Era un domingo con sabor a viernes. Una noche fría y lluviosa con sabor a verano. En realidad, nada importaba. Las expectativas del público que asistía anoche al concierto de The Parrots y Hinds estaban por las nubes, por lo que todo parecía mucho más brillante que de costumbre.
Comenzando por el aspecto de los alrededores de la Sala El Sol. Chaquetas vaqueras y chupas, reencuentros entre latas de cerveza y «enhorabuenas» que se derivaban de las aventuras vividas por las 4 chicas madrileñas en los últimos tiempos. Un ascenso fulgurante, una gira americana, otra australiana y su fichaje por Burger Rercords les avala. Y todo volvía ayer a su origen. 365 días de su primer concierto como cuarteto en la capital. En ese momento respondían al nombre de Deers. Quién habría dicho entonces que ahora estarían en la cresta de la ola.
Y esa era al estampa; todo quedaba en casa. Madrid, The Parrots, Hinds y amigos y fans de unos y otros. Una abarrotada sala que recibía a los primeros con ganas de dejarse llevar una vez más. Un sonido inherente a la capital en los últimos años y cuya dosis necesita al menos una vez cada tres o cuatro meses. Pogos, sudor y gafas destrozadas en el suelo. Esa era la tónica de un inicio incendiario que continuó y se fue haciendo aún más caluroso con las ondas de «I Did Something Wrong», «Dee Dee Dangerous», «Hello Stranger» o «All My Loving, el tema de estudio más reciente del trío, surgido de su colaboración con las propias Hinds.
Y terminaron, calmados, amansando a las fieras, bajando el tempo. «Outro» es la clave que consigue eso y mucho más.
Y ellos bajaban del escenario y llegaba el momento de ellas. Hinds subían al escenario. Era su esperada noche y la emoción era palpable en sus gestos. Querían mostrar su experiencia adquirida ante los públicos del SXSW y las ciudades más importantes de Europa.
Es cierto. Se puede discutir su forma de tocar, sus voces, la fidelidad de su directo respecto a la versión de estudio. Pero lo que quedó demostrado es que su concierto fue una auténtica fiesta de principio a fin, una locura colectiva incontenible que desembocó en saltos constantes e invasión de escenario.
Sus canciones publicadas, «Between Cans», «Bamboo» o «Castigadas en el Granero», fueron coreadas como auténticos hits. También dejaron escuchar nuevos temas, preparados para su álbum debut, recién grabado y con fecha de publicación programada para el mes de octubre/noviembre. El concierto se hizo corto y entretenido, entraba fácil y finalizaba con «Gabba Gabba Hey» y la consiguiente invasión de escenario por cerca de 50 personas. Un fin de fiesta de aplauso obligado.
Fue una hora que dio para mucho. Para comprobar su evolución, sus detalles por mejorar y la división de opiniones que, aunque es menor que al comienzo, sigue existiendo respecto a su sonido.
¿Será su primer álbum el derechazo definitivo capaz de zanjar todos los debates? Atentos al próximo capítulo…
By Ray Vegas. Fotos by Peter Glez & Irene Naranjo.
A mí me parecen una panda de gamberros increíble sin sonido, ni voz, ni glamour. Los parrots suenan menos mal, pero lo que es el cuarteto ese de niñatas pijas que van de estrellas suena mal pero muy mal. Entiendo que una cosa es juntarte entre varios amiguetes para hacer ruido, beber birras y fumarte algún porrete…en fin…hacer el gamberro, que puede resultar hasta divertido, pero llamar a eso música…me parece un insulto a los grupos que de verdad se dedican a hacer buena música. Eso no es música, pero si no saben ni tocar, ni cantar y mucho menos componer, si las letras dan pena…en fin….al pueblo pan y circo.