Quien vaya buscando terror intenso, o un hombre lobo tradicional, no va a encontrar en la nueva película de Leigh Whannell ni lo primero, ni lo segundo. El australiano, que pasó de ser el actor de SAW a convertirse en el director de El hombre invisible, se lanza ahora en un universo licántropo que va más allá de los colmillos y la luna llena.
Blake (Christopher Abbott) es un escritor que dedica su vida al cuidado y protección de su hija Ginger (Matilda Firth). Lo que parece desatar una crisis de pareja ante el sentimiento de su esposa (Julia Garner) de no ser tan buena madre. Al heredar la casa donde creció, Blake convence a su familia para tomarse un descanso apartados de la gran ciudad de San Francisco en un pueblo casi incomunicado de Oregón.
Desde el principio se introduce el tema principal del filme: los traumas derivados de las relaciones paterno filiales. Primero se muestra a un frío y severo padre que inculca una rígida disciplina a su hijo en un ambiente rural. Para pasar a mostrar al cálido padre en el que se ha convertido ese traumatizado niño, esta vez en la jungla cosmopolita. Asistimos de esta forma a dos contrastes muy marcados en el que la huida se produce de un paisaje idílico al caos urbano. Sin embargo, no es tan fácil huir de uno mismo y la oscura naturaleza vuelve al protagonista y a su familia.
A pesar de echar de menos ciertos tópicos del “rostro de lobo”, como la capacidad de volver a la normalidad, Whannell consigue hacer bastante disfrutable la permanente transformación con efectos visuales y sonoros originales que ayudan a separar ambos mundos. Un recurso que, a lo largo de una larga noche, también refleja la angustia de ir perdiendo progresivamente a un ser querido.
Las interpretaciones se quedan como la premisa de la película, a medio camino. Parece que Abbott no consigue salirse del carácter de niño bueno sin sal que ya le caracterizaba hace años en la serie Girls. Lo que no ayuda para nada a la hora de interpretar a la criatura. Tampoco Garner llega a la altura de la pasión y arrojo esperables en su personaje.
Como ya anuncia un cartel a la entrada de la finca en mitad del bosque: “No hay nada por lo que merezca morir aquí”. En esta película tampoco.
Tráiler de Hombre Lobo