Por Irene Naranjo
El Bastardo es una de esas películas pretenciosas para las que hay que esperar a casi llegado el final del túnel para ver un poco de luz.
La historia arranca con un joven kopino (Kang Tae-Ju), es decir, de ascendencia mixta filipina y coreana. A lo largo de los 118 minutos que dura este thriller de acción hecho en Corea del sur, se incide de múltiples formas en la discriminación que sufre el protagonista mitad filipino, por parte de madre, y mitad coreano, por parte de padre. También se trata el tema del apego paterno, el abandono por parte de éste y la continua búsqueda de esta figura. Quizás es esta ausencia la que presenta a un personaje perdido, metido siempre en peleas, sobre todo por el hecho de ser boxeador, y apuestas. Pero en un momento dado llega su “salvación”: el padre aparece y quiere conocerle en persona. De aquí viajamos a Corea del sur y a un sinfín de violentas escenas de persecución y tortas.
Merece especial mención el personaje interpretado por Kim Seon-ho. Más interesante y menos bobalicón que recuerda por sus inagotables apariciones de la nada, manteniendo muchísimo las distancias, al villano T-1000 de Terminator 2. Añadiendo también un especial sentido de humor coreano.
En definitiva, Park Hoon-jung escribe y dirige un filme que intenta ser un poco más insustancial de lo que es añadiendo dramas y reflexiones familiares. Y que seguramente entretenga a quien disfruta de injustificadas y sangrientas escenas de acción y asesinatos.
El Bastardo se estrena en cines de España el 8 de marzo.
Tráiler de El Bastardo