Un tweet y unas declaraciones en Disco Grande de Amparo Llanos, guitarrista de la banda, han sido suficientes para marcar el fin de Dover. Así, 24 años después y de esta manera tan amarga, se despide uno de los grupos nacionales más relevantes de la historia reciente.
Gracias a todos por vuestro apoyo. Dover como grupo deja de existir pero nuestra música seguirá sonando en vuestros corazones. Un abrazo!
— dover (@dover) 26 de noviembre de 2016
Porque traspasaron fronteras. Dover llegaron a tocar en festivales internacionales tan importantes como el Rock Am Ring, y a finales de los 90 eran una banda enorme. Su explosión había llegado dos años antes, con la publicación de Devil Came To Me (Subterfuge), un disco repleto de himnos («Devil Came To Me», «Serenade», «Spectrum»…) y una clara influencia grunge de Nirvana o rock de R.E.M.
A principios de los 2000 la banda dejó de estar tan activa, y comenzaron a pensar en un cambio de estilo. Fue en 2006 cuando ese cambio golpeó de lleno a sus fans de toda la vida con Follow The City Lights. Un electropop que les acercó al gran público, pero del que sería muy complicado salir hasta hace dos un par de años, cuando la banda retomó de nuevo ese rock que les hizo grandes.
Pero ya era demasiado tarde. Aunque su último disco intentaba recuperar ese sonido, la sensación ya no era igual. Dover no estaban cómodos, y a sus seguidores no les llenaba como antes.
Ahora, los miembros de la banda continuarán sus carreras con proyecos por separado. Amparo Llanos se embarcará junto a Samuel Titos, bajista de la banda, en un proyecto algo más folk llamado New Day. Jesus Antúnez, batería, se dedicará a su proyecto de DJ, y Cristina Llanos se tomará un respiro por el momento.
Hasta la vista, Dover.