La decimoctava edición del festival Bilbao BBK Live celebrada en el imponente y espectacular Kobetamendi cerró el pasado 14 de julio tres días espectaculares de música y naturaleza, “congregando a 110.000 personas procedentes de más de 50 países”, tal y como aseguran desde la propia organización.
Este año además de acoger una cifra de personas más que destacable, también recibió un sinfín de bandas de gran calibre y alto tallaje, empezando por los canadienses Arcade Fire, siguiendo por los australianos Parcels y continuando con Jungle, Malatu Astatke, Grace Jones, Underworld, El Columpio Asesino o Alcalá Norte. Entre un gran abanico de opciones más, que junto a sus inigualables espacios dedicados a la electrónica y al techno, Basoa y Lasai (con sus vistas panorámicas a un Bilbao bañado de luces), componían el destino perfecto para cualquier persona que quisiera pasarlo bien al ritmo de buena música.
Buena música siempre y buen tiempo a ratos. Cierto es que esta edición no dejó de lado el característico tiempo norteño. Y al igual que el BBK es el festival perfecto en el que disfrutar de unos buenos pintxos en el centro de la ciudad que apacigüen la resaca, también puede convertirse en el lugar idóneo en el que refrescarse con una buena trompa de agua. Y así fue. La primera jornada llenó de barro y charcos el recinto y, sobre todo, el camping, complicando los desplazamientos, que hicieron bailar a todos un twist bastante arrítmico. Aunque, por suerte, la lluvia no pasó del viernes al medio día y el verde seco remontó para cerrar el festival con el cielo y las ideas bien despejadas, después de tres días que dieron para mucho.
Día 1, 11 de julio: una apertura explosiva
El primer día del festival comenzó con una energía palpable en el aire. Miles de personas ascendieron la colina para ser recibidos por un paisaje impresionante y un ambiente de euforia colectiva. La apertura del festival ya contaba con grandes cabezas de cartel, la cosa empezaba fuerte: Massive Attack, The Prodigy, Air, Sen Senra, Los Planetas y Folamour, sumados a otros muchos artistas más independientes, como Jimena Amarillo o Queralt Lahoz, fueron los encargados de poner banda sonora a la primera noche.
Sin duda, el público se multiplicó por mil y bañó la visión de cabezas exaltadas en el escenario principal del BBK (Nagusia), con Massive Attack, que acompañaron su enérgica actuación con visuales políticos, de denuncia y cargados de mensajes en euskera, especialmente adaptados a su actuación en el País Vasco. La misma estampa de overpeople se repitió a modo déjà vu con The Prodigy, que expandió energía y garra por todos los lugares del recinto, que fue quedándose vacío conforme avanzaba la noche, ya que los más estrategas querían reservar fuerza para lo que se venía.
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Día 2, 12 de julio: diversidad ecléctica
El segundo día del festival fue una mezcla ecléctica de géneros y estilos. Desde el indie-pop de Parcels y Khruangbin, que convirtieron el monte en un mar de luces y psicodelia, hasta el jazz vibrante de Ezra Collective, que llevó a la audiencia a una montaña rusa de ritmos que ponían de buen humor. Sin duda, las actuaciones más esperadas fueron la de Grace Jones, una diva reluciente que sacó el hula-hop y dominó el escenario con una imponente máscara que la acompañó durante su espectacular show, y la de Underworld, que llevó a los asistentes a la catarsis colectiva en todo momento, llegando al clímax con su Born Slippy.
Los escenarios secundarios no se quedaron atrás, acogiendo las actuaciones de Samantha Hudson, Albert Pla, con su gira Rumbagenarios, llenando el Kobetamendi en un oasis de ritmos flamencos, el dúo Overmono, con toda la artillería de su Good Lies o Standstill, que brilló con su hardcore, punk y underground entre verde, con su retorno a escena tras una década.
También hubo hueco para bandas más independientes, como las apabullantes Aiko el grupo, así como una destacable apuesta por los grupos locales y más pegados a la tierra bilbaína, como es el caso de las eléctricas pamplonesas Melenas, o los vascos Ezezez, que aunque significa triple negación en euskera fueron y son un claro sí en el panorama musical actual.
Para los que tuvieron energía de estar pegados al sol y al amanecer, Oro Jondo echó una buena dosis de tecno rumba al ambiente, y Parkineos arrampló con una ola de rave que había que saltar.
Como contras de la jornada, el sonido, que en más de una ocasión jugó malas pasadas. Sobre todo al gran grupo Parcels en el escenario San Miguel, pues la intensidad estuvo más que baja, y al aclamado Ralphie Choo, que en el escenario de Beffeater fue pisado en todo momento por las bases de Basoa, algo a mejorar y que ocurrió en casi todas las actuaciones que tuvieron lugar aquí.
Día 3: El clímax perfecto
El día final del BBK Live 2024 fue toda una celebración en la que estaban los mejores invitados posibles. La tarde arrancó con Airu, que a pesar de lo fuerte que pegaba el sol tuvo grandes fieles entre el público y aprovechó para desvelar algunos nuevos temas como su versión Anegauta del grupo TOC!. Siguió la banda del momento Alcalá Norte, con su La Vida Cañón, una camiseta del Athletic de Bilbao y saltos enérgicos con los que el cantante invitaba a bailar sin dejar de lado el humor“¿A qué bailo mejor que Dua Lipa?”. Para continuar la sobremesa antes de que bajase el sol, Los Bitchos y su cumbia fueron una gran opción en la carpa Beefeater, que mezclada con los árboles que la rodean vistieron el imaginario de algo mágico. Después, llegó el fin de uno de los encierros más esperados del día, el Toro de El Columpio Asesino, con una actuación estelar que hizo visible sus más de dos décadas en el universo indie.
Floating Points, Alvvais, Nerve Agent o el jazz y los característicos sonidos africanos del artista etíope Mulatu Astatke fueron otros de los ritmos que vistieron el último día del festival, en el que sin duda los broches de oro fueron Arcade Fire y Jungle. Arcade Fire alentó a darlo todo con sus grandes clásicos como Everything Now, y una vez más estuvieron excepcionales. Jungle, fue una clara matrícula de honor, con un cuidadoso directo, una puesta en escena que deslumbraba colores y grooves y un sonido milimétricamente perfecto. Totalmente envolventes, dejaron al público saciado, incluso se podían escuchar frases como “solo por esta actuación me ha merecido la pena pagar la entrada”.
Basoa y Lasai también brillaron, las zonas del bosque del BBK tuvieron como guirnaldas la excepcional sesión de Nicola Cruz y la inigualable bola de discoteca que cuelga de uno de los árboles alcanzó su tono más magnético con el especial final set de John Tabalot. Una sesión que armonizó la despedida del BBK 2024 de muchas, teniendo como alternativa las mezclas de otros DJs como Inés Hernand, Daniless o David Van Bylen. Tú marcabas tu propia aventura y tu propia despedida, en un BBK que no solo destacó por su impresionante cartel, sino también por su impecable organización: doce escenarios, una gran variedad de food trucks e incluso zonas promocionales con sorteos, regalos y actividades más que divertidas, como bucear en una piscina-colchoneta para conseguir un helado Ben & Jerrys. Todo motivos para una más que aprobada e inolvidable edición.
Destacando, a su vez, su vínculo con la ciudad de Bilbao, a la que el BBK ha llevado conciertos y actuaciones gratuitas al centro de sus calles con Bereziak. Además, mención especial a su compromiso con el medioambiente, con múltiples iniciativas ecológicas como BALORE, un espacio enmarcado dentro del propio recinto, para que la gente pudiese informarse sobre el compromiso con la sostenibilidad del BBK.
Desde sus inicios en 2006, el festival ha crecido hasta convertirse en uno de los eventos musicales más importantes de Europa, y este año no ha sido la excepción. Simplemente increíble. Hasta el año que viene BBK, que ya cuenta con fechas que marcar en el calendario: 10, 11 y 12 de julio. Eskerrik asko!
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