Por Amanda Iturriaga
Hace poco Los Javis presentaron la serie La Mesías en Movistar+, la cual narra la vida de una familia de hermanas obligadas a dedicarse a la música bajo la supuesta revelación divina que tuvo su madre. La trama de la serie comparte muchas similitudes (en serio, son muchísimas) con la historia real del grupo viral Flos Mariae, cuya originalidad parece ser algo sin precedentes. Sin embargo, hay que reconocer que existen otros grupos con características similares (cualquiera que haya visto Sonrisas y Lágrimas sabrá a lo que me refiero), salvando, claro está, las distancias.
Lo distintivo de estas bandas radica en sus orígenes y su estilo de vida fuera de lo común. Todas comparten unos rasgos que las asemejan: la música, la espiritualidad y el énfasis en los lazos familiares.
A continuación, te presento una lista de…
3 bandas fuera de la convencional cuya historia también sería digna de una serie o película
The Shaggs: La peor banda de la historia
Austin Wiggins tenía catorce años cuando su madre leyó el futuro en su mano. Realizó tres predicciones:
- Se casaría con una mujer rubia.
- Después de la muerte de su esposa, tendría dos hijos más.
- Tres de sus hijas alcanzarían el éxito en la música.
Al cumplirse las dos primeras, Wiggins concentró sus esfuerzos en lograr la tercera. Así nació The Shaggs, formada por Dorothy Betty y Helen, en el pequeño pueblo de Fremont (New Hampshire) en 1965. Las hermanas Wiggins fueron sometidas por su padre a un estricto régimen de ensayos en contra de su voluntad, y no les permitió relacionarse con personas de su edad ni escuchar música.
Sin tener ni idea de tocar un instrumento y mucho menos de componer una canción, crearon 12 temas incluidos en su álbum Philosophy of the World. Aunque se produjeron mil copias, solo cien se distribuyeron. Las tres hermanas Wiggins empezaron a dar conciertos (muy a su pesar) y pronto llegaron los abucheos y las críticas. El público no estaba preparado para esas melodías naif, completamente arrítmicas y disonantes y con un toque bastante siniestro. Las letras, compuestas por Dorothy, tampoco se quedaban atrás: una mezcla de temas como la religión, la desaparición de la comida de su gato Foot Foot y su deseo por tener el pelo liso.
En 1975, Austin Wiggin falleció, y el grupo se disolvió. Las hermanas vendieron su equipo, Betty y Dorothy se casaron y se mudaron, y la casa familiar fue vendida. El nuevo dueño de la casa estaba convencido de que el fantasma de Austin rondaba por aquellas paredes en las que años atrás había resonado sin descanso la música estridente.
No sabemos si el fantasma de Austin tuvo que ver algo en ello o no, el caso es que aquel no fue el final de The Shaggs y, como si realmente fueran las hijas de una profecía, años más tarde, consiguieron alcanzar la fama. Las copias de sus grabaciones cayeron en manos de músicos de todos los estilos y empezaron a surgir oleadas de defensores como Frank Zappa, Terry Adams (NRBQ), Carla Bley o Kurt Cobain, y también de retractores, quienes les otorgaron el infame título de El peor grupo de la historia.
The Kelly Family: los nómadas que conquistaron Europa
Si The Shaggs fueron definidas como “Las Von Trapp lobotomizadas” según la Rolling Stone, los Kelly serían algo así como la versión moderna de los hermanos austriacos, sin nazis de por medio.
En 1965, Daniel Jerome Kelly, junto con su esposa Joanne y sus hijos Danny, Caroline, Kathy y Paul, decidieron abandonar Estados Unidos para establecerse en Gamonal, un pequeño pueblo en la provincia de Toledo. Poco después de su llegada, Daniel y Joanne se separaron, y ella regresó a Estados Unidos. Daniel volvió a casarse con Barbara Ann Suoko, la niñera de sus hijos, y de esa unión nacieron ocho hijos más: Johnny, Patricia, Jimmy, Joey, Barby, Paddy, Maite y Angelo.
Daniel, una suerte de Ben Cash cristiano de la película Captain Fantastic, asumió la educación de sus hijos en casa: había sido profesor de matemáticas, latín y filosofía en América, y su conocimiento abarcaba varios idiomas, incluyendo alemán, castellano y francés. Barbara también desempeñó un papel en su educación, impartiendo clases de danza. Además, la familia Kelly asistía regularmente a clases de música en Talavera de la Reina.
Motivados por su espíritu nómada o por la complejidad de mantener a una familia tan numerosa, los Kelly emprendieron viajes por Europa en un característico autobús de dos pisos para ganarse su sustento tocando música en las calles y participando en festivales. Ni siquiera la dura pérdida de su madre los detuvo. El último mensaje que ella les dio fue «seguid cantando,» y así lo hicieron.
La música de The Kelly Family abarcaba una amplia variedad de estilos, desde canciones folk hasta música tradicional irlandesa. Más tarde, empezarían a cultivar el rock, explorando letras que iban desde temas religiosos hasta historias sobre alienígenas y amores imposibles. Su juventud, su vida bohemia, su imagen distintiva con pelo largo y ropas eclécticas hechas a mano junto con su música pegadiza, captaron rápidamente la atención del público europeo, especialmente en Alemania, Países Bajos, España e Irlanda, alcanzando gran notoriedad en las décadas de los 80 y 90.
Aunque su estilo de vida nómada se redujo a medida que se volvieron más exitosos (en 1998 compraron el castillo Gymnich, a orillas del Rin cerca de Colonia, Alemania), su conexión familiar continuó siendo fundamental. A principios de 2002, la banda comenzó a disolverse debido a desacuerdos profesionales y en 2010 realizaron una gira de despedida definitiva. Muchos de los hermanos siguieron con sus carreras musicales en solitario. Solo Angelo Kelly, el menor de los hermanos, ha mantenido en cierta forma la tradición familiar, formando un grupo con sus cinco hijos y su mujer, Kira.
Kings of Leon: Las ovejas descarriadas
Lo sé, te sorprende que esta banda esté aquí, créeme que a mí también. Puestos a comparar, The Polyphonic Spree o incluso las Azúcar Moreno parecen tener mucho más en común con las bandas anteriores que Kings of Leon, porque lo primero que llama la atención de todas ellas es su apariencia extravagante, cosa de la que los hermanos Followill carecen (a pesar del estilo años 70 y las melenas que gastaban en sus inicios allá por el 2000). Sin embargo, su historia personal tiene bastante relación con las anteriores, aunque pequen de normalitos en su estética rockera.
Ivan Leon Followill fue un evangelista pentecostal itinerante, es decir, viajaba de un lugar a otro para llevar a cabo su labor evangelística en diversas comunidades, iglesias o eventos. Junto a su mujer e hijos, recorrió el llamado cinturón bíblico, la zona evangélica más conservadora en el sur de los Estados Unidos. Followill se ganaba la vida dando espectáculos, buscando generar un impacto espiritual y compartiendo su liberación mística de las drogas y el alcohol gracias a Dios.
Cuando Nathan, el mayor de los hermanos, tuvo la suficiente edad para coger unas baquetas, empezó a acompañar a su padre tocando en los sermones, a los que más tarde se unirían sus hermanos. Cada noche estaban en una ciudad diferente, arreglándoselas como podían viviendo en un coche mientras recibían educación de su madre, Betty Ann, ya que no asistían al colegio.
A pesar de las estrictas órdenes de sus progenitores de no escuchar rock, los hermanos se acercaron cada vez más a un estilo muy afín a lo que tocaban en la iglesia. Este acercamiento no es casual, ya que la historia del rock ha estado estrechamente ligada a los estados del sur y al medio evangélico, y los pioneros del género provenían de este contexto: Elvis Presley y Jerry Lee Lewis eran de Asambleas de Dios, mientras que Chuck Berry, Little Richard y Buddy Holly eran bautistas. Su encuentro con el género musical parecía predestinado, a diferencia de la caída en desgracia de Leon Followill, que sorprendió a su propia familia y seguidores.
Leon volvió a coquetear con la bebida, lo que ocasionó su divorcio y su expulsión de la congregación. Desde ese momento, dejó de predicar y los hermanos comenzaron a trabajar en la construcción hasta que decidieron dedicarse a la música participando en el circuito country de Nashville. Después de grabar su primera canción, Wicker Chair, sobre el triste destino de su padre, compraron una bolsa de droga que compartieron. Así nació Kings of Leon, formado por Caleb, Nathan, Jared y su primo Matthew.
El grupo ha sido preguntado en varias ocasiones sobre si se sentían culpables por su estilo de vida pecaminoso en contraposición a las enseñanzas religiosas con las que crecieron, y su respuesta siempre ha sido la misma: un rotundo no.