La rutina: hay quienes la defienden, quienes la aborrecen, quienes la necesitan llegando incluso a echarla de menos y quienes sencillamente no la conocen.
Está ahí, es un hecho, a la gran mayoría nos toca de una forma u otra, aún no he conocido a ningún George de la jungla ajeno a todo tipo de orden social.
El caso es que a veces llega un (puto) lunes y nos deprime, mientras que otras, de repente, lo mandamos todo a la mierda por algún imprevisto que nos lleva a la gloria. Entonces flipamos, brillamos, reímos.
Nada es blanco o negro, cierto es que si todos los dias fueran fiesta no sabríamos apreciarlo, pero me apetece hablaros de ello. Sí, de saltarse la rutina, de la improvisación, de lo nuevo, de la emoción que supone dar un volantazo a lo preestablecido.
Ser IMPREVISIBLE, esta era seguramente una de las premisas de todo gran estratega a la hora de planear una batalla. No estoy diciendo que la vida sea Pearl Harbor, pero qué resulta más interesante e inquietante que lo imprevisible. Silencios que afirman o niegan; Sonrisas que delatan; Testimonios de madrugada; Hoy sí – mañana no; Una tanda de penaltis; cara o cruz; En definitiva cosas que nos aceleran el pulso y nos hacen sentir intensidad.
Arriesgarse ante la novedad siempre debería ser algo apetecible. (Salir de la zona de confort lo llaman los gurús de la motivación, yo no iré tan lejos) Hacer el plan de siempre con los colegas de siempre está bien, será divertido, estarás agusto y puede que el finde siguiente tengáis un par de anécdotas graciosas de las que hablar. Nadie lo niega y es algo que hay que defender, lo último es traicionarse a uno mismo.
Pero qué me decís de esa sensación que te recorre el cuerpo la primera vez que escuchas una canción que te vuela la cabeza, cuando das el primer paso en un garito del que nunca antes habías oído hablar, cuando tienes esa primera conversación con una chica que te está gustando, cuando sin saber cómo, te has apuntado a un plan inimaginable lleno de lagunas y de gente que no conoces de nada o cuando, por unas circunstancias u otras cambias radicalmente de opinión acerca de algo o alguien.
Se trata de eso, de variar, arriesgar y experimentar de vez en cuando para no caer en el ostracismo de una vida insulsa en la que nada nuevo entra o sale, en la que todo permanece inmóvil.
Me gusta la gente que sorprende, personas que siempre van más allá del fatídico «sinmás». Y claro, siempre mola sorprender, quedar por encima de lo que cabía de esperar y aumentarle el pulso al personal.
«Aquí está el desayuno, buenos días» «Coge algo de ropa, nos vamos unos días» «Hoy te llevo a un sitio nuevo» «Sí, aunque resulte increíble, hoy hemos ganado» «Tengo algo para tí» «Yo invito» «Vas a flipar…»
Dicen que los animales más peligrosos son los impredecibles, no digo que os carguéis a alguien, pero un mordisco de vez en cuando siempre sienta bien.
Hasta la próxima.
Por @cubesp
Ojala fuese tan fácil el bajarte de la dichosa rueda de la rutina que gira y gira… pero ahí están las malditas obligaciones y deberes que nos atan, estrujan y languidecen…
Aún así nuestro instinto se rebela y nos lleva en ocasiones a disfrutar.
Pero no es fácil y en ocasiones tiene un precio…