Había dudas. Tras la primera escucha de «Sincercidio» algunas voces críticas se alzaban en los comentarios: «Esperaba más«, «Has dicho adiós a tu personalidad«, «No me dice nada«… Parecían comentarios en caliente, escritos tras el fogonazo de una primera escucha difícil, la de una canción que en principio no es sencilla de asimilar. Ese primer riff, en LA menor, era el primer lametazo de Monstruos, el nuevo disco de Leiva, el tercero de su carrera en solitario. Tras él, venía un verso que nos conducía a la habitual explosión que el de Alameda de Osuna crea en sus estribillos.
«Te quieeeero…», seguido de un «Te quiero reventar la boca». Letras directas, a piñón fjo, que crecen a medida que pasan las reproducciones.
Así ocurría también en su segundo adelanto, «Guerra Mundial«. Un verso calmado llegaba al clímax con un estribillo magnífico a nivel instrumental, con los vientos que tan bien sonaban en Diciembre, su primer disco.
Porque la relación de Leiva con los estribillos es de pura pasión. Eso lo aprendió de Calamaro, su maestro, una de las grandes influencias que ha marcado al madrileño. Los dos saben que una canción puede tener un verso «del montón», eso no es tan importante. Mientras el estribillo despierte algo en el oyente, la batalla estará ganada. Todos los esfuerzos deben volcarse en conseguir ese objetivo, y ellos dos son verdaderos maestros en ese arte.
Letras para reflexionar, de amor. Inyecciones de adrenalina y guitarras eléctricas en «La Lluvia en los Zapatos«, la tercera canción que salía a la palestra. Más estribillos intensos y un órgano que se hace fuerte y lo intensifica todo. Poco que ver con «Dejándose Caer«, el cuarto en discordia, quizás el tema más insulso de su nueva hornada. En el que menos arriesga y falto de un estribillo a la altura del resto.
Pero solo era un alto en el camino.
Ayer, Leiva estrenó su quinto adelanto, «Electricidad«. Y lo hizo a lo grande. La canción que mejor ha recibido el público y la que posee el estribillo más potente. «Electricidad» hace honor a su nombre y supone algo más que un simple chispazo, es una descarga de alto voltaje que alcanza su clímax cuando la frase «Toda esa puta electricidad» se introduce por tu oído. Es un clásico que se recordará en las próximas décadas cuando se mencione su nombre. Además, Leiva nos deja otro momentazo a nivel de lírico con su «Solo te deseo que tu mierda cobre vida y te dé un beso».
Leiva lleva a Madrid en la sangre, de eso no hay duda. Desde abajo, evolucionando como músico junto a Rubén Pozo, y comenzando en salas pequeñas, como su querida Siroco, hasta llegar a despertar pasiones y (posiblemente) llenar el próximo mes de diciembre el antiguo Palacio de los Deportes.
Y es necesario remarcarlo de nuevo: sus canciones van creciendo con cada escucha. Como todo lo de valor en esta vida. Quizás el abuso del DO, LAm, MI, FA en sus estructuras sea algo redundante, ¿pero quién no lo hace? Esa fórmula, extendida previamente por el ya mencionado Calamaro, es un arte que da al que sabe manejarlo un punto más respecto a sus perseguidores. Y Leiva lo maneja a la perfección.
Esas voces del comienzo, las que ponían en duda el trabajo de Leiva, tendrán que acabar por aceptarlo: Monstruos va a dar miedo, y no precisamente porque vaya a dejar un mal sabor de boca. Este viernes, día de su publicación, podremos comprobarlo.
By Ray Vegas