El pasado viernes 29 de abril fue un punto de inflexión para los Viva Suecia. Con el cartel de SOLD OUT colgado desde varios días antes, los murcianos pudieron comprobar la repercusión que han causado con apenas dos discos y muy corto tiempo de vida. Una sala BUT llena, no pudiendo ser menos receptiva, fue la imagen necesaria para apuntar a una banda que ya se ha hecho referente en nuestro panorama. Solos, sin compartir cartel de festival ni de cualquier otro tipo de evento musical, fueron el único motivo para tal euforia compartida durante casi dos horas de directo.

Presentados por otra propuesta de Subterfurge, Bravofisher, que quedó lejos de aburrir a un público impaciente, los Viva Suecia entraron en el escenario con gritos y aclamaciones. Sin duda, un concierto que se esperaba con ruido de tambores y expectativas apoteósicas. La banda solamente se dedicó a regalar sencillos, de los que no se dejó ninguno importante. Es lo bueno de tener poca producción y que toda ella sea de primera calidad: te ofrecen todas y cada una de sus reliquias. Mención especial el momento homenaje a Carlos Cabezuelo, guitarra y voz de Rufus T. Firefly. Antes de invitarlo, Rafa ya se encargó de remarcar que, antes incluso de poder colaborar con la banda, era para ellos uno de los mejores grupos del indie rock nacional. Y con razón debe ser así. Pues la actuación no fue para menos; sin apenas articular una palabra, el invitado de Aranjuez se recreó en un solo de más de dos minutos que evitaba que cualquier asistente fanático pudiese apartar la mirada.

Viva Suecia fue consciente de ello y así lo hicieron saber. Los agradecimientos eran constantes y cada cuatro temas, las miradas entre la banda rebosaban de complicidad y, cuando la parte instrumental les permitía, se acercaban entre ellos para sonreir. Momento de la noche a destacar la fuerza con la que tuvo lugar “Hemos ganado tiempo”, entonada prácticamente por el público y, por sorpresa, con destello de confeti dorado. Cerrando un directo con “Los años” como puntazo melancólico, al fin marca de identidad de este grupo con letras que no pueden negar tematizar esa mirada hacia atrás. Sin duda, un concierto de 10, de esos que no sientes como el tiempo hace sus efectos porque desde el minuto 1 se sitúa en el nivel más alto, reuniendo esta vez lo más íntimo como lo expresivo. Y ya para rematar, ese abrazo espontáneo y liberador de la banda cuando dejaron de tocar la última nota; un abrazo que solo sulfuraba emoción y una alegría incluso con incredulidad. Y entre aplausos que no cesaban se despidieron, con todas las posibilidades abiertas de volver más pronto que tarde. Porque si algo quedó claro, es que a Viva Suecia le queda mucho por hacer y lejos están de podernos aborrecer.

___________________________________________________________

By Andrea Genovart