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Yawners y el “superbucle” de una noche perfecta: Crónica de su concierto en Madrid (2025)

Por Ángel Palacio. Fotografía de Stephen Please

Tras pasar por Valencia y Málaga, ayer 10 de abril Yawners subió al escenario de la sala El Sol de Madrid para presentar su flamante y ya indiscutiblemente aclamado SUPERBUCLE, su cuarto trabajo, ante un público completamente entregado. Por cuarta vez consecutiva diremos que es su mejor trabajo hasta la fecha, y no a la ligera, puesto que la receta de skate-pop a base de riffs de guitarra, himnos a la amistad y estribillos memorables ha alcanzado en este disco su mayor cota de conexión con el público.

Apenas dos semanas después de su publicación, las 11 canciones del disco fueron coreadas de principio a fin como si formaran parte del cancionero habitual de cualquier fan veterano. En definitiva, lo nuevo de Elena Nieto ha ganado en madurez sónica manteniendo su personalidad, gracias a nuevos y variados ingredientes como los tonos de guitarra más ambientales de Sálvame (con claro guiño a Sweet Disposition de The Temper Trap) o los ritmos más discotequeros de Las horas pasan.

Desde que sonaron los primeros acordes de Un día genial, quedó claro que el viaje que propone SUPERBUCLE iba a vivirse en directo como una montaña rusa emocional, pero también como un ritual compartido. Entre confesiones acústicas, atmósferas más densas y los guiños electrónicos que ahora enriquecen su sonido, la artista nos guio por esa narrativa circular que da nombre al álbum: cotidianidad, sororidad, empatía, días buenos y días horribles. El patio de butacas vacío que aparece en la portada parecía encontrar aquí su reverso: una sala a rebosar, sin un hueco libre, con todas las voces cantando a una.

Además del nuevo disco completo, hubo espacio para los clásicos que el público no perdona: The Friend Song, Rivers Cuomo, La escalera o Suena mejor, fueron algunos de los siete himnos del pasado que convivieron a la perfección con las nuevas composiciones. Lejos de eclipsar el material fresco, lo potenciaron. Dolor en el pecho, Merienda-cena o Sálvame brillaron especialmente, demostrando que Yawners ha sabido crecer sin perder su esencia, y que ese paso hacia un sonido más complejo y personal no ha hecho más que reforzar su identidad.

Para los directos, la propuesta se defiende en formato trío, con la ayuda ocasional de alguna pista de guitarra o sintes lanzada desde la mesa, pero sin echarse de menos en ningún caso elementos de las versiones de estudio. No tuvimos el gusto en esta ocasión de ver a los tambores a Teresa Iñesta de Repion y Aiko El Grupo, imaginamos que por encontrarse inmersa en el proyecto de colaboraciones de Repion que verá la luz a lo largo de abril; pero el batería Conrado Martín demostró entender a la perfección la propuesta con energía y dinámica envidiables y sofisticadísimos fills. Elena se mostró segura, conectada, y visiblemente emocionada por la respuesta de un público que no solo estaba “muy a tope”, sino que parecía haber interiorizado el álbum como si llevara años sonando en sus vidas.

En un directo sin fisuras, la noche culminó con Un día horrible, cerrando el ciclo al dejar flotando la idea de que este “superbucle” no es solo el título de un disco, sino también la sensación de querer revivir un concierto una y otra vez.

 

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