La pasada noche de Halloween fue protagonizada por la actuación de los ingleses The Wedding Present en el Nuevo Café Berlín, anterior y mítica sala We Rock, siendo una de las cinco paradas de una mini gira por nuestro país que pasó antes por Donostia y Pontevedra y el día 1 y 2 por Valencia y Barcelona, respectivamente. Con media hora de retraso, el grupo empezó en una sala de aforo completo de algo más de 200 personas. Con un sonido impecable, como son los conciertos de este recinto, salieron al escenario de un modo confiado como no se puede esperar menos de un grupo veterano que ya ha pisado varias veces España, pero también algo contenidos, aunque no por eso distantes.
Pese a que el nuevo CD Going, Going… (2016) haya supuesto una confirmación de su cambio de tendencia respecto a lo que vienen siendo los orígenes de su línea musical, mucho más punk y gamberra, y todo cambio siempre conlleva una transformación en el aspecto más personal de la banda, el público no acompañaba a la experiencia de un directo de los 80 de dicha índole. Un público algo apagado no acababa de hacer tangible el feedback que podía suscitar una banda con tanto bagaje y energía, y que merece que se le reconozca de un modo más visible su legendaria carrera. Precisamente, este punto último se reafirmó, como ya se sabía, en el ambiente. The Wedding Present es un grupo que ha dejado huella porque, aunque el pasado lunes había un colectivo heterogéneo que superaba cualquier estigma de tribu urbana que lo encasillara, era raro que la media de edad bajara de los 40 años. Así pues, de un modo u otro, la fidelización era palpable, aunque ésta fuese a través de una relación más intimista, de un goce más bien contemplativo.
Por lo que refiere al directo de los veteranos en cuestión, éste no defraudó. Con un guitarra y una bajista de jovencísima edad, el grupo sacó adelante de un modo fluido un repertorio que se basaba en la alternancia de los nuevos temas, mucho más indies, con sus canciones más conocidas, las primerizas. Sin embargo, se echó en falta algo más de garra y soltura presencial por parte de un cuarteto que, literalmente, no salía de su zona de confort ni se paseaban por la tarima, posiblemente respondiendo a lo que el público les pedía: disfrutarlos desde la posición privilegiada que ofrece una sala de las características del Nuevo Café Berlín. Casi dos horas tocó sin parar la banda liderada por David Edge, que en todo momento presumió de una puesta en escena que lo erigía como líder indiscutible. Eso sí, la modestia, clave de su duradero proyecto, siempre estuvo presente.
By Andrea Genovart