Fotografía by Javier Rosa
Las sensaciones mueven el mundo. Está todo en esos chispazos, en ellas reside afrontar cada día. Si hablamos de sensaciones, hablamos del Bilbao BBK Live. Hablamos de un recinto preparado para darle al asistente la mayor de las experiencias y facilidades.
Aunque llegar a Kobetamendi no sea del todo cómodo, hay que apuntar que es sencillo. Puedes hacerlo de diferentes formas, pero lo hagas como lo hagas tendrás que recorrer unos metros a pie por una colina para llegar a su entrada. Abajo, en el horizonte, queda Bilbao y sus espectaculares vistas, motivo por el cual cualquier paseo merece la pena. El destino, entrar en ese bosque de música y buenas vibraciones.
El BBK 2016 se presentaba como uno de los festivales más atractivos del verano. Su cartel estaba formado por artistas de primer nivel: Arcade Fire, Pixies, Tame Impala, Foals… Y vaya si ha cumplido con las expectativas. La undécima edición del festival ha conseguido conquistar a sus nuevos fieles y retener a los de siempre.
Primer día – Jueves – Solo hace falta creer, descubriendo Basoa
Todo comenzaba un jueves 7 de julio. El cielo presentaba un color grisáceo y parecía que se preparaba para descargar unas horas después. «Tranquilos, hoy no va a llover«, comentaba el taxista que nos llevaba a Kobetamendi. Acertaría. Lo único que cayó a lo largo de la noche fue un constante goteo, al más puro estilo vaporizador de terraza, que sirvió para acompañar a la madrugada. Pero eso sería más tarde, horas después de vivir los conciertos de Years & Years, DMA’S o M83.
Los segundos son lo más parecido a Oasis que se pueda ver ahora mismo en directo. Quizás les falte algo de punch, pero no son una banda que necesite de puesta en escena para impactar con sus canciones. Los últimos, los franceses, llegaban con nuevo material bajo el brazo y un aire a electrónica épica. Cumplieron. Coincidían con Hinds, las españolas más internacionales, que ofrecieron un divertido concierto perfecto para combinar con un par de cervezas isotónicas.
El plato fuerte de la noche estaba por llegar, y es que después de New Order y su lacrimógeno final con «Love Will Tear Us Apart» llegarían ellos: Arcade Fire. Los canadienses dieron una lección sobre el imponente escenario principal. No importaba que Bilbao les recibiera sin nuevo material, ese detalle les hizo tener un setlist aún más celebrado. Repitieron lo tocado la noche anterior en Barcelona y pocos de sus himnos faltaron a la cita. De los más coreados fueron «Intervention», «Rebellion», «Reflektor», «The Suburbs» y «Wake Up», la canción que cualquier banda querría tener en su repertorio. El tema capaz de unir a 40.000 personas en un solo grito. Así se despidieron Arcade Fire, posiblemente la banda más relevante que ha dado la música en la última década.
Fotografía by Óscar L. Tejeada
Hot Chip darían el pistoletazo de salida a la noche de baile que comenzaría a partir de ese momento. Y es que en el BBK, cuando finaliza la actividad en los dos escenarios principales, un nuevo mundo de electrónica e idílicos bosques se abre ante tus ojos. La carpa y Basoa, a escasos metros el uno del otro, son el paraíso para los que quieren bailar hasta las siete de la mañana. En la carpa, Blood Red Shoes daban los últimos coletazos de rock and roll y preparaban al público para las tres horas y media de electrónica que servirían para finalizar la primera jornada.
En Basoa, esa maravilla escondida en los límites del recinto, pinchaba Four Tet. Y el de Londres tenía preparada la sesión acorde para la hora en la que entraría en acción, las cuatro de la mañana. Allí, en Basoa, el lugar donde todo el mundo quería estar, era la vía de escape de cualquier persona que quisiera desconectar durante un buen rato. Solo era necesario acercarse sigiliosamente al pequeño escenario para entrar en una ensoñación automática. Quizás la música se apoderaba de ti, quizás era el extraordinario «ambiente» que se respiraba. Las razones no están claras, pero entrar en Basoa era desprenderse de tu mente y comenzar a bailar sin pausa. El BBK podría haber durado hasta hoy, una semana después, y aún se encontraría a gente bailando en ese recóndito bosque del que nadie quería irse.
Segundo día – Viernes – Acomodarse no es la actitud
La segunda jornada comenzaba previa ingesta de txakolis y visita a Getxo, preparando el terreno para un día que comenzaría pronto, con José González poniendo los pelos de punta con su calidez acústica. Ponía el toque calmado y la voz de la conciencia antes de lo que se venía encima: Belako, Grimes, Pixies y Slaves.
Los primeros jugaban en casa y el público estaba de su lado. Con su directo volvieron a demostrar que no se les resiste ningún terreno y que la inercia les hará, irremediablemente, alcanzar nuevas metas con el paso del tiempo. A Grimes le tocaba poner al Heineken Stage a bailar. Y eso es lo que hizo durante el comienzo de un concierto que tuvo que pararse durante veinte minutos por problemas técnicos. Pero Grimes es mucha Grimes, lo que para algún artista habría sido cavar su tumba, ella lo solucionó con una segunda aparición estelar y la potencia de su música intacta.
Pixies eran el segundo cabeza de cartel del festival, la banda más legendaria de todo el cartel. Y tenían el público a sus pies antes de todo, pero unos problemas de sonido hizo que la actuación fuera menos brillante de lo esperado. Aún así, sus éxitos no tardaron en dejarse caer. Ya desde el minuto uno sonaron «Bone Machine» o «Wave Of Mutilation», consiguiendo que las primeras filas entraran en estado de trance. Algo que no sucedió de la mitad para atrás, donde la voz de Black Francis se perdía entre conversaciones ajenas. Pero Pixies estaban sobre el escenario y escuchar en directo temas como «Isla de Encanta», «Hey», «Here Comes Your Man», «Caribou» o «Debaser» debería ser necesario hacerlo al menos una vez en la vida. Y el directo seguía. Joey Santiago mostró sus virtudes de malabarista de la guitarra en el solo de «Vamos» y «Where Is My Mind» sonó al unísono en otro de esos momentos que consigue hermanar a miles de personas durante tres minutos. El bis de tres canciones terminó por finalizar con un concierto que solo acrecentar las ganas de ver a Pixies próximamente en una sala.
Fotografía by Óscar L. Tejeada
Con el sabor de leyenda aún en la boca, la carpa se preparaba para no volar ante el vendaval que acogería. Slaves dieron el concierto más salvaje del BBK. Una sorpresa para muchos, en Wake ya sabíamos a que nos enfrentábamos. El dúo británico formó pogos en media carpa que serían constantes durante todo su directo. Una inyección punk que trasladó a Bilbao a finales de los 70, cuando el género hacía eclosión y se llevaba a la juventud al lado indómito de las cosas.
Con la adrenalina aún en vena, la electrónica volvía a hacer su aparición con unas últimas horas salpicadas por éxitos «indie» en la carpa y Erol Alkan recogiéndose en Basoa haciendo lo que sabe. Amanecer y bajada a Bilbao incluida, visionado del encierro de San Fermín, pintxo de tortilla y metro abierto. Todo en orden.
Tercer día – Sábado – No decaigas, la fuerza está en tu mente
La última jornada sería el colofón perfecto para los amantes de la música. Courtney Barnett era una de las más esperadas pero su concierto dejó fríos a buena parte de sus fans. La australiana se mostró distante y sus temas, aunque sonaron bien, no terminaron de transmitir lo mismo que en estudio. El turno de Father John Misty llegaba con el sol de cara y su galantería encandilando al segundo escenario principal. El concierto tuvo de todo: caídas inesperadas, besos al público de la primera fila y sus correspondientes selfies, y canciones llenas de emoción. La perfecta instrumentalización le acompañó durante todo el directo. Todo un caballero que cumplió con las expectativas.
Y tras él, con la puesta de sol a punto de hacer aparición, llegarían Tame Impala. La banda más en forma del momento lo dio todo desde su primer tema. En «Nang» calentaron durante un minuto y medio a fuego lento para disparar todas sus armas en «Let It Happen», uno de los momentazos de todo el festival. El público saltó como nunca lo había hecho en todo el fin de semana y se movió al ritmo que marcaba Kevin Parker. «Why Won’t You Make Up Your Mind?», «Elephant», «The Less I Know the Better», Daffodils» y «Feels Like We Only Go Backwards» fueron algunos de los temas más celebrados durante el viaje. Para el recuerdo queda ese momento en el que Parker, totalmente solo en el escenario, dio vida a su guitarra mediante una pantalla que coloreaba con imágenes los riffs que sonaban.
Editors, siempre fiables, les siguieron. Volvieron a mostrar un directo sólido y certero, al igual que Foals, que continuarían añadiendo magia de la última jornada. Las dos bandas dejaron la energía del público en el mínimo aconsejable, pero cuando parecía que el cuerpo no darías más de sí después de tres días de festival, llegarían ellos, Triángulo de Amor Bizarro, para resucitar a los más «cansados» del panorama. Su distorsión es capaz de levantar a un muerto y, aunque en algunas ocasiones tenga que pasar un minuto para reconocer cuál de todos sus pildorazos está sonando, lo que consiguen los gallegos tiene mérito: es imposible no sucumbir ante su sonido.
Tocaba hidratarse, sobreponerse al físico y centrarse en lo mental para llegar a la última sesión. 2 Many Dj’s cerraban el festival a lo grande, llevando a la carpa al baile final. Más amanecer, más vuelta a Bilbao por las escaleras laberínticas. Más sabor dulce a BBK Live.
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El balance final, más de 100.000 personas y una organización que cumple a la perfección con lo que se espera de un festival: pocas colas en barras y baños, horarios cumplidos con puntualidad suiza y actividades paralelas para no aburrirse ni un segundo. El único punto a revisar sería el de mejorar el sonido de los escenarios principales. Pero la valoración es más que positiva.
Ah, y que Basoa nunca se vaya, por favor.
- Mejor concierto del festival: Arcade Fire
- Concierto revelación: Slaves
- Mejor banda nacional: Triángulo de Amor Bizarro
- Mejor sesión (electrónica): Four Tet
- Mejor escenario: Basoa
Crónica by Ray Vegas
«Si vivir es un regalo y un presente»