Una Villa en la Toscana | Reseña de la película dirigida por James D'Arcy

La siempre bella y recurrente Toscana es el lugar donde se desarrolla la ópera prima de James D’Arcy, que además de la dirección se encarga del guion. Protagonizada por Liam Neeson junto a su hijo Micheál Richardson, Una Villa en la Toscana (Made in Italy como título original) se presenta como una historia en la que padre e hijo tratan de resolver sus conflictos personales bajo el ambiente y encanto de la idílica región.

Pasar de Londres a la Toscana puede abrirle los ojos a más de uno, y así se deja entrever en una de las frases promocionales de la película («Algunos lugares nos recuerdan quienes somos»), que cobra todo el sentido a medida que se desarrolla el metraje. Mientras la acción transcurre el espectador tiene el placer de visualizar los paisajes de la región del centro de Italia, asistir a un pequeño guiño a Cinema Paradiso e imaginarse poseer esa casa destartalada cuyo arreglo podrá o podría ayudar al acercamiento de padre e hijo.

D’Arcy no se complica y en 94 minutos resuelve una historia costumbrista (quitando el detalle que supone contar con una casa abandonada en la Toscana) con un ritmo ligero y que se presenta como una opción muy disfrutable para este verano. Completan el reparto Valeria Bilello y Lindsay Duncan.

Una Villa en la Toscana se estrena hoy, 6 de agosto, en cines.

Una Villa en la Toscana – Tráiler

Sinopsis de Una Villa en la Toscana

Robert es un artista bohemio de Londres que viaja a la Toscana para vender una villa que heredó tras la muerte de su esposa. En la operación también participa su hijo Jack, en pleno proceso de divorcio, con quien Robert nunca ha llegado a entenderse. Lo que tenía que ser una venta rápida se complica por el estado lamentable de la casa. Mientras duran las obras de reforma, padre e hijo pasan tiempo juntos y se ven obligados a lidiar con las diferencias que les separan.