Por Guillermo Jurado

El pasado 6 de febrero, Micah Davis, originario de Jamaica, visitaba la ciudad de Barcelona con su Where we going? Tour. A pesar de no ser su primera vez en España (ni será la última, ya que estará de vuelta el 3 de julio en Noches del Botánico 2024), esta vez llegaba como un artista consolidado. A sus 30 años y con dos álbumes de estudio y varios EP en su haber, se ha convertido en un referente del estilo nu jazz, o como él mismo lo define, trap-house-jazz.

Su actuación comenzó con una emocionante interpretación de Navajo, acompañada de un solo de saxofón, dejando claro desde el principio que sus conciertos están destinados a divertirse y moverse sin parar. En un Razzmatazz repleto, sobre todo de gente internacional, la multitud coreaba canciones como Queen Tings o What you wanna try (renombrada como What’s your flavour?), e incluso tuvo el gesto de lanzar rosas desde el escenario.

Masego mezcla hábilmente géneros como jazz, hip-hop y R&B en su repertorio. Tras empezar con una ristra de éxitos, como Mystery Lady y You never visit me, llegó lo que todos creíamos en ese momento que era el momento de Tadow, invitando al escenario a un músico callejero que conoció ese mismo día, con guitarra y sin saxofón. Aunque la emoción del público por escuchar el tema era palpable, la interpretación resultó descafeinada, despertando algún comentario de decepción. Sin embargo, un impresionante solo de batería sirvió como interludio antes de continuar con algunas canciones que no conectaron tanto con el público, pero que no afectaron el ánimo general.

El multiinstrumentalista tenía una sorpresa guardada, tras ponerse un delantal, continuó el viaje por el universo Masego con Well Travelled y Flight 99, cerrando el colofón con King’s Rant y coronándose, de manera literal.

En una especie de bis disimulado, después de los últimos acordes de Eternal Sunshine, y la repentina desaparición de Masego del escenario, el fondo, que en ocasiones había tomado tanto protagonismo como el propio artista por sus diseños, cambió por última vez a una duna sosegada, y, esta vez sí, comenzó a sonar el solo de saxofón de Tadow. La famosa y viral colaboración con el francés FKJ se hizo popular gracias a su interpretación en vivo, grabada en un plano secuencia creando la canción en tiempo real. El groove de la canción te atrapa, y escucharla en vivo es una experiencia que definitivamente vale la pena y te deja con un muy buen sabor de boca.