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En el cierre del Lollapalooza, el Samsumg Galaxy Stage tuvo la oportunidad de escuchar a un distendido Caleb Followill, algo más hablador de lo normal. El protagonista de la noche del domingo recordó a los asistentes la historia de este festival, antaño itinerante y desde hace 10 años establecido en la ciudad de Chicago. Y es que el Lollapalooza fue el primer festival americano que acogió a la banda de Nashville y este año estaba de aniversario.

Con un cartel para todos los públicos, como es habitual en este tipo de festivales, y un entorno privilegiado, las expectativas eran altas y las puertas de Grant Park se abrían para cumplirlas.

Viernes: “A girl called Arabella”

La mañana del viernes se presentaba soleada y la organización del festival se descubría impecable.
Tras registrar la pulsera los asistentes descubríamos la Green Street. Puestos, tiendas y recogidas de firmas nos dieron la bienvenida al festival.

La Buckingham Fountain presidía la calle principal y a cada lado los dos grandes escenarios. Y precisamente en el Bud Light Stage empezamos la jornada. Los andróginos miembros de Temples y su combinación de psicodelia y glam rock fueron un comienzo perfecto.

La siguiente banda en la lista, Kodaline, entraba en la lista de las bandas de folk rock de esta edición del festival. En el concierto de los de Dublín, las banderas irlandesas y los estribillos coreados por el público presidieron cada canción.

En el Samsung Galaxy Stage, Bombay Bicycle Club y su gran directo nos hicieron pasar por alto las gotas que ya empezaban a caer sobre Grant Park. Potentes líneas de bajo, una batería singular y la entrega de Jack Steadman y compañía pusieron la guinda a la mañana.

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A media tarde llegaba uno de los conciertos más prometedores. Sentada en el césped, la gente charlaba y bebía mientras sonaba Interpol. Empezaron y terminaron con sus mejores clásicos. En un concierto sólido, presidido por la portada del nuevo disco de la banda de fondo, en la que dos manos en blanco y negro trataban de alcanzarse.

Tras ver Broken Bells desde la colina del Samsung Galaxy Stage y degustar su evocador sonido en directo, llegó el turno de The Kooks. Los británicos dieron muestra de un aire más rockero para su nuevo disco y como es habitual engancharon a la audiencia con los clásicos de siempre.

Y de Brighton viajamos a Sheffield de la mano de Arctic Monkeys, uno de los grandes cabezas de cartel del festival. Pese a compartir horario con Eminem, Alex Turner y compañía supieron ganarse a toda la audiencia congregada en el Bud Light Stage. Repasaron AM casi en su totalidad. Empezando fuerte con Do I Wanna no?, Snap Out of it y Arabella. Arrancando una ola de mecheros con No 1 Party Anthem. Incluyeron en el repertorio Fireside, Knee Shocks, Why you only call me when you are high? Y terminaron con la potente R U Mine?.

El público bailó al ritmo de Dancing Shoes y sr partió el cuello para disfrutar del performance de Don’t Sit Down Cause I Moved your Chair.

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Sábado:

Gran parte del personal corría al concierto de Vance Joy al ritmo de las primeras notas de Riptide.
En el extremo opuesto de Grand Park empezaba Wildcat! Wildcat! Con una mezcla ecléctica de sintetizadores, teclados, bajo y batería. Los de los Ángeles dieron una de las sorpresas del festival y, confirmando que Chicago es una de las grandes ciudades de la música, subieron al escenario a un joven saxofonista que les había maravillado la noche anterior tocando en State St.

Les siguieron cantantes como Kate Nash, más rockera que nunca, corriendo de lado a lado del escenario y bajando para saludar al público, sin aliento para cantar algunas estrofas.

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Por la tarde, aparecieron en escena GROUPLOVE, con uno de las actuaciones más atrevidas. Consiguieron hacernos bailar a un ritmo frenético, imitándoles. Él incluso tiro su guitarra al aire para luego volverla a coger y seguir tocando, entre manteo y manteo de los de las primeras filas.

Más adelante aparecieron Foster The People seguido de SPOONS. Tocaron las clásicas, geniales, y cómo no, llenos hasta el final.

Para terminar el día apareció Calvin Harris en uno de los escenarios principales y el parque, ya de noche y decorado con fuegos artificiales y todo tipo de luces decorativas, se convertía en una gran discoteca.

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Domingo: Singin’ in the rain

Último día de festival, y no podría haber tenido mejor cierre. A pesar de que estuvo todo el dia lloviendo intermitentemente, cantantes como Glen Hansard y el vocal de Avvet Brothers, motivaban para tomarlo con buen humor.

A mitad de tarde se había creado un barrizal enorme en todas las explanadas, no había persona que no estuviera cubierta de barro hasta la punta de la nariz. Y así se animaban cada vez más la gente a quitarse los zapatos y bailar en el barro al son de la música. Aquello recordaba por momentos a Woodstock 94.

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El día culminó con la aparición de Kings of Leon, con una puesta en escena digna de coronación de este festival. Mas cercanos que nunca al publico y recordando cómo el Lollapalooza confió en ellos desde el principio y lo agradecieron con las canciones de su último álbum. Nos dejaron con una canción lenta y una imagen única, de la que todos fuimos parte.

Crónica by Nacho Bañares

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