En el vasto océano del rock, donde las olas de lo cool chocan contra los acantilados del conocimiento, surge una paradoja tan intrigante como los riffs que nos ensordecen mientras caminamos por la calle con auriculares.
Sí, he dicho “paradoja”, porque el reguetón no da para paradojas, pero el rock sí.
*Admito que esta paradoja se da en todo tipo de ámbitos, pero que he preferido usar como ejemplo a bandas del rock por afinidad.
**Si estás molesto deja un comentario ahí abajo retándome a luchar a muerte.
Hoy en Wake And Listen filosofamos sobre “La paradoja del barco de Teseo o ¿Cuándo deja de ser una banda la misma banda?”
La paradoja se formula de la siguiente manera:
Supongamos que Teseo, el legendario héroe griego, tiene un barco. A lo largo del tiempo, las partes del barco comienzan a deteriorarse y se reemplazan gradualmente. Después de un período de tiempo, todas y cada una de las partes del barco han sido reemplazadas. La pregunta, entonces, es: ¿sigue siendo el mismo barco?
Desde una perspectiva lógica, podríamos argumentar que si todas las partes han sido reemplazadas, entonces el barco ya no es el mismo, ¿no?
Esta pregunta, que resonó en las mentes de los filósofos antiguos, mientras iban por ahí en sandalias y peplo, encuentra su eco hoy en el mundo de la música, donde las bandas de rock, como los barcos en alta mar, navegan a través del tiempo con sus integrantes como marineros en constante cambio.
*Flipas con la analogía. Yo me he imaginado el barco como un drakkar lleno de vikingos escuchando AC/DC.
Imaginemos, pues, un escenario donde el Barco de Teseo es una banda de rock. Desde su formación, esta banda ha recorrido carreteras en giras turbulentos, enfrentando tormentas internas y externas. Sus integrantes originales, carcomidos y rotos por la edad, rencillas con el cantante, sida, denuncias de acoso o excesos con las drogas, han sido reemplazados, uno a uno, a lo largo de los años. ¿Sigue siendo entonces el mismo barco? Digo… ¿Sigue siendo la misma banda si ya no queda ninguno de sus integrantes originales?
Respondamos de forma aristotélica al asunto.
*Si Aristóteles hubiera conocido el metal.
Vamos a tomar como ejemplo a Judas Priest, leyendas del heavy metal que siguen pegando fuerte, aunque tenga exactamente cero miembros originales. La banda fue formada en 1969 por el vocalista principal Al Atkins y el bajista Brian Stapenhill, el guitarrista John Perry y el batería John Partridge. En 1973 el único miembro original que quedaba era Atkins, y la falta de éxito le convenció para abandonar la banda. Halford se unió más tarde, preparado para el periodo de mayor éxito. Desde entonces, ningún miembro fundador ha tenido nada que ver con Judas.
En el caso de bandas como Judas Priest (o, más ejemplos, Quiet Riot, Iron Butterfly, Napalm Death, Thin Lizzy, Sepultura…), vemos cómo la esencia de la banda trasciende la identidad de sus miembros. Aunque las caras han cambiado, el sonido, la forma, el estilo, la pasión y el legado perduran. La causa formal, el diseño intrínseco de la banda, permanece intacta a pesar de los cambios en la alineación. La esencia del sonido, la esencia que define a la banda, no se desvanece con el tiempo ni con los rostros que la representan. La causa material, los músicos individuales que componen la banda, puede cambiar, pero la forma en la que la música se expresa, la forma en la que resuena en el corazón de los oyentes, permanece constante.
Piénsalo, el fin, o causa final, de la banda también permanece inalterado. La misión de la banda, ya sea para inspirar, para desafiar, o para simplemente entretener, persiste más allá de las transformaciones físicas. Aunque los integrantes puedan ir y venir como la psoriasis, el propósito de la banda sigue siendo el mismo: llevar a sus oyentes al orgasmo emocional.
Finalmente, la causa eficiente, cómo y por quién está hecho el barco, también arroja luz sobre esta paradoja. Los mismos artesanos que construyeron el barco original podrían haber utilizado las mismas herramientas y técnicas para reemplazar sus tablones a lo largo del tiempo. De esta manera, el proceso de creación y renovación sigue siendo coherente, manteniendo una continuidad invisible que une el pasado con el presente.
Sin embargo, después de resolver estas cuestión surge una pregunta todavía más intrigante: ¿y si se almacenaran las partes reemplazadas y se usaran para reconstruir el barco original de Teseo? ¿Cuál sería entonces el barco auténtico? De manera similar, ¿qué pasaría si los músicos originales se reunieran una vez más para revivir la esencia primordial de la banda? Tendríamos Judas Priest 1, formada por los miembros originales y Judas Priest 2, la banda actual que conocemos. ¿Quién de las dos bandas sería más Judas Priest?
¿Te duele la cabeza? Es por el enchufón de popper que te da la filosofía.
En última instancia, la paradoja de Teseo nos desafía a contemplar la naturaleza de la identidad y la continuidad en un mundo de cambio constante. En el vasto océano del rock, así como el Barco de Teseo sigue siendo el mismo barco a pesar de los cambios en sus tablones, las bandas siguen siendo las mismas a pesar de los cambios en sus integrantes. Su música, su alma, su esencia, trasciende las limitaciones del tiempo y el CD-ROM, recordándonos que, al final del día, lo que importa es el viaje (de kalimotxo que te vas a dar escuchándolos).