Suena el teléfono y es la recepción. Había pedido que le despertasen a las seis en punto y son las seis en punto. Duerme desde antes del mediodía y tarda unos segundos en recordar donde se encuentra. Lleva puesto el pantalón de pijama y el cenicero rebosa colillas consumidas de todo tipo. Se incorpora y enciende un cigarro que dejó liado en la mesilla de noche. Llaman a la puerta. Es Ben. “¿Preparado?”, pregunta mientras extiende su mano. “Sí”, afirma levantando los hombros. Se coloca una chaqueta por encima del pijama y se calza unos tacones. “Preparado”. Abajo esperan James y el resto en un par de coches negros de cristales tintados. Cinco minutos después se encuentran en la Paradiso, una iglesia reconvertida en sala de conciertos y discoteca. Esa noche presentan en Ámsterdam su nuevo trabajo, Little Dark Age. Andrew Vanwyngarden baja del coche y se enciende otro cigarro.

Lo nuevo de MGMT es diferente a todo lo anterior. En el Oracular Spectacular, Andrew Vanwyngarden y Ben Goldwasser conquistaron al mundo con un álbum repleto de ‘hits’ festivaleros de pop-psicodélico que aún hoy se siguen bailando en los bares y discotecas de cada rincón del planeta. Con la fama y el futuro asegurados, se permitieron apartar ese lado más comercial y profundizar en su vertiente más psicodélica, con el maravilloso Congratulations. A pesar de ser su trabajo más sincero y hermoso, muchos de los fans que se engancharon por temas como ‘Kids’, ‘Time to Pretend’ o ‘Electric Feel’ sentían que aquella no era la banda de la que se enamoraron. En el tercer álbum, MGMT, ahondaron aún más (y quizás en exceso) en el alma psicodélica y se alejaron definitivamente del MGMT del Oracular Spectacular. Era un álbum muy difícil de escuchar y sin temas que emitir en las radios y los bares. MGMT ya no gustaban tanto.

Cinco años después, tras un largo descanso y una separación geográfica de miles de kilómetros, Andrew Vanwyngarden y Ben Goldwasser presentan su cuarto álbum: Little Dark Age. Era difícil predecir qué línea tomarían en este nuevo episodio de su carrera y tras varias escuchas podemos decir que nos han vuelto a sorprender. Abandonan esa psicodelia introspectiva y de complicada escucha y se acercan más que nunca a un pop ochentero más fácil de digerir que sus dos anteriores trabajos. ¿Esto es bueno o malo? Ni una cosa ni la otra. Pero escuchar a la banda de ‘Alien Days’ o ‘Siberian Breaks’ y que te suenen a Madonna o Cindy Lauper es una demostración incuestionable de por qué MGMT es una de las bandas más creativas de la última década.

¿Abandonan, por tanto, la psicodelia? ¿Se entregan al pop más comercial? Para nada. De hecho, la canción más popera y comercial del álbum (‘Me and Michael’) se trata precisamente de una burla hacia la necesidad constante de fabricar hits y canciones que le gusten a todo el mundo, y basta con ver el videoclip para darse cuenta de ello. La nueva línea del dúo no sólo se aprecia en lo musical, sino que afecta directamente a la lírica. Ahora también se centran en la crítica social en grandes y pequeños rasgos y no sólo en inquietudes personales. Así, en ‘She Works Out Too Much’ se mofan de las perfectas vidas ficticias de las redes sociales y en ‘TSLAMP’, abreviatura de ‘Time I spent looking at my phone’ lamentan el excesivo tiempo que pasamos pegados a la pantalla del móvil. Reconocen que el título del disco viene motivado por la sorprendente victoria de Trump, al que dedican indirectamente un par de canciones, siempre en una línea divertida y optimista.

La antigua iglesia está repleta. Las entradas duraron apenas un par de horas. Van diez minutos de retraso y el tipo más borracho de la Paradiso ha decidido situarse a medio metro de mí. Se tambalea mientras tararea los acordes de ‘Kids’ muy alto y mira alrededor esperando que alguien le siga. Nadie lo hace. Las luces se apagan y un clamor inunda la sala. Los músicos toman posiciones. Ben Goldwasser en los teclados. Andrew Vanwyngarden al frente del escenario, con un pantalón de pijama y tacones. Empiezan a sonar los acordes de ‘Little Dark Age’, el primer single de su homónimo disco. Suena a ‘Thriller’ de Michael Jackson. Bicis elípticas en el escenario. La letra de ‘Time to Pretend’ es demasiado buena y el borracho se la sabe bien. “I’m not that nice”, canta Andrew en la primera estrofa de’ When You Die’. “Sí que lo eres”, pienso.

Pero no todo es más pop en Little Dark Age y ‘When You Die’ es la mejor prueba de ello. El segundo single y tercer tema del LP es una auténtica obra maestra de principio a fin y sin duda una de las mejores canciones que ha compuesto la banda en sus más de diez años de vida. Un viaje psicodélico con un estribillo memorable y una letra directa e impactante: “We’ll all be laughing with you when you die”. La homónima del disco es gótica, oscura y pegadiza y en ‘When you’re small‘ escuchamos a Ben cantar por primera vez, en una balada en la que hablan precisamente de los altos y bajos de la banda. Tienen tiempo para dedicarle una canción de amistad (‘James’) a James Richardson, el carismático guitarrista que les lleva acompañando en directo desde sus inicios y desviarse con ‘Days That Got Away’, una instrumental que bien podría formar parte del tercer álbum. El broche final lo ponen con ‘Hand it over’, una sentimental balada que suena a Tame Impala y en la que Andrew nos recuerda que todas las pequeñas oscuras etapas de la vida tienen un final.

Es el momento que la mayoría estaba esperando. Suenan los acordes de ‘Kids’ y la gente se vuelve loca. Varias filas más adelante, el borracho brinca como si intentase escapar del mundo. Andrew coloca los brazos rígidos en paralelo a sus piernas como si fuese Hannibal Lecter amordazado en una camilla de psiquiátrico y comienza a cantar. Cambia de voz y gesticula en exceso. En un momento dado simula olvidar la letra que tantos cientos de veces ha repetido. Mira de reojo a Ben y James, que ríen. Empieza un solo de teclado y lo alarga casi tres minutos. Sus niveles de diversión crecen a la inversa de los del público. Parece sonreír de verdad. Vuelve al tema original y desata otra vez la locura. Su cara dice que lamenta haberla compuesto. Su “gracias” sincero confiesa que sin ella posiblemente no estaría allí. Tocan ‘Flash Delirium’ para recordarnos que Congratulations es su mejor trabajo y cierran con una pregunta que llevan haciéndonos más de una década y que ellos, Andrew y Ben, respondieron hace ya tiempo: “The Youth is starting to change. Are you starting to change?”

Con Little Dark Age, MGMT componen su disco más variado. Hay cabida para un pop amigable, bailable y de fácil escucha, pero también encontramos mares psicodélicos en los que sumergirnos y disfrutar con la verdadera esencia de la banda. En su primer día en las tiendas estadounidenses, fue número 1 en ventas superando a Justin Timberlake. Y a miles de kilómetros de allí, en la ciudad de Madrid, muchos de los que acudieron por la tarde a comprar el vinilo volvieron a casa con las manos vacías. Y todo esto sin escribir ni una sola canción de amor en toda su carrera. Definitivamente, MGMT son diferentes a todos los demás.


By Pedro González