Sonograma publicaban hace 6 años su disco debut, Tormenta. Más de un lustro después, tras el convulso e inolvidable (para bien o para mal) 2020, el supergrupo formado por Rodrigo Cominero (Rufus T. Firefly y Viva Suecia), Víctor Pescador (Angel Stanich), Ángel Herranz (La Llamada y Rubén Pozo) y Daniel Campillo (Kuve) regresa con la continuación de aquel sólido primer álbum.
En estos tiempos en los que lo impersonal amenaza con hacerse con todo, la banda presenta en La Noche Más Oscura “un alegato en favor de las emociones reales y las distancias cortas”. Y el mensaje lo transmiten a través de 9 canciones que crecen con cada escucha. El pop-rock guitarrero toma el control durante todo el disco, ofreciendo canciones con toques brillantes, sintetizadores y cuya estructura suele desembocar en vigorosos y coreables estribillos.
Parte de su éxito, además de basarse en la amplia y exitosa experiencia de sus miembros, se debe a la producción de Juanma Latorre (Vetusta Morla), que consigue un resultado espectacular y consistente en la producción del LP acompañado en la parte técnica por Dany Richter (grabado y masterizado) y Ramiro Nieto (Right Ons) en la mezcla.
Al escuchar el disco de principio a fin, es inevitable imaginar a Sonograma subiendo al escenario de un festival y poniendo a miles de fans a cantar sus letras al unísono. Su música es de las que crea afición, sobre todo en España, y tienen recorrido para hacerse con un buen puñado de fans.
Entre las canciones más destacables de La Noche Más Oscura cabe mencionar sus dos singles previos publicados, “Arde El Imperio” y “Estás Mejor Callado”, junto a “Que Sangre!”, tema que se sitúa como buque insignia de la esencia de la banda a nivel sonido y letra. Sin olvidar la a ratos psicodélica “1997”, canción que abre el disco y con la que el cuarteto da la bienvenida al oyente. En ella la banda lanza un mensaje de optimismo y la premisa de que Sonograma siempre estará ahí, acogiendo a aquellos que tengan miedo y que sigan esperando una señal. Que sepan que ya no deben esperar a nadie para ser felices.
