El legendario artista británico Paul McCartney pasó por España durante su última gira mundial, Got Back, tocando dos noches seguidas en el WiZink Center de Madrid los días 9 y 10 de diciembre.
El músico tocó por última vez en la capital en junio de 2016 en el ya desaparecido Estadio Vicente Calderón, que congregó a más de 50.000 asistentes en su gira One on One, mientras que estaba previsto que tocase en nuestro país dentro de su gira Freshen Up en 2020 en Barcelona, aunque se terminó cancelando a causa de la pandemia del Covid-19.
Con una ciudad llena de misteriosos carteles en los que aparecía el artista, se confirmó su paso por nuestro país en el mes de junio y, una semana después, comenzó la venta de entradas, habiendo problemas con los cobros, los asientos y las entradas de pista y grada en varias ticketeras. Al final del día, hizo sold out para las dos fechas en todos los tipos de asientos salvo en Premium, aunque en la misma fecha del evento se pudieron conseguir algunas sueltas.
15.000 personas abarrotaron el WiZink Center en su primera noche de la capital, con grandes colas para entrar a pista desde la calle Felipe II como nunca se vio en otro evento. Los asistentes, que parecía que no iban a llegar a tiempo al recinto, tuvieron algo de suerte, pues el concierto comenzó con un retraso de 15 minutos, un hecho que desafió a la puntualidad británica del artista, amenizando la espera con una composición de vídeos e imágenes de los Beatles, Wings y su trabajo en solitario en las pantallas y con un DJ que fue pinchando remixes de las canciones de McCartney, algunas que no se escucharían durante el evento.
Una vez que se apagaron las luces, McCartney salió al escenario, acompañado por sus músicos habituales, Rusty Anderson y Brian Ray a la guitarra, Abe Laboriel Jr. A la batería y Paul «Wix» Wickens a los teclados, cerrando la agrupación con los viento metal del trio Hot City Horns, con Paul Burton al trombón, Mike Davis a la trompeta y Kenji Fenton al saxofón.
Para entonces, la locura colectiva dio comienzo, especialmente cuando sonaron los primeros versos de Can’t Buy Me Love y el público del recinto estalló por la emoción y la espera. Finalizada este inicio tan Beatle, y una vez se dieron los primeros saludos de la noche en un español leído a través de las pantallas, el concierto siguió con Junior’s Farm y Letting Go, ambas de su etapa en Wings.
La calma a lo largo de estas menos conocidas canciones duró muy poco, pues el concierto siguió con dos potentísimas canciones de los Beatles en el ’65 y ‘66: Drive My Car del brillante Rubber Soul y Got To Get You Into My Life del maravilloso Revolver, con el que destacaron los Hot City Horns durante la actuación.
Sin perder ni un momento la euforia de la noche, sonó en el WiZink Center Come On To Me, destacando, de nuevo, los acordes y melodías de los viento metal del trio. Con el calor no sólo del público, sino también de las luces, Paul se quitó la chaqueta que llevaba, llevándose varios silbidos del público y dejando el atuendo que llevaría a lo largo de la noche: su característica camisa blanca con las mangas dobladas y un chaleco oscuro por encima.
De nuevo, sonaron Wings por tercera vez en el concierto, esta vez con un ambiente algo más relajado para dar descanso al público emocionado y enérgico que cantó al unísono los versos de Let Me Roll It, canción con la que Paul sustituyó su preciado bajo Hoffner por una guitarra eléctrica Gibson con colores psicodélicos, con la que concluyó la canción con un pequeño repaso del final de Foxy Lady de Jimi Hendrix y con la que también interpretó Getting Better, la primera canción de la noche perteneciente al Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band.
Una vez concluida la canción, dedicó unas palabras, esta vez en inglés, para hablar de Hendrix y lo increíblemente bueno que era. Se descolgó la guitarra y se fue directo al piano de cola colocado a un lateral del escenario para interpretar las siguientes canciones, empezando por Let ‘Em In de Wings y My Valentine, tema dedicado a su esposa, Nancy Shevell, y por el que aparecieron en las pantallas los actores Natalie Portman y Johnny Depp interpretando en lenguaje de signos la canción, al igual que en su correspondiente vídeo.
Después de la emotividad de la canción, decidió que ya era hora devolver el júbilo a la audiencia y, sin levantarse del piano, interpretó Nineteen Hundred and Eighty-Five de Wings, devolviendo la calma y el romanticismo con, también al piano, Maybe I’m Amazed, perteneciente a su primer disco en solitario, McCartney de 1970 y dedicada a su primera esposa Linda.
Para este nuevo bloque del concierto, se levantó del piano y se colgó una guitarra, esta vez acústica, para tocar, en un escenario en el que apareció una pantalla gigante que cortó su espacio por la mitad, varias canciones de sus primeros años, comenzando por I’ve Just Seen a Face, In Spite Of All The Danger, uno de los primeros temas que grabó con la agrupación The Quarrymen y, por último, su primer gran éxito con los Beatles, Love Me Do, acompañado en todo momento por el público, que no dejó de tararear y de entonar los versos de todas ellas.
Con el escenario a mitad de su capacidad, en un formato más íntimo, se colgó un nuevo instrumento para la siguiente canción, una mandolina o, como el mismo dijo, “un mandolino”, mezclando el español y el género lingüístico e interpretando uno de sus éxitos del siglo XXI, Dance Tonight.
Con sus músicos saliendo del escenario, McCartney se quedó solo, con su guitarra acústica colgada, para tocar los primeros acordes de la preciosa Blackbird, perteneciente al Álbum Blanco de los Beatles y con la que empezó a ascender una plataforma central con pantalla con el músico encima de ella, emitiendo en ella y el resto de pantallas un paisaje azul con un mirlo volando. Para la siguiente canción, la plataforma seguía en alto para que el músico interpretara Here Today, dedicada a su amigo John Lennon y con la que, al finalizar, la plataforma ya volvió a la altura del resto del escenario.
Un piano de pared pintado con colores psicodélicos apareció en un escenario ya en su tamaño original, en el que Paul se sentó y, con sus músicos de vuelta al concierto, interpretaron todos juntos la última canción publicada de los Beatles, la conmovedora Now And Then, por la que aparecieron en las pantallas varios extractos del vídeo, así como imágenes y momentos vividos por los 4 componentes de la banda a lo largo de su vida.
Sin levantarse del piano y sin dejar que el público respirara, los primeros acordes de Lady Madonna se escucharon por todo el recinto para deleite de todos los asistentes, que vieron cómo se empezaba a caldear el ambiente con temas más animados y reconocidos.
A esta canción la siguieron una mezcla de canciones de los Beatles y Wings, como Jet, con la que Paul se levantó del piano psicodélico y se colgó su icónico bajo Hoffner, y Being for the Benefit of Mr. Kite!, otra incorporación del Sgt. Peppers que sorprendió a los asistentes al ser compuesta por John Lennon.
Otra vez se quedó solo el británico en el escenario y otra vez cambió de instrumento para entonar una nueva canción, interpretando la preciosa Something de su amigo George Harrison al ukelele y, cuando empezó el puente del tema, salieron de nuevo los músicos para interpretar el solo y el final de la canción junto a McCartney y, por supuesto, al entregado público. Al concluirla, Paul lanzó un beso al cielo y agradeció a su, según sus palabras, hermano George por componer esa maravillosa canción.
Con su bajo otra vez colgado, sonaron más Wings y Beatles en el tramo final del concierto, empezando por Ob-La-Di Ob-La-Da con unos espectadores al unísono y mostrados por las pantallas del escenario, Band On The Run, con la que no dejó descansar ni a ellos ni a sus músicos, Get Back, con imágenes del mítico último concierto de los Beatles en 1969 en la azotea de Apple Corps y algunos extractos de la película Get Back, recientemente remasterizada y publicada por Peter Jackson y, por último, Let It Be, con la que el público encendió las luces de sus móviles para acompañar a Paul, que volvió a sentarse al piano de cola.
Sin moverse del instrumento, interpretó las primeras notas de su mega éxito con Wings y banda sonora de la película Vive y Deja Morir de James Bond, Live and Let Die, acompañado por los gritos de sus fans y demostrando un juego y espectáculo de fuego pirotecnia impresionante a ritmo de la percusión y la orquesta a lo largo de su interpretación, subiendo la temperatura del recinto por momentos.
El público, que estaba completamente entregado desde el primer momento, aprovechó un silencio del espectáculo para corearle varios “Oe, oe, oes”, con los que Paul acompañó tocando el piano psicodélico en tiempo y coordinación. En ese mismo piano, se terminó sentando para empezar con el final del concierto, interpretando la esperadísima Hey Jude que, como no podía ser de otra manera, los fans acompañaron en todo momento, en especial con su final y su “Na na na ná” característico, dejándolos solos con el ritmo de la batería marcando los tiempos y apareciendo en la pantalla, con algunas luces del recinto encendidas.
Paul y el resto de músicos se reunieron en el centro del escenario para cogerse las manos y hacer una reverencia, como si del final del concierto se tratara, pero sólo faltaban los ansiados bises y, unos minutos después de que salieran del escenario y siguieran las luces apagadas, volvieron a aparecer en él, llevando con ellos tres grandes banderas, una Union Jack, una bandera española y una LGTBI+, que ondearon durante un rato para dar paso al último bloque de la noche.
McCartney regresó con la guitarra eléctrica psicodélica a los hombros, interpretando a partir de ese momento únicamente canciones de los Beatles y dando comienzo los bises con I’ve Got A Feeling, perteneciente al penúltimo álbum grabado y último trabajo publicado de la formación en 1970, con imágenes de su actuación en esa azotea londinense y acompañado de la voz grabada de John Lennon.
Después, con su bajo colgado, interpretaron Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band (Reprise), final del disco homónimo de 1967 que cierra también ese trabajo y, como sorpresa final, Helter Skelter, el toque ultra rockero de la noche con juegos de luces rojas y movimientos intensos de las cámaras de las pantallas.
Para concluir una noche inolvidable, sonó en el WiZink Center el gran momento del concierto, el final de la maravillosa cara b de Abbey Road con Paul al piano de cola para tocar Golden Slumbers, luego para seguir con Carry That Weigh y ya, para terminar, a la guitarra eléctrica con The End, con solo de batería de gran duración a cargo de Abe Laboriel Jr., que hizo un excelente trabajo en la posición de Ringo Starr, y a duelo a la guitarra con Rusty Anderson.
“And in the end, the love you take is equal to the love you make” es el final perfecto tanto de uno de los mejores álbumes de la historia como una de las mejores noches de concierto de 2024, con aplausos y vítores que desgarraron todo el recinto mientras volvían a reunirse en el centro del escenario la agrupación con Paul McCartney, esta vez para despedirse de verdad mientras algunos asistentes se iban yendo y otros esperaban a que el músico no apareciese en ningún momento por las pantallas.
Con unas últimas imágenes del británico bajando del escenario y encontrándose con su hija Mary que le ayudó a ponerse un abrigo, el concierto concluyó por ese día, esperando con ansías la segunda noche prometida en el mismo recinto al día siguiente y, con ello, terminando su parada en nuestro país de su gira Got Back.
Pocas quejas hay de un espectáculo digno de los más grandes, con un impecable setlist que recopiló los mejores momentos de 60 años de trayectoria musical. Si bien contentó en todo momento al público, se echaron en falta algunas canciones imprescindibles de su curriculum, como A Hard Day’s Night (con la que comenzó el concierto del día 10), She Loves You, I Want To Hold Your Hand, algunas caras b de singles de 1965 como We Can Work It Out o Day Tripper o la gran olvidada de las dos noches, Yesterday, un delito no haberla incluido en ambos setlist.
No sólo faltaron canciones de los Beatles, sino también de Wings como Coming Up, Silly Love Songs o Another Day, así como otras de su carrera en solitario como su colaboración con Rihanna y Kanye West, FourFiveSeconds.
Con un espectacular y cuidado sonido, unos juegos de luces perfectos y algo de pirotecnia y fuego, el artista agradeció a los profesionales de dichos elementos al finalizar el concierto, pero la gran presentación recae en sus hombros, ofreciendo los mejores conciertos para fans de la mítica banda de Liverpool, de él como artista en solitario o, incluso, para cualquier melómano o amante del rock clásico.
Aunque con 82 años se puede esperar que le fallen la voz o la fuerza física, en dos horas y media de espectáculo no se le vio en ningún momento beber agua y, aunque en ocasiones su voz no llegaba, logró mantenerse en todo momento, dando lo mejor de sí mismo a lo largo de las canciones.
Paul McCartney es el artista que no se puede perder nadie en su vida, y lo demostró con creces el pasado 9 de diciembre, también al día siguiente. Considerado un concierto apoteósico e increíble, para los que le vimos en el Vicente Calderón en 2016 nos llegó a faltar algo, una pizca de algún elemento que hizo que no fuese considerado este último concierto como legendario, al igual que ese de hace 8 años. A pesar de que, a su edad, podríamos considerar esta la última vez que le veamos en nuestro país, esperamos que, en un futuro, tenga la misma vitalidad para dar un concierto que, esta vez sí, sea tan legendario y majestuoso como los anteriores. Paul McCartney convierte en leyenda todos los conciertos en los que se presenta y a todo el público en testigos de los mejores espectáculos de su vida. Por más conciertos de leyenda como estos últimos.