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De Arde Bogotá a Sanguijuelas del Guadiana: esto fue lo que sucedió en Sonorama 2025

Cada verano, Aranda de Duero se convierte en un lugar especial. Miles de personas llegan desde distintos rincones para vivir uno de los festivales más queridos de España: el Sonorama Ribera. Y es que lo que ocurre aquí va mucho más allá de los conciertos en el recinto principal. Durante unos días, la música lo inunda todo: plazas, calles, bares y hasta las conversaciones de quienes comparten cerveza bajo el sol castellano.

La edición de 2025 volvió a demostrar que Sonorama es un festival de contrastes. En sus escenarios principales brillaron nombres consolidados, artistas capaces de llenar pabellones y encabezar carteles internacionales. Pero, al mismo tiempo, en lugares como la Plaza del Trigo se vivieron algunos de los momentos más intensos y auténticos del fin de semana. Ese equilibrio entre lo grande y lo emergente es lo que define al festival.

El (eterno) triunfo de la Plaza del Trigo

La Plaza del Trigo se ha convertido en un auténtico termómetro de lo que está por venir en la música española. No es casualidad: aquí comenzaron a hacerse grandes nombres como Vetusta Morla o Izal, y cada año se repite esa sensación de estar presenciando un secreto a voces.

En esta edición, uno de los momentos más celebrados fue el concierto de Sanguijuelas del Guadiana, que conquistaron al público con su energía desbordante. La sorpresa llegó cuando invitaron al escenario a Arde Bogotá, provocando uno de los aplausos más largos que se recuerdan en la plaza. También brillaron bandas como Alcalá Norte, que confirmaron que su propuesta tiene mucho que decir en los próximos años.

Lo que sucede en la Plaza del Trigo habla bien del espíritu del Sonorama, que no solo trae a artistas consagrados, sino que también les da un espacio a las nuevas generaciones, generando una mezcla única que hace del festival una cita imprescindible.

Un ambiente irrepetible en Aranda

Más allá de los escenarios, el festival transforma Aranda en un lugar irrepetible. Desde la mañana, las calles se llenan de música en directo, improvisaciones y encuentros entre amigos. Los bares sirven como refugio entre conciertos y la Ribera del Duero se convierte en protagonista indirecta, con sus vinos acompañando muchas de las charlas que terminan convirtiéndose en recuerdos imborrables.

Esa mezcla de tradición, comunidad y modernidad es lo que convierte al Sonorama en algo más que un simple festival: es una experiencia colectiva que se repite cada verano y que siempre sorprende.

La activación de Coca-Cola: compartir la música

En este contexto, las marcas también encuentran su espacio para formar parte de la experiencia. Este año, Coca-Cola consiguió integrarse en el festival con naturalidad, aportando un extra a los asistentes. Su stand en el recinto fue un punto de encuentro donde la gente podía personalizar cuelga móviles, además de disfrutar de una barra con cócteles exclusivos que se convirtieron en pequeños rituales antes de los conciertos nocturnos.

Lo interesante fue cómo esta activación no rompió la magia del Sonorama, sino que la reforzó: pequeños gestos que recordaban que, igual que la música, las mejores cosas se disfrutan cuando se comparten.

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Al final, lo que deja esta edición de 2025 es la confirmación de que el Sonorama es mucho más que un festival de música. Es un lugar donde los grandes nombres conviven con las bandas emergentes, donde las calles de Aranda se convierten en escenario improvisado, y donde los asistentes sienten que forman parte de algo especial.

Un año más, la Plaza del Trigo volvió a ser el corazón del descubrimiento, los escenarios principales trajeron a los artistas más esperados, y experiencias como la de Coca-Cola añadieron ese toque de comunidad que hace de Sonorama una cita a marcar a fuego en el calendario.

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