jorge.

Para mí lo más reseñable de su concierto fue su colaboración con el rapero PJ Sin Suela en el tema “Bolivia”. En él los imaginé peleando a navaja en un barrio chabolista mientras un presbítero maligno les echaba monedas al suelo, todo para animarme un poco, y la verdad que la música acompañaba.

También destacar la mirada de gratitud del uruguayo ante su fiel público en temas como “Todo se transforma” o “Despedir a los glaciares”, dedicada a la vaina, literalmente contaminante, del cambio de gobierno en Madrid. Estoy seguro que fue esa mirada la que convenció a Leonor Watling.

 

-Love of Lesbian: Premio“Los mejores del festival con la mejor invitada especial”.

Amor a las Lesbianas demostró el mejor directo de Río Babel, suena grandilocuente y poco atrevido, pero bajo aquellas lámparas de puticlub que adornaban su escenario supieron mantener al público obnubilado, con los ojos mecidos por la emoción y con un peluche imaginario atrapado entre sus manos. Todo esto sonaran sus canciones o no. Daba igual la sensación de estribillo no paraba nunca.

La verdad es que la mayoría se debe a Santi Balmes, su cantante, que, a parte de tener cara de bueno, hace de hipnotizador, catártico y afeminado, capaz de pasar de nivel y llevar a su público “al éxtasis del ser”. Pero también a esa música bien situada bajo una cuidada estética y una iluminación propia del mismo John Boy.

Gran parte del concierto estuvo dedicada al aniversario del disco que todos conocemos: 1999 (o cómo generar incendios de nieve). Algo que duele, porque la verdad es que petó cuando yo entré a la universidad y eso pone en su sitio a la nostalgia. Así que tocaron grandes hits que me recordaban, a cada nota, a mi pasado: «Club de fans de John Boy«, «Incendios de nieve«, «Allí donde solíamos gritar«… De hecho, con Incendios de nieve subieron a cantar a Silvana Estrada, una mejicana que casi le quita al puesto a Santi en una sola estrofa.

 

Sábado, 6 de julio

 

-Cuarteto de Nos:  Premio  “Viejunos que siguen dando caña”.

Todo el mundo sabe lo mucho que han cambiado estos niños desde su ya lejano comienzo. Se han sofisticado. Han perdido su nariz de payaso. Sin embargo, siguen creando una meseta consistente de jolgorio en sus directos. Sobre todo si se ven apoyados por un público uruguayo fiel y unos cuantos españolitos que llevamos años encantados de conocerlos y de que se pasen por la capi.

Unos Rolling con acento, unas momias muy poco rígidas, un espectáculo leonino y buenrollero que nadie esperaba con la que estaba cayendo a aquellas horas. Yo me dediqué a preguntar entre el público español de qué coño los conocían, mientras jugaba con el esfínter magnético de mi vaso. Ahora se llenan por debajo.

Óle el Gaucho power.

 

-Bomba Estéreo: Premio “Mejor gorro de flores, plumas y cosas pegadas”.

Bomba Estéreo está tan arraigada entre los festivaleros y gente de buen gusto sandunguero en general, que es imposible no cogerles tirria a priori. Pero lo único negativo que puedo decir de ellos sería sobre el tocado de la cantante, Li Saumet: una mezcla entre bol de frutas de hall de hotel y las timoneras de un grupo de pidgeottos salvajes.

Por lo demás todavía tengo toda la anatomía de la cadera inflamada de tanto twerking ciclónico incontenible. He igual que yo, el público. Resaca de perreo se le llama. Te pones a intentar seguir la órbita de los pechos de la cantante en sus bailes y acabas queriendo formar tu propia banda de rock reggae rap caribeña.

Hicieron un pupurri cumbiero con sus grandes vainas: «Fuego», «Soy Yo» o «To’ my love«, junto sus nuevos éxitos: «Carnavalera«, «La Playa«… Excelente los cambios para el directo de «Fuego», la mente del público intentaba alcanzar a sus pies frente a un tema que había sido premeditadamente alterado y que servía igual o más.

 

-Fuel Fandango: Premio “Mejor gorro de baño”

Recién salida como de una interpretación en la piscina del Lago de los Cisnes llegó la cantante de Fuel Fandango. He leído algunas críticas positivas a su vestuario en algunas crónicas menos interesantes que la mía, lo que me invita a la profunda noesis: Qué importante es salir vestido en un festival, a la calle en general. ¿Cómo se iba a deshacer entonces de las flores que lanzó al principio Nita al público si hubieran tenido que servir de píxeles para tapar sus intimidades? ¡¡¡NOESIS!!!

Por lo demás, lo importante, F.F. (Frand Ferdinanz, Foo Fighters, o Fuel Fandango) recogieron el testigo más difícil del festival, Bomba había dejado al público en todo lo alto. La responsabilidad era mucha. Pero lo resolvieron bien. Porque si lo difícil es mantenerse ellos lo hicieron. No hubo tiempo para suspirar o mearse encima. Con una energía considerable y una voz monicoanaranjada celebraron el décimo aniversario de existencia dándole al abanico y al pueblo: «Trece lunas«, «Medina«, «La primavera«, «Toda la vida» o «Salvaje«. Acabaron en todo lo alto con esta.

 

-El Mató a un policía motorizado: Premio “Los mejores del festival con el guitarra menos carismático”.

Otra de las bandas que merecerían ganar el premio a «Lo mejor del festival» junto a Love of Lesbian es El Mató a un Policía Motorizado. Ese cantante tocitosco y sudoroso, tocando a las seis y media de la tarde junto a una guarnición de seudoemos, se las apañó para transmitir la oscuridad, la pasión y la originalidad de su música, todo a una hora en la que solo te apetece seguir  durmiendo la siesta junto a tu fiel ventilador o bucear en una piscina helada lejos de allí.

No se me ocurre otro grupo que lo peleara más en el festival. Que lo tuviera tan mal y que le fuera tan bien. Eran los Pixies, los Sonic Youth, los The Velvet Underground y había muy pocos allí para apoyarlos. Sin embargo, los que había disfrutaban; con los likes del parco Santiago Motorizado, con la psicodelía noise que brillaba como una nebulosa a sus espaldas, y que ojalá nos tragara a todos, porque lo único que debe importar es lo mágico, lo loco y lo irresponsable, y, por supuesto, con uno de sus guitarristas, el del flequillo raro, que parecía que estaba muerto, pero seguía tocando.

 

Accésit honorario: Chef’s Special. 

Intenté ir una y otra vez a sentarme y relajarme, pero esta banda y su persistencia fiestera no me dejaban. Eran los que más felices estaban de estar allí. Así que se merecen un accésit y un beso sensual en la frente del cantante. También ganarían el premio al peor logo de una banda, pero eso ya para otro año.

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Eh, por cierto, sígueme en redes: Dim Buller.