By Jaime Jurado
Fotografías by Mad Cool y Andrés Iglesias
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Se cierra la cuarta edición del Mad Cool que comenzó marcada por el recuerdo de las aglomeraciones y problemas del año pasado. Pero al igual que ya pasara con la segunda edición en la Caja Mágica, los problemas se resolvieron y los asistentes pudimos disfrutar de un festival cómodo, en el que no había colas en las barras ni congestión en los conciertos. Esto se debió a la bajada intencionada del aforo de 80.000 a 75.000 personas, y a una bajada considerable en la venta de entradas producida por un cartel de calidad pero con menos tirón comercial. Algo que intentaron arreglar añadiendo una jornada de Welcome Party mucho más numerosa que la del año pasado, que tuvo lugar en La Riviera con un concierto de MGMT.
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El miércoles 10 de julio se ponía en marcha el festival con un cartel que poco tenía que envidiar a cualquiera de los siguiente tres días. Con un horario más reducido, a las 19:00 empezó a tocar Metronomy con un escenario poco abarrotado por la hora y el sol. Aquellos que se acercaron al escenario Mad Cool pudieron disfrutar del inclasificable grupo inglés presentando 5 temas de su próximo disco Metronomy Forever además de sus ya clásicos The Look y The Bay.
The Cat Empire empezaba a su hora con un aforo mayor como era de esperar, pues se iba acercando la hora de Rosalía. Los australianos pusieron a bailar a todo el público al ritmo de Oscar Wilde y con invitación incluida de Depedro.
El reloj marcaba las 21:00 y la gente empezaba a impacientarse, el escenario estaba poniéndose guapo para recibir el momento más esperado de la tarde. Rosalía salió con fuerza a un escenario abarrotado, proponiendo un show atractivo visualmente lleno de coreografías y muy emocional en el que se atrevió a cantar a capela debutando la divertida Milionària.
Tras el éxtasis de Rosalía, llegaba el turno de Lykke Li que volvía a Madrid 8 años después presentando su último disco So Sad So Sexy. Terminaban los cánticos de I Follow Rivers cuando el público se aglomeraba para disfrutar de Bring Me the Horizon con quienes finalizaría la jornada de bienvenida del festival.
Tras el buen sabor de boca del miércoles, el jueves llegaba con Iggy Pop sin ser cabeza de cartel pero con más galones y tablas que Bon Iver, la presentación en España de Father of the bride de Vampire Weekend y el morbo que da siempre ver a Noel Gallagher.
La tarde comenzó con Tash Sultana proponiendo un show diferente. La de Melbourne se enfrentaba sola al escenario rodeada de instrumentos y pedales de bucle que iría manipulando con cada canción. La artista viral nos dejó hits como Jungle y Notion.
El escenario Comunidad de Madrid se llenaba de gente y expectación por ver a un clásico, Iggy Pop, que salía al escenario con la garra y las ganas de un debutante que quiere marcar la diferencia en su primera actuación en un festival. Sus éxitos empezaron a sonar y todo el mundo estaba absorto viendo como ese señor mayor era capaz de comerse el escenario, sin duda alguna, uno de los grandes conciertos del festival.
En el escenario principal Bon Iver aparecía solo para cantar Woods antes de que se uniera su banda para presentar temas de su disco 22, A Million. Sin ser uno de los conciertos más multitudinarios, el público estaba entregado. Coreaban desde los temas más antiguos como Skinny Love o Perth, hasta los más actuales como 715 – CREEKS o Hey, Ma. Los de Justin Vernon se despidieron con los acordes de For Emma, celebrada por todos los que estábamos allí.
Tras Bon Iver, el público se aproximaba al escenario Madrid te abraza, donde Noel Gallagher había colocado en uno de los amplificadores una bandera de su querido Manchester City. Empezó tocando sus éxitos en solitario y temas de su último disco de forma notable apoyado por los High Flying Birds , pero el 95% de los asistentes solo esperaban una cosa: Oasis. Y ese momento llegó, empezó a sonar The Importance of Being Idle y todo el mundo se puso a corearla. Esto ya era otra cosa, cada canción hacía que se cantara más y más, y el culmen llegó con las dos últimas canciones: Don´t look back in anger y All you need is love.
Llegaba la decisión de la noche: The Hives, Disclosure o Vampire Weekend. En mi caso, las ganas de ver a Vampire Weekend y que Disclosure se presentaran en Madrid en formato DJ set decantó la balanza.
Así que me fui al escenario principal a comprobar si había acertado en mi decisión. Acerté amigos, fue un concierto extraordinario con un setlist para todos los gustos en el que no faltaron sus grandes éxitos ni los singles de su último disco. Dejaron claro que son unos excelentes instrumentistas y que poco se pierde con respecto a sus grabaciones de estudio.
Para cerrar la jornada inaugural, unos Chemical Brothers en plena forma aparecían en el escenario presentando temas de su último álbum No Geography y poniendo a bailar a todo el que se acercó con clásicos como Swoon, Galvanize o Hey Boy, Hey Girl.
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El viernes aparecía en nuestras vidas obsequiándonos con los conciertos de The National, The Smashing Pumpkins y Vetusta Morla encabezando el cartel. En el escenario de The Loop tendríamos a Eric Prydz que hizo que todo el mundo se moviera al ritmo de su música. Cariño se presentaba el viernes por primera vez en el Mad Cool e hicieron lo que mejor saben hacer, que la gente baile y cante sus canciones pegadizas.
The National hizo un concierto ameno en el que disfrutaron hasta aquellos que no son especialmente fans del grupo. Es imposible no emocionarse con canciones como Mr November o Graceless, o la nueva Rylan.
Con un escenario totalmente ambientado para la ocasión empezaron a sonar The Smashing Pumpkins, seguramente el concierto más multitudinario del festival. Fueron capaces de juntar a diferentes generaciones. Seguidores de siempre que estaban deseando ver el directo y jóvenes que descubrirían una nueva experiencia sensorial. Fue un concierto sin altibajos, muy entretenido. Mereció la pena aunque solo sea para decir “yo les vi en directo”.
Vetusta Morla se situó en el escenario principal para demostrar con su música porqué son actualmente uno de los mejores grupos españoles. Tampoco falto por su parte reivindicaciones políticas a favor de Madrid Central.
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Llego el sábado, último día del festival y el cuerpo ya notaba el cansancio de los días previos. Aún así la gente acudió masivamente para una noche en la que la carpa de electrónica presentaba un cartel para hacernos vibrar y disfrutar con Jon Hopkins y Bonobo. Miles de fans llegaban temprano vistiendo camisetas de The Cure, también había ganas de ver a esos chavales de 20 años tan criticados como alabados por su música al mas puro estilo Led Zepellin.
Sin duda alguna, el concierto clave del festival tuvo lugar en el escenario Madrid te abraza a las 21:40 de la noche. Prophets of Rage. Ese súpergrupo formado por los componentes de Rage Against the Machine, Public Enemy y Cypress Hill decidieron montar una auténtica fiesta con su rap y ritmos reggae, que hicieron que no hubiese nadie que no se pusiera a saltar. Sinceramente creo que sí hay algún ser humano que no disfrutara como un enano en ese auténtico fiestón es que no sabe divertirse.
“¿Él es? ¿Quién es?” Preguntaba B-Real. La respuesta era Tom Morello. Un guitarrista realmente impresionante que te deja boquiabierto. Cada vez que tocaba un solo demostraba que la guitarra es una extremidad más de su cuerpo. El concierto termino con todo el mundo saltando y coreando Killing in the Name. Lo mejor del Mad Cool.
Era el momento de The Cure, un grupo realmente brillante musicalmente, que todavía tiene mucho que decir. Salieron al escenario a hacer su trabajo y lo hicieron realmente bien. Con un sonido espectacular, Robert Smith demostró su talento y compromiso con este oficio. Y como banda de la vieja escuela dejo lo bueno para el final. Siete grandes éxitos de propina para dejar a todos atónitos ante lo que acababa de acontecer.
Rondaba la 1:20 de la madrugada y algo empezó a cambiar en el ambiente. El escenario Madrid te Abraza empezó a llenarse de nostalgia y ganas de viajar al pasado. Eso ocurrió a la 1:35 cuando Josh, Jake, Sam y Danny (Greta van Fleet) pisaron el escenario e hicieron las delicias de un público tremendamente entregado, consciente de que estaba viendo tremendamente bueno. Transmitían la seguridad de unos veteranos. Josh no tuvo mucho problema en poner su voz al limite mientras Jake se gustaba marcándose un solo. Es una banda en la que todo funciona y en su primer concierto en España lo demostraron. “Se parecen mucho a Led Zepellin” comentaban algunos de forma despectiva. No sé a qué banda no le gustaría parecerse a Led Zepellin.
El festival cerró con Years and Years. Los de Londres se presentaban en Madrid por primera vez con sus canciones pop que se coreaban por todo el recinto.
Esperemos que la edición del año que viene se al menos igual de buena que esta.