La cantautora estadounidense Annie Clark, más conocida como St. Vincent, pasó por España dentro de su gira All Born Screaming, con fechas en Barcelona y Madrid los días 19 y 20 de octubre. En la capital, la artista actuó en la sala La Riviera, acompañada de los músicos Jason Falkner a la guitarra, Charlotte Kemp Muhl al bajo, Mark Giliana a la batería y Rachel Akroth a los teclados.
Con una apertura de puertas organizada a las 19:30 horas, los primeros fans entraron al recinto unos minutos antes, empezando a llenar las primeras filas del concierto. La telonera de la noche, la solista británica Anna B. Savage, tenía previsto comenzar su actuación a las 20:00 horas, pero se retrasó unos 10 minutos.
Acompañada de únicamente su guitarra, Anna B. Savage interpretó un total de 7 canciones durante su turno, sonando por primer vez Donegal, The Ghost, Pavlov’s Dog o in|FLUX. Además, estuvo bromeando con el público mientras afinaba su instrumento y confirmó que el mismo martes se anunciaría su nuevo disco.
Los problemas técnicos empañaron el comienzo de la actuación principal
Con el retraso de la actuación de la telonera también se atrasó el comienzo el concierto principal, que estaba previsto para las 21:00 horas y que no comenzó hasta las 21:20. Los primeros acordes de Reckless comenzaron a sonar en La Riviera, y una St. Vincent iluminada con un único foco empezó a murmurar algo que no terminó de sonar. El público se percató de que, en realidad, estaba empezando a cantar el tema y avisó a la artista de que no se oía nada, solamente los instrumentos, lo que hizo que parasen, configurasen de nuevo los micrófonos y, a las 21:30 horas, empezase de verdad el concierto.
Comenzando de nuevo con Reckless, la que terminó cantando las últimas estrofas en español, pasaron a la potencia guitarrera de Fear The Future y Los Ageless, seguidas del rock más experimental de Big Time Nothing y Marrow.
Para presentar la siguiente canción, Annie Clark entonó en un muy más que decente español unas palabras de admiración por la cultura y el ambiente de nuestro país, además de mencionar la gran influencia que tuvo en su último disco Goya y sus Pinturas Negras, para dar paso a Violent Times, cantando las últimas estrofas, de nuevo, en español y acompañada únicamente por la teclista Rachel Akroth.
A continuación, sonaron una serie de canciones en las que St. Vincent no paró de pasearse por el escenario, con una teatralidad que la acompañó durante toda la noche y tocando instrumentos como varias de sus guitarras o un theremín, entre ellas, Dilettante, Pay Your Way In Pain, Digital Witness y, con un público entregado y tocando las palmas al unísono, Sweetest Fruit.
De nuevo, con el rock guitarrero por bandera, la banda empezó a interpretar Flea, seguida de Cheerleader, con la que el batería Mark Giliana demostró que los solos de batería, siempre que sean cortos, no están ni pasados de moda ni resultan pesados. Lo bueno, si breve…
Una excelente banda compenetrada con St. Vincent a la perfección
La complicidad de Annie con su banda es precisa, perfecta para ambientar aún más la noche, y con la excelente sintonía entre ella y Jason Falkner, así como con momentos de coqueteo entre la bajista Charlotte Kemp Muhl, hicieron que el concierto fuese tremendamente dinámico, visual y vibrante, sobre todo durante las siguientes canciones, Broken Man, Birth In Reverse y Hell Is Near.
A continuación, el ambiente pasó de ser estimulante a convertirse en uno más íntimo cuando volvió a quedarse a solas con el sonido del teclado y los coros de Falkner y Kemp Muhl para interpretar Candy Darling, presentándola medio en inglés medio en español mencionando que era una canción sobre una persona que amaba, pero que no conocía.
Siguiendo con ese ambiente más relajado, empezó a volver a soltarse al traer de vuelta a toda la banda en sus correspondientes instrumentos e interpretar New York, con el público acompañándola y viendo cómo se paseaba por todo el escenario, para terminar acercándose a las primeras filas y hacer crowd surfing con muy poco éxito, volviendo al escenario muy pronto y acercándose de nuevo a la primera fila del otro lado del escenario, esta vez sin llegar a entrar donde el público.
Con la guitarra de nuevo colgada, el concierto ya llegaba a su fin, no sin antes devolver al público la emoción puramente rockera con Sugarboy, que alargó para dejar a los asistentes cantar el estribillo y a ella tocar los acordes de guitarra tumbada en el suelo junto a su guitarrista, que terminó también interpretando un solo de su instrumento mientras se movía por el escenario y lanzaba por los aires la guitarra.
Para terminar la noche, sonó en una Riviera con entradas agotadas a última hora el título homónimo de su disco y gira, All Born Screaming Tour, acompañada en todo momento por las palmas al unísono del público y moviéndose con una expresividad teatral mostrada durante todo el concierto a ritmo de All Born Screaming, para salir todos del escenario nada más concluir el tema.
Aunque las luces siguieron apagadas, dando a entender que todavía faltaban los bises, algunos de los fans pedían a grito de “¡Otra, otra!” que St. Vincent saliese para dar por terminado el concierto, y así hizo, pero sólo aparecieron ella y Rachel Akroth a los teclados para finalizar de forma emotiva con Somebody Like Me y despedirse del todo con los vítores y el agradecimiento del público, después de un cambio de vestuario por una camiseta de su merchandising y una toalla al estar demasiado acalorada.
El público madrileño rendido ante el magnetismo rockero de Annie Clark
Con una puesta en escena sencilla, pero increíblemente potente, St. Vincent se aseguró de dar una de las más perfectas actuaciones para todos los fans de la música guitarrera con toques experimentales, demostrando que es una de las mejores front(man)women de los últimos años.
Sabiendo a la perfección cómo combinar las canciones, de más y menos potentes, con las más emotivas e incluyendo los temidos solos de batería y guitarra, Annie Clark ha llevado a excelente e impecable término un espectáculo que difícilmente defraudó o aburrió a alguno de los presentes, con la simplicidad de una banda en directo, pero con el carisma y originalidad de una artista que sabe de forma óptima como dar uno de los mejores conciertos del 2024.
Su banda no se queda atrás, complementándose al 100% con la cantautora, pero mostrando una mezcla sublime de talento y armonía, tanto en los instrumentos como entre ellos personalmente. No sólo destaco St. Vincent, sino que lo hizo gracias al magnetismo, sintonía y dinamismo de todos los presentes encima del escenario.
St. Vincent mencionó al principio del concierto que hace un año estaba en la misma posición, tocando en La Riviera de Madrid, y no nos importaría que todos los años disfrutásemos del impecable y apabullante directo de la estadounidense y el resto de su banda. Mejor sin problemas técnicos.