Lunes. 7.30h. Suena el despertador. No puede ser. Pero si me acabo de dormir. No hombre no. Ni de coña. Paso. Aquí me quedo. Me arropo. Me duermo. Vuelve a sonar. 7.45h. No por favor. No quiero. No quiero. Vale, ok. Me levanto, meo, me lavo los dientes. Me ducho. Y envuelto en la toalla, tratando de no sucumbir al frío y al sueño, pienso en que no hace tanto era viernes, que no hace tanto estaba tumbado en el sofá durmiendo la siesta con todo el fin de semana por delante. Tenía que haber disfrutado mejor ese momento joder. Tomar conciencia. Gozar cada segundo. Maldita sea. Me visto, cojo el tupper y me voy a trabajar. Me espera una larga semana. Es imposible no deprimirse. Llego a la oficina y saludo sin ganas a mis compañeros. Esto es una mierda. Madrugar. Trabajar… Entonces pienso en Ella. Recurro a Ella. Como he hecho siempre. Como haré siempre. Ella me habla y yo la escucho. Y me levanta el ánimo. Y agradezco tenerla.
Y poco a poco la semana va transcurriendo. Los atascos en el coche se hacen más llevaderos con Ella. Las horas de oficina son más amenas con Ella. El esfuerzo en el gimnasio es menor si me acompaña Ella. Las derrotas de tu equipo se afrontan mejor con Ella. Y cuando llego a casa agotado, cansado, incluso empapado, y lo único que me apetece es sesión de manta y peli, allí también estará Ella.
Y por fin llega el viernes. No voy a cometer el mismo error. Tomo conciencia. Me tumbo en el sofá, saboreando cada segundo, disfrutando el momento. Me arropo y recurro a Ella. Y descanso merecidamente. Y es muy posible que aparezca en mis sueños. Ella está en todas partes. Ella es parte de mí. Y me despejaré y me ducharé con Ella, y quedaré con los colegas y vayamos donde vayamos estará Ella, esperándonos, en la calle, en aquel concierto, en el garito, en la discoteca. Y pasará la noche con nosotros. Y daremos gracias por tenerla. Y al día siguiente, si la resaca nos despierta, podremos recurrir a Ella. Nos levantará el ánimo si es necesario. Nos sacará del aburrimiento. Nos incitará a bailar. Nos hará viajar al pasado. Nos emocionará. Lo ha estado haciendo siempre y lo va a seguir haciendo. Conmigo. Contigo. Con todos nosotros. Porque es eterna.
Porque Ella no entiende de fronteras ni banderas. Porque con Ella todos los sentimientos vuelven a su estado puro. Porque Ella es el corazón de la vida. Porque sin Ella, la música, la vida sería un error.
By Peter Glez