By Carmen Valencia

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DePedro ha tenido un verano movidito, como si le hubieran pasado lista en la ristra de conciertos veraniegos disgregados por toda la península. De hecho, si repasamos la agenda musical, podríamos decir que ha sido el amigo más fiel. Fiel a lo que ya caracteriza los veranos tórridos de España con silla de camping y pulsera en la muñeca: los benditos festivales.

Pero, amigos, el verano se acaba ya y, con él, DePedro ha aterrizado en el centro de Madrid para despedirlo de la manera más auténtica. Tarima, patillas y guitarra en mano, el músico madrileño y hombre de ninguna parte nos ha regalado, quizá, el concierto más intimista de toda la temporada.

Comenzaba diciendo: «cuando quieras yo te invito un rato al paraíso». Al paraíso terrenal creado entre selva escondida y luces de neón enmarcando el escenario de Casa Corona. Y los presentes, sentados en el suelo, nos pusimos a corear: «Acuérdate, acuérdate…»

Una primera canción para un primer recuerdo. No solo de DePedro, sino todos los pasajeros de su universo transfronterizo, donde no se echaba nada en falta. Y, por si quedaba alguien por subirse a su transbordador, siguió preguntando ¿Hay algo ahí? y rasgueando tan ligero Como el viento; eso sí, sin su amigo maño.

Desde casi los inicios, DePedro ha acompañado su música de colores de todos los continentes, por sus propias influencias familiares y por su sed de melodías entremezcladas de diversas latitudes. Y, con ellas, amigos recogidos a lo largo del viaje. Desde lanzar su quinto trabajo «Todo va a salir bien» en octubre del año pasado, se ha vuelto inevitable no escuchar entre línea y línea las voces del zaragozano Santiago Auserón, los chicos de Vetusta, Coque Malla, Izal, Fuel Fandango o la mismísima Luz Casal. La celebración de una década de artista en solitario, pero muy bien acompañado.

Sin embargo, en ausencia de todos ellos, DePedro se encargó de que los presentes fuésemos la tercera voz – siguiéndole a él y a su inseparable guitarra- para cantar emblemas como la Llorona, una canción tan única como las decenas de versiones que tiene, encabezadas por la Vargas. Una voz de nostalgia al México al que tan unido se siente. Parte de su yo inconformista, del artista que no quiere elegir entre estar fuera o dentro de su tierra. Así, nos vimos de repente entre Flores y Tamales cantando al otro lado de la Panamericana.

 

depedro 2019 madrid

 

Pero DePedro nos quería más cerca, y nos hizo desempolvar nuestras caderas para contarnos la increíble historia de un Hombre bueno. Un viaje seis años atrás, cuando el inglés todavía estaba presente en sus canciones. En uno u otro idioma, es una rendición personal al optimismo.

DePedro se despide con su oda al Lichis, ay Miguelito, ay Miguelito. Jairo, a nosotros sí que nos gusta oír tus canciones. Como dijiste una vez, son como «esa olla donde caben muchos ingredientes y seguirá cambiando en el futuro». Y hablando de futuros, justo un año después de que todo le saliera bien, llega Érase una vez, un álbum que promete una excursión a los orígenes de su infancia, disponible el próximo 18 de octubre.

Como hay que mojarse, una gran pena no haber disfrutado de Quiero descansar, el primer trozo de tarta del álbum. Por poner algún pero, que no es otro que la impaciencia. Como plato fuerte, Déjalo ir, una canción que mejora más y más con los años.

Los asistentes abandonamos contentos el territorio comanche de DePedro. Mientras, a pocos metros, la Gran Vía sigue con su ruido mundano entre semáforos autómatas, sin que los transeúntes sepan que no habrá que esperar a que venga el año que viene, sino que muy pronto el patillas nos volverá a regalar un poco de magia.

Hasta entonces, seguiremos arrinconados entre nubes de papel.