By Juan Girón
Fotografías de Adrián YR
Huyendo de una sombra alargada que se prolonga sobre la capital y que amenaza con arrasar con todo, el Tomavistas Extra parece haber encontrado la última puerta abierta del laberinto, dándonos un respiro en forma de oasis musical.
La noche del miércoles costaba mantener el culo en la silla y la silla pegada a la mesa, pero esa sensación de formar parte de un todo, nos hizo acatar las normas y jugar todos al mismo juego: el de volver a disfrutar de la música en directo.
Como ocurre con todo últimamente, no puede faltar cierta dosis de incertidumbre y el Uber en que nos encaminamos pinchó en mitad de la M30, por lo que arcén, nerviosismo y coche auxiliar mediante, llegamos al recinto demasiado tarde como para disfrutar de Nueva Vulcano. Nos debemos un baile.
Era directamente turno de Hinds, a quienes no veía desde que telonearon en Clamores a Mujeres en uno de sus primeros conciertos (todavía eran Deers) hace más de cinco años y vaya, ¡VAYA!.
Giras mundiales, anécdotas hollywoodienses y el discazo que es Prettiest Curse eran argumentos más que suficientes para saber que lo que el cuarteto madrileño ofrecería iba a ser muy interesante. Tras unas primeras notas con algo de nervios, Cosials, Perrote, Ade y Amber se fueron soltando la melena y defendiendo con nota sus nuevos y antiguos éxitos, pasando por un cover memorable de “Spanish Bombs” de los Clash dedicado a sus señoras madres, toma ya.
Por lo que respondiendo a una pregunta que he oído bastante últimamente… sí, sí, el disco muy guay pero a ver qué tal suena en directo… he de contestar que fantásticamente, y que igual que han crecido enormemente desde aquel concierto en Clamores. Queda Hinds para rato.
El fresco de septiembre apretaba y tener que decirle no al llamado de la nicotina tampoco ayudaba… hasta que la inamovible Ariadna y sus cuatro escuderos comenzaron a entonar las letras más histriónicas y desafiantes de la música española.
Escuchar a Los Punsetes es una maravilla, qué os voy a contar, suenan a la perfección y el hieratismo de la cantante no por frecuente pierde fuerza. Ver un maniquí soltando insolencias con una afinación perfecta y sin pestañear es toda una experiencia.
Después de meterse con amigos, opiniones, personas sospechosas y desear morir en una discoteca llena de maricas despidieron la noche, una gran noche para la música en esta ciudad y en este país, porque recordad, no podemos dar nada de esto por sentado, ¡Bailémoslo con-el-culo-pegado-a-la-silla-pegada-a-la-mesa mientras podamos!