Los festivales tienen ese algo especial que hace que el tiempo funcione diferente una vez traspasas sus puertas de entrada. Pasan las horas, los días, pero da igual: cuando estás allí dentro, todo se convierte en una burbuja de música en directo y sensaciones que quedan grabadas a fuego en la mente. En los últimos años, Mad Cool ha sido uno de los festivales nacionales que más ha combinado la fusión de conciertos y activaciones de marcas, y este año hubo algunas de ellas que atrajeron a gran parte del público.
Más allá de lo que sucedió en sus conciertos, que puedes leer aquí y cuyo despliegue de nombres nacionales e internacionales fue imponente, hubo un detalle que marcó la diferencia: el ambiente en el recinto. Los espacios entre concierto y concierto crearon pequeñas experiencias que hicieron el festival más redondo, y hubo una zona, la de Coca-Cola, especialmente pensada para darle un giro creativo al día: un rincón donde se podían customizar bandanas, crear colgadores para el móvil y hasta probar cócteles diferentes, con un punto refrescante perfecto para aguantar el ritmo del calor y la música.
La propuesta conectó con el espíritu del Mad Cool: música sí, pero también creatividad, amistad y planes inesperados que hacen que el recuerdo del festival sea todavía más potente. No se trató solo de ver a tus artistas favoritos, sino de vivir el festival como un todo.
Más allá de los escenarios
En los últimos años, los festivales han dejado de ser solo un sitio donde ver conciertos. Son pequeñas ciudades temporales, con sus propias reglas, costumbres y rincones por descubrir. Y esta edición del Mad Cool lo dejó claro: la música fue lo más importante, pero no todo pasó en los escenarios principales.
Entre concierto y concierto, el público encontró tiempo para acercarse a esas zonas creativas, como la mencionada de Coca-Cola, en la cual se podía personalizar una bandana (un accesorio tan útil como icónico en cualquier festival), o diseñar un colgador de móvil personalizado, ese invento que cuando lo pruebas ya no quieres quitarte porque te salva la vida en mitad del pogo.
La idea fue sencilla pero efectiva: darle un respiro al cuerpo mientras se creaban recuerdos físicos del festival. Algo que, cuando llegas a casa después de días de conciertos, guardas en un cajón junto a las entradas, las pulseras y los tickets medio rotos de cada edición.
Un verano lleno de música y premios
Además, este año mucha gente vivió el Mad Cool gracias a los sorteos que se hicieron en semanas previas al festival. A través de un simple registro de tickets de Coca-Cola, muchos consiguieron su entrada para vivir el festival desde dentro, y otros tantos ganaron acceso a otros eventos como Ushuaïa Ibiza o La Velada.
En definitiva, el Mad Cool volvió a ser ese punto de encuentro donde la música lo mueve todo, pero donde también hay espacio para crear, compartir y guardar momentos especiales. Porque, al final, de eso va el verano: de sumar experiencias y tener historias que contar cuando llegue septiembre.