Por Isabel Turel
Christopher Landon (Feliz día de tu muerte) dirige este tenso thriller de suspense que te atrapa desde los primeros minutos. Con un reparto sólido encabezado por Meghan Fahy (The White Lotus), Brandon Sklenar, Violett Beane y Gabrielle Ryan, la película nos presenta a Violet, una madre viuda y psicóloga de profesión, que intenta pasar página tras haber sido superviviente de una relación de maltrato que terminó en tragedia.
Tras años de silencio emocional, Violet decide abrir nuevas expectativas y se lanza, no sin nervios, a una primera cita. Su acompañante, Henry, un fotógrafo profesional, parece encarnar al hombre ideal: atractivo, interesante y con cierto aire de misterio.
El escenario no puede ser más romántico: un espectacular restaurante ubicado en la última planta de un rascacielos de Chicago. Lo único que quiere Violet esa noche es disfrutar de su cena romántica. Todo parece ir sobre ruedas… hasta que la tensión se apodera del relato.
La velada da un giro inesperado cuando Violet empieza a recibir en su móvil memes de proximidad, amenazantes, enviados por alguien que está, según indican, a menos de 15 metros de ella. Los mensajes son claros: sigue las instrucciones o tu hijo morirá.
¿Quién es el autor de estos mensajes? ¿Quién está detrás? ¿Qué pretenden? ¿Será el malvado su acompañante? ¿Será algún comensal, el camarero…? A partir de aquí, todos los presentes parecen sospechosos, y el juego psicológico comienza.
La acción se desarrolla en un único escenario, en un formato casi teatral, donde lo que comienza como una aparente película romántica, se transforma en una situación extrema durante los últimos minutos del film.
Este thriller mantiene un buen ritmo gracias a su montaje y consigue sostener un suspense permanente con continuos giros de guion. A pesar de lo un poco fantástica que pueda parecer la premisa, se ve con interés y logra su cometido: entretener, inquietar y sorprender.
Landon, como director, nos mete en la mente de la protagonista, compartiendo con el espectador sus miedos y su estado de ánimo. Y aunque no renuncia a incluir algunos momentos de humor, el resultado es un cóctel eficaz de tensión, drama y emoción. Un film que mantiene el interés del espectador de principio a fin.
